¿Se puede ser comunista y católico?

  • Los católicos en Cuba van perdiendo miedo, aunque muchos son disidentes del régimen castrista. La visita del Papa ha sido más un evento cultural que religioso para muchos.
Fieles rezan en La Habana
Fieles rezan en La Habana
Lola García-Ajofrín, La Habana (Cuba) / María Torrens Tillack (Madrid)

"Cuba y el mundo necesitan cambios", afirmó este miércoles el Papa Benedicto XVI en el mismo lugar en el que, hace casi 45 años, Fidel Castro anunciaba la muerte del Che Guevara. Era el segundo Papa que visitaba Cuba durante el Gobierno castrista –Juan Pablo II lo hizo hace 14 años- y la pregunta estaba en la cabeza de muchos: ¿se puede ser comunista y católico?

En la camiseta de una asistente en la plaza se lee "Manhattan, make your dreams" y en la visera de cartón "Benedicto XVI, peregrino de la Caridad". Los viste una negra guapa de veintipocos como muestra de uno de los muchos contrastes de la isla. El sueño americano y el catolicismo unidos por la ropa de una joven en un país comunista.

La joven sortea la pregunta: "Yo no viví esa etapa, afortunadamente". Se refiere a una época en la que "me temblaban las rodillas por si algún militante me veía", sostenía en Twitter la bloguera cubana Yoani Sanchez, días antes de la visita del Papa, para contar que la primera vez que entró a una iglesia fue con 17 años, "para mirar un árbol de Navidad".

Eulalia, de 78 años, dice que hubo un tiempo en el que "fue más dificil ser católico". Aunque no entra en detalles asegura que había que ser más discreto pero nunca perdieron la fe.

Todo cambió tras la visita de Juan Pablo II en 1998, explica Agnulfo, un católico, de 70 años, perteneciente a la Iglesa de la Milagrosa: "El otro Papa nos dio un empujón, por ejemplo, el 25 de diciembre pasó a ser feriado y se permitieon las procesiones", cuenta.

Desde entonces, la Iglesia católica ha ido ganando terreno en Cuba. Uno de los momentos decisivos fue su papel como intermediaria en la liberación de los presos políticos en 2010 y en diciembre de 2011 (aunque los disidentes lamentaron que en realidad era un destierro). Por primera vez en más de medio siglo, la Iglesia Católica comunicó su mensaje de fin de año en televisión a través del cardenal de La Habana, Jaime Ortega.

Católicos disidentes

A pesar de estos avances para la libertad religiosa, la disidencia cubana ha denunciado estos días al menos 70 detenidos entre los opositores e impedimentos para dejarles llegar a la misa en La Habana. Amnistía Internacional ha elevado esta cifra a 150.

Aunque no todos eran necesariamente católicos, sí lo son muchos de los disidentes del régimen castrista. De hecho, las Damas de Blanco asisten todos los domingos a misa y reivindican la liberación de presos políticos. No parece que comunismo y catolicismo puedan casar aquí.

Otro ejemplo: los cubanos exiliados en Estados Unidos, principalmente en Florida, son mayoritariamente votantes republicanos, según explicó Manny García, director del diario El Nuevo Herald con sede en Miami, a lainformacion.com. Votar republicano, es votar al extremo opuesto al comunismo en el país norteamericano.

Evento cultural

La sensación durante la visita de Benedicto XVI a Cuba es que los cubanos han vivido más con respeto que con furor la visita del Papa. Varias mujeres, con las viseras amarillas superpuestas sobre los cabellos rizados, cantan entre dientes: "Abramos nuestras puertas, que entre el Redentor, contando con su fuerza, venzamos el temor", una parte de una canción que no se saben y leen en el panfleto que nos han repartido.

A su lado, un joven, con gafas de sol oscuras, se refiere a la celebración como "un evento cultural" y reconoce que no es católico: "Estamos aquí dando del apoyo del pueblo cubano por la gentileza que ha tenido el Papa de venir".

Otros solo esperan de la visita la repercusión política que pueda tener y están los que, más escépticos, aprovecharon que el Gobierno dio fiesta el 28 para hacer cosas en casa. Como Eduardo, que ve una "exageración las medidas de seguridad" mientras da vueltas con el coche, sorteando las calles cortadas por el encuentro. "Aquí las cosas nunca cambian", añade.

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