"Estaba predicando en un convento cuando las milicias de los tutsis me cogieron y me llevaron para matarme a un cementerio porque pensaban que era un hutu. Escapé de milagro". Este es el testimonio de Juan Hagenimana, un sacerdote de 45 años de la etnia tutsi que perdió a toda su familia durante el genocidio de Ruanda.
Unos días después, Juan decidió irse a un campo de refugiados en el Congo. Allí permaneció cuatro años. "Era como vivir en un campo de concentración. Se mezclaba gente de todo tipo, víctimas con verdugos y las chicas jóvenes que no tenían pareja, a menudo eran violadas. Además, la ayuda alimentaria nunca era suficiente ".
Los recuerdos de Juan de aquella época suenan a tristeza, a miedo y a frustración. "Este genocidio es una publicidad porque los tutsis quieren aplastar a la etnia que prohibió la guerra. Durante los 100 días de la barbarie murió mucha gente de ambos bandos y eso se calla". Cuando le preguntamos por qué, Juan nos cuenta que a día de hoy quiénes fueron los auténticos artífices de la cacería continúa siendo un tema tabú. "El Gobierno no deja que se conozcan las muertes causadas por tutsis y si sospechan de alguien lo eliminan automáticamente".
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Juan al igual que muchos otros ruandeses ha llegado a la conclusión de que el genocidio fue preparado y planificado por las potencias internacionales. "Después de la masacre se hicieron con el Ejército de Ruanda, Uganda y Burundi para derrocar al presidente del Congo y apoderarse de la riqueza de sus minerales. Ese era su objetivo desde el principio de la guerra y lo consiguieron. Todo Ruanda lo sabe. Fue la avaricia del Congo lo que generó nuestras muertes. Después lloraron. Pero ya no vale".
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Veinte años después, la población no habla. La sensación en el país es de desconfianza, tanto de uno como de otro bando. Los hutus por temor a las represalias, los tutsis por miedo a que se conozca la verdad. Y mientras tanto la reconciliación entre las etnias no llega. "Si no hay diálogo y si no se deja de obligar a la población a ser víctima el uno del otro, el conflicto seguirá vivo durante generaciones", sentencia Juan.
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