Sudán del Sur pone sus parques nacionales a punto para convertirlos en reclamo turístico

  • Las migraciones animales en Sudán del Sur son comparables a la del Serengueti en Tanzania. El gobierno sudanés espera que los turistas se sientan atraídos y así no depender solo de los ingresos del petróleo. Aunque la fauna salvaje de la zona apenas logró sobrevivir a la guerra civil que sacudió el país, los planes de futuro miran hacia el turismo.
Sudan del Sur pone sus parques nacionales a punto como reclamo turístico
Sudan del Sur pone sus parques nacionales a punto como reclamo turístico
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Tristan McConnell, Parque Nacional de Boma (Sudán) | GlobalPost

Durante varias horas la avioneta de cuatro plazas sobrevuela un paisaje quemado de tierra ennegrecida y hierba seca. Una espesa niebla provocada por la quema de rastrojos estrecha el horizonte y oscurece el paisaje de Boma y, más allá, las tierras altas de Etiopía.

El paisaje en esta parte de Sudán es extraordinario: retazos de pasto y bosques poco densos, los meandros de los ríos, lagos pantanosos y, en la distancia, unas montañas que sobresalen de la llanura infinita, de la sabana deshabitada, con sus picos rocosos rodeados por buitres y verdes bosques en sus escarpadas laderas.

Y también hay animales.

"Cuando llegamos aquí por primera vez después de la guerra, la sensación fue la de un auténtico descubrimiento", admite Paul Elkan, de la Sociedad para la Wildlife Conservation Society, una organización financiada por USAID que trabaja con el nuevo gobierno de Sudán del Sur para proteger a la fauna y potenciar esta vasta y remota zona del país como un destino turístico.

"La gente decía que no había elefantes, que no quedaba nada. Pero el primer día pudimos ver un elefante macho, jirafas y gacelas orix", añade.

Pero les esperaba un descubrimiento aún mayor: una de las mayores migraciones de animales del mundo, protagonizada por 1,3 millones de antílopes que recorren un circuito continuo a lo largo del paisaje virgen.

Los expertos dicen que el movimiento anual de estos animales se encuentra al mismo nivel que la famosa migración de fauna del Serengueti, en Tanzania, y el gobierno sudanés espera que los turistas se sientan atraídos por conocer esta forma de naturaleza salvaje, lo que conllevaría unos ingresos muy necesitados en uno de los países más pobres del planeta.

"Si lo gestionamos y planificamos bien, el turismo puede inyectar un montón de dinero, quizás aún más que el petróleo, en la economía de Sudán del Sur", explica Daniel Wani, subsecretario del Ministerio de Medio Ambiente y Turismo.

De momento, el petróleo supone el único ingreso del presupuesto nacional del país. Pero es un recurso finito.

"El petróleo se agotará, pero el turismo estará ahí. Los animales, si los conservamos bien, estarán ahí", explica el alto cargo ministerial en su oficina de Juba.

El gobierno de Sudán del Sur, que en julio celebrará de manera definitiva su independencia del Norte tras el referéndum celebrado el mes pasado, está buscando operadores e inversores para abrir lo que Wani denomina "unos parques de primer nivel" para turismo de alto poder adquisitivo: safaris a los que se llega en avioneta y campamentos de lujo.

Wani espera que "dentro de un año" los turistas ya puedan empezar a llegar de nuevo a Sudán del Sur, un país que hasta hace tan sólo seis años sufrió una guerra civil que mató a unos dos millones de personas y provocó la huida de otros cuatro millones.

Durante los años de combate, los rebeldes del sur vivieron en los bosques, sobreviviendo a base de la caza de animales salvajes. Mientras tanto, las milicias aliadas con el Norte cazaban a los elefantes y rinocerontes para vender sus cuernos y colmillos en el mercado internacional.

La fauna salvaje de la zona apenas logró sobrevivir. La población de elefantes se vio diezmada, los búfalos prácticamente llegaron a extinguirse y en el parque de Boma sobrevivieron tan sólo 1.000 ejemplares de antílope rojo o hartebeest (frente a los 40.000 que había a principios de la década de 1980). También hay aún unas cuantas cebras, aunque todavía hay que ver si quedan rinocerontes.

El daño en la zona ha sido devastador. Pero, por otro lado, la guerra también provocó la paralización del desarrollo, así que no se construyeron carreteras, las poblaciones no crecieron e inmensas zonas del enorme país africano permanecieron intactas durante años.

El Parque Nacional de Boma, uno de los seis que hay en Sudán del Sur, ocupa dos millones de hectáreas de terreno.

"Las planicies vecinas de Boma-Bandigilo-Jonglei son una de las mayores porciones de sabana intacta y sin carretera de toda África, y ese es el destino de esta migración de animales", explica Elkan, cuyo campamento de trabajo se encuentra a los pies de la colina Nyat, en la franja oriental del parque.

Desde Juba, en un trayecto en avioneta a baja altitud que dura dos horas, se divisa desde el aire tan sólo una carretera de tierra apenas transitada.

Cada estación, el masivo movimiento migratorio de antílopes está integrado por 750.000 cobs de orejas blancas, 300.000 gacelas mongalla, 150.000 tiang y 60.000 reedbuck.

Durante los meses secos, de noviembre a abril, el grupo se divide camino del norte, moviéndose hacia la frontera con Etiopía y la región pantanosa del Sudd. En la temporada húmeda, los animales se congregan al sur, en Boma y en el vecino Parque Nacional de Badingilo.

Elkan ha visto manadas de tiang y cobs de orejas blancas de 30.000 ejemplares que ocupan todo el horizonte. "Es una de esas ocasiones en las que te dices ¡Dios mío, esto no se puede ver en ninguna otra parte del mundo! Es una experiencia inigualable", reconoce.

En Boma también hay unos 600 elefantes, y en el Sudd unos 4.000. Se trata de una zona pantanosa de difícil acceso en donde los animales se refugiaron durante la guerra de los cazadores y en donde continúan sintiéndose seguros de los furtivos que hay en la actualidad, que se encargan de suministrar material a un creciente comercio de carne de caza surgido en los últimos años.

Operaciones especiales del gobierno, con apoyo de la Wildlife Conservation Society, han logrado arrestar a numerosos cazadores ilegales, a los que se les confiscan las armas y la carne. Un aspecto clave en la estrategia anti furtivismo a largo plazo es informar a las comunidades locales sobre el beneficio de la conservación de la fauna salvaje y del turismo.

"Hablamos con los más ancianos y con los jefes de las tribus, y ellos hablan con los jóvenes", explica Michael Lopidia, un trabajador social de la Wildlife Conservation Society. "Les decimos: 'Imagínate que matasen así a tu ganado. Probablemente cogerías una cuerda y te colgarías'".

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