Mahmud Abbas frena los pies a su primer ministro

  • El presidente palestino Mahmud Abbas, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), ha decidido cortar las alas del hombre que -en opinión de muchos residentes en Cisjordania- está consiguiendo que la vida en aquí sea más soportable, el primer ministro Salaam Fayyad, y acabar con su plan para declarar unilateralmente un estado palestino en 2011. Abbas considera que Fayyad no tiene autoridad para decidir tomar esa medida y se muestra más abierto a tratar de llegar a un acuerdo con la mediación de Estados Unidos, siempre a condición de que el Gobierno de Netanyahu deje de construir en los territorios ocupados.
Abbas acusa a Israel de aumentar la violencia tras la muerte de seis palestinos
Abbas acusa a Israel de aumentar la violencia tras la muerte de seis palestinos
Matt Beynon Rees | GlobalPost

(Belén, Cisjordania).En una reunión del Fatah Revolutionary Council, el órgano directivo de la OLP, Abbas ha dicho esta semana que tan sólo la organización está autorizada a tomar decisiones en nombre de los palestinos.

"No son las facciones o los gobiernos los que toman las decisiones", ha dicho.Y es que Abbas quiere continuar en el camino de las negociacioens de paz que no han llevado a los palestinos y a los israelíes a ninguna parte hasta ahora. Las denominadas "conversaciones de acercamiento", en las que hablarán a través de mediadores de EEUU, comenzarán pronto previsiblemente. La Liga Árabe, defensora de la causa palestina, ya ha dado el visto bueno al diálogo indirecto a través del representante de EEUU para Oriente Medio, George Mitchell. La OLP tendría que decidir hoy si suscribe ese acuerdo.

Pero es muy probable que no cambie nada.Fayyad ( un político independiente al que Abbas nombró primer ministro fundamentalmente porque los estadounidenses insistieron en ello), anunció el año pasado su plan de declarar un estado palestino. La idea: preparar a las instituciones palestinas para una independencia y desafiar a Israel, y a EEUU, a oponerse a ello.La habilidad de Fayyad para sanear la economía y reformar las fuerzas de seguridad le han hecho popular entre los palestinos. También se le percibe como a alguien que no parece tentado ni a la violencia ni a la corrupción que muestran los dos principales partidos palestinos: Al Fatah, liderado por Abbas, y Hamas, que gobierna en Gaza.Esto le convierte en un rival potencial de Al Fatah.

Los jefes de la OLP temen que si Fayyad declara un estado palestino y EEUU lo apoya, quizás las fuentes de financiación en Washington, Oslo y Bruselas aparten a la OLP de su órbita. Eso, después de todo, es de lo que trata la OLP: "organización" parece ser la palabra dominante en las siglas de la formación, por delante de "liberación". Sin embargo, a pesar de esta tentativa Barack Obama ha prometido recientemente a Mahmud Abbas la creación de un estado palestino y el líder de la OLP tiene planeado visitarle este mes en la capital de EEUU.

Una visita a Belén esta semana sirve para mostrar la diferencia entre las ofertas de Abbas y Fayyad.En el campo de refugiados de Dehaisha, que ocupa unos 2,5 km cuadrados y donde viven más de 16.000 palestinos pobres, se pueden ver impactos de bala en las paredes de la escuela de niñas que mantiene la ONU. Son recuerdos de la segunda Intifada, un recuerdo de la caída final de la OLP y su fracaso para dejar de ser un grupo al margen de la ley y convertirse en un verdadero gobierno después de firmar los Acuerdos de Paz de Oslo en 1993.

Las bajas de esa larga caída hacia la destrucción se pueden ver pintadas en todos los muros. En el puente peatonal que cruzan las niñas todas las mañanas para ir a la escuela hay un enorme grafiti de Said Eid, enmascarado y disparando un mortero. Murió por disparos de un helicóptero Apache de Israel en 2003. Cuando llegan al otro lado, las niñas se encuentran con otro gran retrato en pintura negra.

Esta vez el héroe es Ayat Akhras, la mujer-bomba más precoz, y que con 16 años salió de su casa en Dehaisha en 2002 para suicidarse y matar de paso a una chica judía de 17 años y a un guarda de seguridad en un supermercado. En el dibujo exhibe una pistola, como si fuese una inocente chica Bond.

En la esquina, un restaurante de falafel está decorado con murales de todos los mártires de los palestinos, desde Ghassan Kanafani, un escritor y activista del Frente Popular muerto en el Líbano en 1972, hasta una selección de las víctimas más famosas de la Intifada. Y por encima de todos ellos, Khalil Wazir, el lugarteniente de Arafat, asesinado por Israel en 1988.

Lo que ofrecen esas conversaciones de "aproximación" pueden ser  una continuación de esa fatal letanía, porque es muy difícil que lleguen a buen puerto: Abbas ya ha adelantado que si el Gobierno de Benjamín Netanyahu no deja de construir en los territorios ocupados, no hay nada que hacer.

¿Cuál es la alternativa?Mike Canawati, uno de los empresarios más boyantes de Belén, asegura que las ventas en su tienda para turistas en el camino hacia la Iglesia de la Natividad, el lugar del nacimiento de Cristo, son "excelentes, realmente excelentes". Y eso es el resultado de la habilidad de Fayyad para convencer al Ejército de Israel de que los controles de seguridad se pueden levantar y su compromiso para mejorar la formación de las fuerzas de seguridad palestinas. Gracias a ello, los turistas han empezado a dejar de tener miedo a ir a Belén, como ha ocurrido durante gran parte de la pasada década.

El cambio no es radical. Los peligros son simplemente menos visibles. Canawati todavía se sienta en su despacho al lado de una pantalla con imágenes de 16 cámaras de circuito cerrado a lo largo de su tienda. Y en el callejón de atrás está su Hummer negro aparcado. La noche anterior a la que nos entrevistamos había atendido a 700 comensales italianos en su salón de banquetes cerca de la iglesia.

"Deberíamos estar agradecidos porque esta gente venga a nuestra ciudad", dice. Durante la cena, un grupo de gente de Al Fatah entró en el salón y desplegó pancartas protestando porque los italianos se iban a reunir más tarde con israelíes en Jerusalén. "Tuve una gran discusión con ellos. Les eché fuera", dice Canawati.

Sea lo que sea que digan Abbas y la OLP, dice este empresario palestino, este es el tipo de realidad que se debería desear para la gente de Dehaisha.

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