La lenta transformación de La Habana, desde el viaje de Coolidge al de Obama

  • Casi nueve décadas han pasado desde que el último presidente de EE.UU. pisó la capital de la isla, hasta este viaje de Obama. 

    La ciudad ha ido experimentando una metamorfosis arquitectónica, cultural y social que se hace palpable en sus calles. De la urbe colonial y próspera de 1928, a la apertura económica actual, pasando por décadas de comunismo, así ha ido cambiando. 

La lenta transformación de La Habana, desde el viaje de Coolidge al de Omaba
La lenta transformación de La Habana, desde el viaje de Coolidge al de Omaba
Diego Caldentey

Mucha agua ha transcurrido bajo el puente desde el anterior viaje oficial de un presidente de EE.UU a Cuba, al actual de Obama. En 1928, Calvin Coolidge arribó a la isla caribeña y fue el último de los primeros mandatarios norteamericanos que arribó al país. Ochenta y ocho años después, es el turno de una nueva era. Sin embargo, desde aquella fecha hasta hoy, la capital de Cuba ha experimentado una lenta transformación, desde el punto de vista económico, arquitectónico y social.

Hace casi nueve décadas, los ojos de Coolidge descubrieron una ciudad con sus rasgos coloniales nítidos. La Plaza Vieja es el estandarte de esta línea arquitectónica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El espacio ha sido sometido a una profunda restauración, al igual que la Catedral de la Habana (comenzada a construir en 1777). El edificio es uno de los mejores exponentes de la corriente barroca en América. 

Cuando el último presidente norteamericano que precedió a Obama llegó a la isla, La Habana era próspera y se enorgullecía de haber inaugurado dos de los edificios centrales de la ciudad: el Palacio Presidencial (inaugurado en 1920), y después convertido en el Museo de la Revolución, y el Gran Teatro de la Habana (que data de 1915 y donde mañana Obama pronunciará su trascendental discurso).

En la década del 20, poco antes de que Coolidge llagara a la isla, se produce el desembarco de la mafia de EE.UU, que marca una revolución en materia arquitectónica en La Habana. Como parte de su expansión en el juego, se construyen una serie de hoteles similares a los de Las Vegas. El Hotel Habana Riviera es uno de los mejores exponentes de esta tendencia.

La Revolución de 1959 marca un punto de inflexión para Cuba. El embargo comercial de Estados Unidos transforma el estilo de vida de los cubanos, y también 'las postales' de La Habana, que comienza a adoptar métodos soviéticos de construcción. Allí nacen las famosas Escuelas Nacionales de Arte de Cuba. El proyecto incluía la Escuela de Ballet, de Música, de Arte Dramático, de Artes Plásticas y de Danza Moderna, y aún está inacabado en su totalidad.

Posteriormente, la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética marcan un nuevo rumbo errante para la alicaída economía cubana. Es el momento de la entrada de capitales, que favorecen los desarrollos hoteleros sobre algunos de los sitios más emblemáticos de la isla.

Es el inicio de la era del turismo internacional, con la aparición de un fenómeno inusitado en La Habana: el nacimiento de la arquitectura contemporánea destinada al lujo y al confort, con grandes complejos hoteleros.

Desde este momento bisagra a hoy, el cambio en la fisonomía cubana es palpable. Ya no son pocos los empresarios que se mueven libremente entre Cuba y los EE.UU, como intermediarios buscados por el creciente número de inversores estadounidenses, políticos y celebridades que van a Cuba. 

La Habana, desde Cooldige a Obama, parece la misma a grandes trazos. Su fisonomía es similar de la de varias décadas atrás. La gente pulula por las calles, apenas se vislumbran edificios modernos, pero ha habido una explosión de pequeñas empresas privadas.

Por primera vez desde los años sesenta, cuando Castro declaró una "ofensiva revolucionaria" para "erradicar todas las formas de comercio privado," a los cubanos se les permite hacerse cargo de sus vidas materiales. La gente está mejor vestida, hay más coches en la carretera y asoman nuevos restaurantes, bares y albergues, donde los cubanos alquilan habitaciones a los visitantes extranjeros.

La vida nocturna de La Habana ha vuelto a resucitar. La Fábrica de Arte Cubano reúne a bailarines, cineastas, pintores, fotógrafos y músicos. En la ciudad, el Cabaret Las Vegas ofrece un espectáculo nocturno al mejor estilo norteamericano.

La Habana, durante mucho tiempo un páramo culinario al estilo soviético, ahora también es un buen lugar para las salidas de ocio de miles de españoles, italianos, iranís, turcos, suecos, o chinos. El turismo internacional ha aumentado un 20% en la isla respecto al pasado año. La metamorfosis de la ciudad es lenta, pero avanza a buen ritmo.

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