Lukasz Urban, el héroe de Berlín que soñaba llegar a tiempo para pasar la Navidad en casa

  • El camionero polaco entregó su vida para intentar evitar la tragedia en Breitscheidplatz. "Nos vemos en Nochebuena", fue lo último que le dijo a su primo, quien era el dueño del camión Scania secuestrado por Anis Amri.

    Cercano y afable y adoraba las reuniones familiares y pasar tiempo junto a su hijo adolescente. Tras Berlín iría a Dinamarca. Sus seres queridos le esperaban justo para la Nochebuena.

Lukasz Urban, en el kebab de Berlín. Poco después sería interceptado por el tunecino Anis Amri.
Lukasz Urban, en el kebab de Berlín. Poco después sería interceptado por el tunecino Anis Amri.
Diego Caldentey
Diego Caldentey

Lukasz Urban era una persona cercana, afable y que adoraba las reuniones familiares. Su entorno cercano le define como alguien que amaba pasar tiempo junto a su hijo adolescente. Su nombre hoy circula por todas las redacciones del mundo y quedará grabado para siempre, no solo como una de las víctimas del atentado del mercadillo navideño de Berlín, sino como el del gran héroe que probablemente impidió al sanguinario terrorista Anis Amri una masacre aún mayor.

A medida que transcurren las horas se saben más detalles de este camionero polaco, quien -al parecer- pudo haber intentado evitar (con sus últimas fuerzas) el ataque perpetrado en el centro de Berlín. Urban fue encontrado en la cabina del camión que utilizó el joven tunecino para arremeter contra la multitud.

Todas las sospechas apuntan a que Amri robó el camión Scania negro a Lukasz, que era un simple camionero que había decidido pasar la noche en Berlín el día del ataque, para después proseguir viaje con una carga de vigas de acero.

Su cuerpo fue hallado en la cabina del camión. Su rostro estaba hinchado y tenía heridas y cortes en la cara, lo que indica que habría intentado resistirse ante el tunecino, una vez que éste se hizo con el vehículo. Lo más importante, sin embargo, es un detalle no menor que manejan ahora los investigadores: el GPS del camión mostró en los instantes previos a la embestida del camión "movimientos raros, abruptos y oscilantes, como si alguien estuviese aprendiendo a manejar".

Esta cuestión apunta a que -previo al atentado- se habría producido un intenso forcejeo entre el conductor (Anis Amri) y su acompañante 'forzoso' (Urban) quien probablemente intentó impedir -y logró en parte- que el trayecto del camión fuese el que deseó el tunecino (para intentar atropellar a la mayor cantidad de gente posible).

La investigación debe dilucidar éste y otros puntos no resueltos todavía, pero detrás se esconde la historia anónima del hombre al que muchos ya llaman héroe o, incluso, como algunos de los supervivientes del atentado han afirmado, le tildan de ángel.

Lukasz Urban nació en 1979 en Polonia. Estaba casado y tenía un hijo adolescente, como quedó dicho. Su último empleo era el de chófer de camiones. El trabajo final de su vida lo hizo para la empresa Thyssenkrupp Schulte S.L, cuya sede principal está en Friedrich-Krause-Ufer, en el noroeste de Berlín.

El punto de partida hacia su muerte inesperada fue Italia. Desde allí partió con su Scania cargado de 24 toneladas de vigas de acero. Tardó una semana en llegar a Berlín, pero lo hizo un día antes de lo previsto, que se convertiría en una fatídica jornada. En realidad debía entregar la carga el pasado martes 20, pero arribó a la ciudad 24 horas antes y acudió al punto de entrega de las mercancías. Allí le dijeron que no había espacio para descargar, y que debía volver el día acordado.

Entonces, con absoluta calma y serenidad, avisó a su mujer y a su primo que pasaría la noche en la capital alemana. Al otro día, en el amanecer que nunca llegó a ver con sus propios ojos, tenía pensado dejar el acero en el destino acordado y partir rumbo a Dinamarca, donde debía volver a transportar mercancías.

Luke, de cuerpo curpulento, fornido, piel blanca lechal y perilla, soñaba después de esas labores llegar justo a tiempo para disfrutar con su familia de la cena de Nochebuena. Posteriormente pensaba tomarse unas breves vacaciones navideñas, y volver a las carreteras a partir del 1 de enero de 2017.

Amante de la comida rápida, una vez que sus jefes le pidieron que postergara la entrega de las mercancías hasta el día siguiente, ese mediodía el camionero decidió comer en un kebab. Desde allí se comunicó con su primo Zurawski por última vez.

"No pude hacerlo (la descarga de las mercancías) por la mañana porque había otros camiones descargando", le dijo a su familiar, que era el dueño del camión. Después se despidió cálidamente, aunque sin solemnidad: "Nos vemos en Navidad", fue lo último que pronunció el hombre.

Acto seguido, tras el almuerzo, decidió dejar el vehículo aparcado cerca de la compañía, que se encuentra a seis kilómetros de Breitscheidplatz, lugar exacto del ataque. Lo que pasó a partir de allí son -hasta ahora- conjeturas. ¿Anis Amri lo interceptó en plena calle, a punta de pistola? ¿Aprovechó a introducirse en el camión cuando Lukasz volvía a subir al mismo, desprevenido? Todo es un misterio, aunque los indicios hacen suponer que en esos infernales metros finales, cuando el camión encaró hacia el mercadillo, Urban hizo todo lo posible para evitar una tragedia aún mayor.

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