Secretos de la banca suiza al descubierto: las actividades prohibidas de UBS

  • El 5 de octubre de 2005 el alto ejecutivo de la banca internacional Bradley Birkenfeld renunció a su deslumbrante puesto en la sede en Ginebra de la principal entidad bancaria de Suiza, UBS. El único motivo, asegura, fue que cayó en sus manos un documento interno que revelaba un plan detallado del banco para desprenderse de él si se parase la música en el dudoso baile de 20.000 millones de dólares de UBS con ricos norteamericanos.
Michael Bronner | GlobalPost

(Nueva York, EEUU). El documento era un borrador interno del departamento legal de UBS que catalogaba como ilegales cierto tipo de actividades internacionales del banco en EEUU, a donde Birkenfeld y otros banqueros privados de la división de gestión de patrimonio viajaban con regularidad para captar clientes ricos.

El problema es que esa lista de actividades prohibidas por UBS contradecía los términos básicos del puesto laboral de Birkenfeld. El documento decía que los empleados no podían entablar negocios por temas relacionados con valores; no podían ofrecer la apertura de una cuenta o llamar sin cita previa para ofrecer servicios, y tampoco contactar a clientes en EEUU por teléfono, correo, e-mail, publicidad, internet o visitas personales.

Cuando Birkenfeld fue a ver a su jefe y pidió una explicación, éste le quitó importancia y el estadounidense se sintió molesto. Birkenfeld siguió tocando el tema en una serie de correos electrónicos dirigidos a Peter Kurer, el presidente de UBS, así como a otros altos ejecutivos.

Según una cronología de los eventos armada años después por los fiscales del Departamento de Justicia de EEUU (DOJ), Birkenfeld quizás aprovechó ese documento para fabricar su propia coartada.Tal y como demuestran unos documentos, UBS resolvió fuera de los tribunales el finiquito de Birkenfeld y una disputa que tenían por el pago de un bono. Finalmente, el alto ejecutivo recibió tras el acuerdo 575.000 francos suizos.

Pero Birkenfeld también había logrado un buen puñado de documentos internos dañinos para UBS, y voló con ellos a Washington, donde se reunió en secreto con fiscales del DOJ.

¿Qué le esperaba en EE UU?Potencialmente, un montón de dinero mucho mayor que los 575.000 francos suizos que logró de UBS.

La ley estadounidense reconoció en 1867 el poder excepcional de los informadores para exponer grandes fraudes, cuando el Congreso autorizó al Secretario del Tesoro a pagar recompensas a cualquiera con información susceptible de ser utilizada judicialmente contra "personas culpables de violar las leyes fiscales internas" o de confabular para ello.

En diciembre de 2006 el Congreso de EE UU y el presidente George W. Bush aumentaron aún más los incentivos a los chivatos, creando una oficina central de informadores en el IRS (la agencia tributaria), como parte de la ley del Tax Relief and Health Care Act.

Con la nueva ley, cualquiera que de un soplo documentado puede cobrar entre el 15 y el 30 por ciento de cualquier suma que recupere el fisco gracias a su información. Si se tiene en cuenta que el Tesoro de EE UU pierde hasta 100.000 millones de dólares al año por evasión de impuestos de sus ciudadanos en el extranjero, entre el 15 y el 30 por ciento de un gran caso de fraude puede significar una enorme cantidad de dinero. Además, la participación del chivato en el fraude ya no es un impedimento para recibir una recompensa, algo que sí era un obstáculo con la legislación anterior.

En resumen, la nueva Whistleblower Office del IRS está diseñada para atraer a los Bradley Birkenfelds que hay por el mundo.

No está claro si el departamento fiscal del DOJ recibió la información correcta. En la primavera de 2007, tres meses después de que Bush firmase la nueva ley y justo antes de la primera reunión de Birkenfeld con los fiscales, sus abogados en Washington pidieron garantías al Gobierno de que su cliente recibiría protección a cambio de su información.

En lugar de eso, el abogado jefe del área fiscal del DOJ, Kevin Downing, y su colega, Karen Kelly, intercambiaron una serie de e-mails en un tono sorprendentemente peyorativo con el que entonces era el abogado del banquero, David Dickieson.Kelly: "Deberías saber que basándonos en la información que has aportado hasta la fecha, consideramos a tu cliente un soplón, no un informador".

Era una advertencia clara, aseguran abogados familiarizados con el modo en que Downing maneja sus casos. Los fiscales decían que no se hablaría de inmunidad total hasta que Birkenfeld mostrase todas sus cartas.

Y Birkenfeld se la jugó, mostrando a Downing, Kelly y un agente especial del IRS una pila de documentos de UBS a lo largo de tres sesiones maratonianas en la sede del DOJ en Washington, en junio de 2007. La fotografía que se logró componer fue la de una división dentro de uno de los mayores bancos del mundo que no solo incumplía abiertamente las leyes de EE UU, sino que además cubría su rastro.

Birkenfeld quería ayudar a los fiscales a pillar a sus ex jefes con las manos en la masa. Para ello facilitó una lista de teléfonos y direcciones de e-mail de los banqueros internacionales y altos directivos de UBS en Ginebra que viajaban a EEUU como parte de ese supuesto fraude. Conocer sus desplazamientos a EEUU y los clientes con los que se reunían era cuestión de unas cuantos pinchazos telefónicos, sugirió Birkenfeld.

Su abogado pidió urgentemente inmunidad ante una posible acusación futura contra Birkenfeld, pero el Gobierno de repente cambió las reglas del juego. La información interna que estaba aportando el banquero sobre el fraude tenía un valor incalculable, pero Downing quería aún más: los nombres de todos los clientes de Birkenfeld.

Sin embargo, había algunos secretos que el banquero estadounidense no estaba dispuesto a revelar, y fue entonces cuando se le empezó a derrumbar todo.

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