Los vinos blancos de Moravia sitúan a República Checa en el mapa enológico

  • La producción vinícola checa se distinguió durante el comunismo por su énfasis en la cantidad, pero con la llegada de la democracia los vinos blancos de uva temprana han comenzado a despuntar y a desplazar por su calidad a los caldos de importación.

Gustavo Monge

Praga, 20 nov.- La producción vinícola checa se distinguió durante el comunismo por su énfasis en la cantidad, pero con la llegada de la democracia los vinos blancos de uva temprana han comenzado a despuntar y a desplazar por su calidad a los caldos de importación.

"Tienen gran perspectiva, pues son vinos que superan a los Beaujolais del resto del mundo que llegan ahora al mercado", dijo a Efe el presidente de la Asociación de Sommeliers de la República Checa, Martin Pastyrik.

Dichos caldos, elaborados a partir de la aromática uva Müller Thurgau y moscatel moravo, comienzan a venderse por estas fechas bajo la etiqueta de vino de San Martín.

"Nuestro vinos blancos son capaces de competir internacionalmente", confirmó el profesional, que lleva seis años asistiendo a degustaciones de vino checo en París.

Los catadores extranjeros "no sólo tienen interés por los vinos checos especiales, como el vino de hielo, el triguero y el blanco, sino que también por algunos tipo de tinto", afirmo Pastyrik.

Para el vino de San Martín sólo pueden utilizarse algunos tipos de uva tempranas, que para el blanco son la Müller Thurgau, la roja temprana de Veltín y el moscatel moravo; mientras que para el tinto son la uva de San Lorenzo y la Portugal Azul.

"Estos caldos blancos no tienen un alto grado de alcohol, entre 11,5 y 12 grados, y los tintos alcanzan un máximo de 13 grados. Sus atributos son que son muy jóvenes, lozanos, refrescantes, ligeros, y con sabor afrutado", añade el checo.

El único límite para los productores es el control de una comisión especializada de degustación, que otorga el certificado de San Martín.

"De 150 muestras, no la superaron 20", afirmó el experto.

Praga ha acogido este año por primera vez en su historia un festival de vinos de San Martín que durará diez días.

"Aquí se mostrarán hasta 104 marcas de este vino", dijo Michal Rajnoch, representante de la entidad organizadora, cuyo principal encuentro vinícola tiene lugar cada año en Brno, la capital de Moravia, y a la que el pasado 11 de noviembre asistieron unas 5.000 personas.

La etiqueta de San Martín fue registrada en el Fondo Vinícola de la República Checa en 2005, cuando se vendieron 120.000 botellas y, siete años después, sus productores esperan alcanzar la cifra de 2 millones.

Pastyrik atribuyó el fuerte aumento de las ventas de vino de San Martín a la mayor cultura vinícola que se ha alcanzado con la democracia.

"Hubo un cambio con la revolución de terciopelo, cuando el énfasis pasó de la cantidad a, en gran medida, la calidad. La calidad de este vino se debe al buen 'terroir' (la buenas condiciones del terreno), a la uva y la tecnología. La producción es limpia, y hay muchos jóvenes productores que invierten", sostiene Pastyrik.

Actualmente la producción checa y morava cubre hasta un 45 por ciento de la demanda local, por lo que queda mucho espacio para la importación.

"Pero esto cambia, y también los grandes exportadores deben poner más empeño en la calidad. Los vinos moravos están empujando hacia esa mayor calidad, y el paladar checo está acostumbrado a mejores vinos", añadió.

"El consumidor de vino es más cultivado que el de cerveza, por supuesto, aunque confieso que yo también me tomo una caña con gusto", apostilló.

La Asociación Checa de Sommeliers fue fundada en 1997, y un año después pasó a formar parte de la Asociación Internacional de Sommeliers.

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