El pasado 5 de agosto, un fatídico derrumbe dejó aislados a 33 trabajadores de una mina de la compañía San Esteban, en Chile, enterrados a 700 metros bajo tierra en un refugio de la explotación minera.
Aunque en un principio las posibilidades de encontrarlos vivos eran muy bajas, el 22 de agosto se descubrió que los 33 estaban con vida. Los trabajadores habían aprendido a racionalizar los alimentos de los que disponían, a la espera de que acudieran a su rescate.
Desde el momento en que se descubrió que estaban a salvo, la prioridad es rescatarlos con las mayores condiciones de seguridad, así como proveerlos de alimentos, agua y medicinas. Unas tareas que se van a prolongar durante tres o cuatro meses y ante las que puede cundir el desánimo entre los mineros.
Mientras tanto, se ha descubierto que las minas explotadas por San Esteban arrastraban un historial de accidentes y muertes que se llevaba denunciando desde 2003. Los familiares de los mineros se han querellado a la minera San Esteban, propietaria de la explotación, y han conseguido que los tribunales del país retengan 1,7 millones de dólares a los propietarios de la empresa.
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que lainformacion.com restringirá la posibilidad de dejar comentarios