Los españoles en Corea del Sur no tienen miedo del Norte

  • El último ataque de Pyongyang sobre territorio surcoreano acaparó la actualidad la semana pasada hasta que poco a poco fue amainando el temporal. Pero los surcoreanos siguen adelante con su rutina desde el primer día. Lainformacion.com ha hablado con algunos de los cerca de 300 españoles que viven allí. Ellos también se han acostumbrado a las tensiones con el incómodo vecino del Norte.

Manuel Hidalgo, ingeniero de telecomunicaciones residente en Corea del Sur
Manuel Hidalgo, ingeniero de telecomunicaciones residente en Corea del Sur
Foto cedida por Manuel Hidalgo

"Es un riesgo indudable, están jugando con fuego. Pero llevan 60 años así. Están acostumbrados a que cada año pase una cosa de éstas y se ha convertido en una sensación de cotidianidad terrible", opina Víctor Camprubí, que lleva un total de cinco años en Corea del Sur como profesor de español en la Universidad Hankuk. "Tras el ataque hubo un momento de confusión inicial en la oficina. Nadie sabía si iba a estallar una guerra o si iba a pasar como siempre y que luego no pase nada. Aquí están acostumbrados a que les bombardeen", indica Manuel Hidalgo, que trabaja en Seúl desde hace tres años.

En Corea del Sur viven cerca de 300 españoles, que unos días después del último ataque de Pyongyang sobre una isla surcoreana recibieron unas instrucciones de la embajada española en Seúl por si tenían que abandonar el país. Lo cuenta Clara Alonso, que trabaja en la ciudad en asuntos de comercio exterior.

"Recibí un e-mail de la embajada a los dos o tres días [del ataque] con el protocolo de evacuación por si pasaba algo. Me sorprendió que mi familia y mis amigos en España lo ponían mucho peor que aquí", recuerda.

Los ataques ya no dan miedo

Mientras EEUU y Corea del Sur finalizaban sus maniobras navales en el Mar Amarillo este miércoles a modo de disuasión frente al Norte, el ambiente ya estaba más que calmado y normalizado en la capital surcoreana.

"Es mucho más relajado de lo que piensa todo el mundo, porque aquí siempre hay muchas tensiones. La gente no lo toma como una tragedia o algo grave. Se sabe que el Norte está allí, pero nada más. Es un poco como la situación de España con ETA, que a lo mejor pone una bomba, pero nadie va por la calle mirando hacia atrás", explica Atahualpa Amerise, periodista en la sección española de la radio pública internacional de Corea del Sur, KBS.

Con respecto a la opinión de los surcoreanos sobre la política de su Gobierno con el Norte, "nosotros somos una cultura que está basada en el desafío a la autoridad. Aquí, a la hora de aprender, esto es la cultura del respeto a la autoridad y a nuestros ojos puede parecer acrítica", indica Camprubí. Pero Amerise asegura que solo la juventud es así. "La gente a la que no le gusta el presidente lo critica públicamente, hay panfletos por la calle contra él. A veces hay manifestaciones incluso delante de [la radio] KBS contra el Gobierno, contra la forma de informar, oficialista".

Este periodista resume la actitud de Seúl frente a Pyongyang en que la izquierda aboga más por mantener contactos con el Norte porque plantean que Corea es un solo pueblo, mientras que la derecha sigue considerando al gobierno del Norte como un enemigo y cree que "la mejor manera de liberar a los ciudadanos es luchar contra el gobierno opresor". De hecho, el actual presidente surcoreano, Lee Myung-bak, ganó las elecciones de 2008 diciendo que ofrecería mano dura frente al Norte.

"Esta vez ha sido un poco diferente, porque fue un ataque directo al territorio y normalmente es en el mar. Hubo incertidumbre por si Corea del Sur respondía, pero esa misma noche ya todo el mundo hacía su vida", asegura Amerise. A Alonso, que solo lleva dos meses en el país, le sorpendió: "Vivo con una familia coreana y ese día cuando llegué a casa la madre me dijo lo primero que llamase a mi madre para que se quedara tranquila y lo segundo fue que si me apetecía salir a cenar".

Queda claro: la vida sigue en Corea del Sur y una semana después del ataque, aunque las tensiones siguen estando en los informativos del país, los surcoreanos y quienes viven allí continúan con su rutina diaria. Hidalgo sigue trabajando entre diez y once horas diarias (cuando no más) en una compañía de telecomunicaciones y las clases en la universidad de Víctor Rubí no se cancelaron ni el día del ataque.

El español arrasa en Corea del Sur

Por cierto, que el castellano está de moda en Corea del Sur. "El español arrasa. En el último examen de DELE [diploma oficial que acredita el nivel de castellano para los extranjeros] había más de mil candidatos. En mi universidad también hay unos mil estudiantes de español", cuenta Camprubí. El interés reside sobre todo en que muchas empresas surcoreanas hacen negocios con países latinoamericanos, explica. Con Chile, el país tiene incluso un tratado de libre comercio.

Incluso hacen el mejor tributo a una costumbre muy española. "La siesta es muy coreana", asegura Manuel Hidalgo, el ingeniero de telecomunicaciones, que lleva el blog 'Back in Seoul'. En su empresa comen en un cuarto de hora y aprovechan los 45 minutos restantes de su descanso para echar una cabezada. ¿Dónde? En la propia oficina. Se apagan las luces y los trabajadores se duermen en su propia silla, apoyándose en sus escritorios. Ahora Hidalgo también se suma a ellos de vez en cuando.

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