Uganda corona a un nuevo rey tribal en medio de tensiones con el Gobierno central

  • A Rukidi IV le gusta el Arsenal. A sus 18 años es el nuevo rey de Tooro, en Uganda. Los reinos tribales en este país centroafricano siguen siendo quienes mueven a las distintas comunidades ugandesas yl Gobierno central del presidente Museveni reconoce el papel de los monarcas tribales oficialmente. Pero algunos de estos reyes reclaman su propia autonomía y exigen que el Estado pague dinero por ocupar lo que consideran únicamente su territorio.
Ben Simon | GlobalPost

(Fuerte Portal, Uganda). Cuando un desgarbado adolescente ugandés se hizo cargo recientemente de uno de los reinos tribales más antiguos de Uganda, resultó difícil decir qué sentía el joven monarca sobre el puesto que acababa de heredar.Oyo Nyimba Kabamba Iguru Rukidi IV, de 18 años, se convirtió técnicamente en el rey de Tooro, en el oeste de Uganda, cuando tenía 3 años, al morir su padre repentinamente de un ataque cardiaco. Pero la tradición de Tooro estipula que un rey no puede asumir totalmente sus responsabilidades hasta que es mayor de edad.

Por lo tanto, unos cuantos días después de su 18 cumpleaños, con las montañas Rwenzori cubiertas de nieve a lo lejos, los súbditos entusiasmados de Oyo se arremolinaron en los jardines de su palacio en una colina y presenciaron la ceremonia de su mayoría de edad. En el acto estuvieron presentes líderes tribales de todo África y la élite política de Uganda, incluido el presidente Yoweri Museveni.

Algunos invitados, los más distinguidos sentados sobre la plataforma adyacente a la puerta de palacio, tan sólo vestían pieles de animales y joyas. Los jefes de los clanes, evidentemente menos ricos, llevaban trajes oscuros y camisas mal planchadas. Pero llevaban lanzas, lo que recordaba tácitamente la naturaleza tribal del evento.

Durante gran parte de la ceremonia, bien cuando saludaba a un noble de Ghana o a un invitado de un pueblo vecino, Oyo no parecía muy cómodo. Daba la impresión de que estaba malhumorado. “Es muy amigable, pero es un joven muy reservado. No se cómo aguanta toda la presión”, dice Evah Baguma, de 50 años, vieja amiga de la familia. “Le he visto en el palacio, y a veces me siento mal por él, con todo ese protocolo, las normas sobre cómo se debe de comportar...”.

La aparente incomodidad de Oyo durante la ceremonia también puede estar relacionada con el estatus políticamente volátil de los reinos tribales en el Uganda moderno.La independencia del país de Gran Bretaña en 1962 fue resultado directo de un pacto entre la élite política y la tribal. El socialista instigador de la independencia Milton Obote se convirtió en el primer ministro y concedió la presidencia al rey Edward Mutesa, de la mayor tribu de Uganda, los Buganda.

Pero el acuerdo no aguantó mucho tiempo. En 1966 Obote expulsó a Mutesa y reclamó la presidencia para sí mismo, declarando a todos los reinos tribales fuera de la ley.La inestabilidad y el resentimiento que se produjo a raíz de esas expulsiones provocó en gran parte al golpe de Estado de 1972 del colorista pero brutal dictador militar Idi Amin, según sostienen numerosos analistas e historiadores ugandeses.Museveni, presidente desde 1986, restauró las monarquías tribales en 1993, pero insistió en que funcionarían únicamente como “instituciones culturales”, para prevenir así una crisis como la de 1966.

En el noroeste de Uganda se han descubierto yacimientos de petróleo que producen más de 2.000 millones barriles de petróleo. Esas tierras pertenecen históricamente al rey de Bunyoro, una región tribal que rodea el lago Albert. El rey de Bunyoro insiste en que su reino tiene derecho a una parte de los futuros ingresos por ese petróleo, pero el Gobierno central ha rechazado su demanda.

Por su parte, en Uganda central la monarquía Buganda demanda que se le otorgue a su región un estatus federal semi autónomo, argumentando para ello la cada vez más grave corrupción del régimen de Museveni. La tensión entre Museveni y los Buganda desembocó el pasado septiembre en revueltas en la capital del país, Kampala, que causaron al menos 30 muertos.

Con la reina de Buganda sentada a unos pocos metros de él, Museveni a su inmediata derecha, y los altos cargos de su monarquía denunciando al Gobierno por ocupar ilegalmente tierras del reino sin pagar nada a cambio, es posible que el joven rey Oyo se encontrase un tanto incómodo adentrándose en el campo minado de las relaciones entre el presidente de Uganda y sus reyes tribales.

Quienes aseguran conocer al monarca sugieren que seguramente habría preferido estar viendo el fútbol. “Es un adolescente, le encanta el Arsenal”, reconocía la princesa Dorothy Kagoro poco antes de que empezase la ceremonia.

En entrevistas con los medios locales Oyo habla de forma entusiasta sobre Jay-Z y no menciona temas políticos. Pero eso probablemente cambiará, en parte porque mucha gente en Tooro todavía reverencia la monarquía y busca liderazgo en ella.“Tiene el poder para unirnos. Nos puede llamar, puede hacer que estemos juntos”, dice John Mugisha, clarinetista de la banda de la policía que tocaba en la ceremonia.

El portavoz oficial de Oyo no ha descartado la posibilidad de que el reino pueda reclamar también un Estado federal semi autónomo. “Todavía tenemos que estudiar varias propuestas”, dijo el ministro de Información Frederick Nyakabwa Atwoki.

En la ceremonia, Oyo no dijo nada.Se sentó en su nuevo trono (un regalo de la comunidad de emigrantes de Tooro en Londres), recibió regalos de lanzas y tambores de los líderes de los clanes que se le acercaban nerviosamente, y cuando llegó el momento hizo el incómodo pero crucial paseo ceremonial entre una serie de cabañas. Todos los reyes antes que él recorrieron ese mismo camino.“Ha sido un joven hasta ahora, pero ahora que ya ha cumplido la mayoría de edad vamos a ver qué tipo de hombre es”, dice Atwoki.

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