Sangre azul para ayudar a los refugiados paquistaníes

  • Una antigua princesa regresa para ayudar a los desplazados por los talibanes. El conflicto ha provocado que varios millones de personas se hayan convertido en refugiados.
Zebunisa Jellani, antigua princesa paquistaní, ha vuelto al país para ayudar a los refugiados del Swat | GlobalPost
Zebunisa Jellani, antigua princesa paquistaní, ha vuelto al país para ayudar a los refugiados del Swat | GlobalPost
Nasir Khan | Ayesha Nasir |GlobalPost para lainformacion.com
Nasir Khan | Ayesha Nasir |GlobalPost para lainformacion.com

ISLAMABAD (Pakistán) - Cuando Zebunisa Jillani visita los campamentos de los refugiados del valle del Swat en Islamabad, su rostro muestra dolor y pena al ver el sufrimiento a su alrededor. Para esta mujer de 56 años, la historia de Swat es la historia de su propia vida.

Si Swat hubiese mantenido su antiguo estatus de principado, Jillani (miembro de la familia Wali, que antaño ostentaba el poder) se habría quedado a vivir en el valle como una princesa real. Pero en 1969, más de dos décadas después de la división del subcontinente que dio lugar a los actuales India y Pakistán, Swat pasó a integrarse totalmente en este último. Desde entonces, el valle está gobernado por la república islámica y la familia Wali ha sido despojada de cualquier privilegio real, aunque se les permite mantener su título honorífico y continúan siendo muy respetados y queridos en la región.

Aunque Jillani vive en Estados Unidos junto a su marido, un licenciado del MIT, ha vuelto recientemente a su país, impulsada por las noticias que recibe de la crisis de refugiados en el valle. "e;El Swat corre por mis venas"e;, afirma mientras retira mechones de pelo encanecido de su rostro y sonríe pensativa. "e;Cuando vi las fotos, leí los titulares y escuché las noticias supe que tenía que venir y ayudar. Tenía que hacerlo"e;.

Aunque el bonito y modesto apartamento en Islamabad en donde Jillani está pasando este tiempo dista de ser el palacio en el que se crió, en comparación con muchos de sus compatriotas vive casi como la realeza. La mayor parte de los tres millones de refugiados que se calcula que han huido de Swat y sus alrededores están sobreviviendo al sofocante verano paquistaní en tiendas o compartiendo alojamientos atestados con amigos o familiares. Sólo 200.000 de ellos han tenido la suerte de encontrar espacio en un campamento de refugiados, según cifras de la Cruz Roja.

El éxodo masivo de swatis del valle ha sido descrito por las Naciones Unidas como "e;la crisis de desplazados más dramática en el mundo desde el genocidio de Ruanda en 1994″. A su regreso de un viaje de tres días a los campamentos de refugiados a mediados de mayo, el jefe de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), Antonio Guterres, describió la crisis de estos desplazados como "e;una de las más dramáticas en los últimos tiempos"e;. En un comunicado emitido por la agencia de la ONU, aseguró que los trabajadores de ayuda humanitaria están "e;luchando por mantenerse a la altura del tamaño y la velocidad del desplazamiento"e;.

Ayuda estadounidense

Aunque EEUU ya ha comprometido 110 millones de dólares (unos 70 millones de euros) en ayuda para los refugiados, y el presidente Barack Obama está presionando para lograr otros 200 millones (cerca de 140 millones de euros9, por el momento una gran mayoría de los desplazados internos no tienen comida, agua potable o ropa adecuada, mientras que los niños siguen sin tener acceso a las escuelas o a cuidados médicos.

Esta terrible situación fue la que impulsó el regreso de Jillani. En sus visitas a los campamentos las mujeres ancianas a veces la reconocen como la nieta del wali (príncipe) de Swat y estallan en lágrimas, le besan las manos. Pero durante la mayor parte de sus visitas se cubre con el chador y se mueve entre las multitudes de forma anónima, ansiosa de ayudar en lo que pueda.

"e;De momento me concentro en los servicios sanitarios"e;, asegura, y describe su trabajo en Mardan y Charsadda, en donde ya ha puesto en marcha dos unidades móviles que distribuyen medicinas gratuitas y ofrecen cuidados médicos entre los refugiados. Fiel a la filosofía de su abuelo, intenta contratar solamente a enfermeras y doctores de Swat. "e;Él siempre creyó que la forma de que los swatis prosperasen era promoviendo a los propios swatis. Eso es lo que yo quiero hacer"e;.

Aunque es la única miembro de la familia real que está trabajando en primera línea para ayudar a los desplazados del valle, Jillani no es ni mucho menos la única voluntaria que trabaja en los campamentos. Tehmina Durrani, autora controvertida casada con el primer ministro del Punjab, ha sido muy aplaudida por viajar a los alejados distritos de Mardan y Charsadda, en donde no es infrecuente ver ayudando en los campamentos a mujeres jóvenes que han sido educadas en las mejores universidades de EEUU y son clientas habituales de Prada.

"e;Es maravilloso ver a toda este gente joven unirse para lograr cambios"e;, reconoce Jillani. "e;Me conmueven sus esfuerzos"e;. Para la princesa de Swat estos esfuerzos son mucho más que trabajos de caridad, son una responsabilidad que siente que le debe a su pueblo.

El hogar que recuerda de su infancia es actualmente el campo de batalla entre los talibanes y los militares paquistaníes, y en donde escuelas para niñas, altares sufíes y mercados han sido bombardeados. Jillani ha visto horrorizada cómo las ciudades que conocía tan bien han sido reducidas a escombros. "e;Todo era tan distinto cuando crecía aquí"e;, asegura mientras toma un té en su apartamento de Islamabad, en un respiro de la apretada agenda que tiene desde que llegó a Pakistán hace unas semanas. "e;Swat era un lugar de prosperidad, de progreso y de placer"e;.

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