OPINIÓN: Chávez invita a los venezolanos a que le imiten... plantando maíz en la azotea

  • En la  tierra del petróleo y con millones de hectáreas improductivas,  el presidente venezolano asume una misión revolucionaria: implantar la economía comunal, el trueque, las areperas socialistas, los huertos en las azoteas de las viviendas con gallineros verticales, y en los balcones de los edificios, siembra de  lechugas y tomates.
Chávez: detrás del golpe está la "conspiración permanente" de EEUU
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Rafael del Naranco, Caracas

Hugo Chávez, presidente de Venezuela -él mismo lo informó- cosecha maíz en uno de los jardines del Palacio de Miraflores, sede del poder ejecutivo.

Desde el inicio de su gobierno, hace más de 11 años,  no ha dejado de dar consejos de economía socialista comunal que ya practicaban los indígenas del país hace siglos,  para ayudar a la población de bajos recursos a salir de la crisis.

Su Gobierno ha sido el que menos viviendas y puestos de trabajo ha levantado y creado -se le reconoce sí, el haber inundado de funcionarios la abarrotada administración pública–, aún habiendo poseído el mayor porcentaje  de divisas a recuento de las regalía del crudo, en los últimos 50 años de la república.

Si a esto se le une una amplia población con los mínimos recursos para sobrevivir, es natural que cada cierto tiempo al Comandante se le ocurran ideas que ayudarían, según su particular entender, a paliar  los arduos problemas sociales.

El fin de semana, durante la presentación de un vÍdeo sobre un sistema de construcción de viviendas -llamado  "formaletas" -  con  más de 30 años en uso, el presidente Hugo preguntó por las dimensiones del techo del edificio en el que se encontraba.

Le informaron: 400 metros cuadrados.

Ahí, más que inmediatamente, le vino de regreso la vieja idea germinada al principio de su Gobierno, cuando le ofreció a la nación, como solución a la escasez de alimentos, una idea revolucionaria ahora en nueva versión: sembrar huertos y criar animales en los techos de los edificios de viviendas, bajo un calificativo que se hizo famoso: "gallineros verticales".

"Yo he retomado eso; en una esquinita del palacio de  Miraflores estoy cosechado maíz", dijo.

 Afirmó que se trataba del concepto de "techos verdes" del arquitecto venezolano  Fruto Vivas, cuya concepción lo venía presentando hacia años.

En pleno siglo XXI levantar huertos, gallineros en las terrazas de los inmuebles, y colmar los balcones de lechugas y tomates, en una nación usufructuaria de millones de  hectáreas improductivas  y ejidos abandonados a su suerte, suena a contradicción.

Las ideas del Comandante- Presidente, lamentablemente,  son desarrolladas durante un tiempo y abandonadas poco después como sucedió con los cultivos organopónicos iniciados en Caracas, hoy inexistentes, y unas areperas socialistas – la famosa y agradable masa de harina  de maíz rellena de carne o vegetales, que ya brillan por su ausencia.

 

Lo que va a paso calmoso, pero marchando con la asesoría y el aval del Banco Central de Venezuela,  es la eliminación en ciertas zonas rurales y barriadas,  de la moneda nacional -"el bolívar"- reemplazado por el trueque -la unidad monetaria es el huevo-  que al decir del Jefe del Estado será el punto de partida del socialismo vigoroso y  revolucionario de la nueva era.

Lo que nadie le pone en duda a Chávez es su capacidad de faenar sin descanso. Trabaja confundiendo la noche con el día. Pronuncia arengas de cinco, siete o nueve horas. Visita un país por la mañana  - Argentina el viernes  ante la crisis ecuatoriana - y regresa  de inmediato para comenzar su maratónica jornada.

Es la reencarnación palpable del Gran Hermano en la novela de George Orwell: "Todo lo ve, todo lo escucha y todo lo dispone".  Y en medio de tanto ajetreo, le sobra tiempo para sembrar maíz.

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