Una holandesa, guerrillera de las FARC

  • La holandesa Tanja Nijmeijer ejerce de traductora para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia desde hace más de siete años. Al principio realmente convencida por la causa de los guerrilleros, se incorporó a sus filas. Ahora, deseosa -según su familia- de salir de la prisión que supone pertenecer a las FARC, Nijmeijer parece atrapada en la selva sin posibilidad de huir a pesar de sus deseos de dejarlo.
John Otis | GlobalPost

(Bogotá, Colombia).Cuando los rebeldes colombianos interrogaron a tres rehenes estadounidenses en 2003, una atractiva mujer europea, con pantalones de camuflaje bajos de cadera y el ombligo al aire, hizo las veces de traductora. Al principio parecía una “aspirante a revolucionaria”, escribió el ex rehén Marc Gonsalvez en un libro publicado el año pasado.

Pero Tanja Nijmeijer, profesora de holandés y la única europea que se sepa que forma parte del mayor grupo revolucionario de Colombia, podría tener un perfil mucho más frío. Cuando Gonsalves le preguntó qué harían los rebeldes a los prisioneros de EE UU en el supuesto de un intento de rescate, le contestó: “Mataremos a todos”.

La implicación de Nijmeijer en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se conoció por primera vez hace tres años, cuando se encontraron sus diarios en la selva. Ahora, un libro y un documental estrenado el mes pasado en Holanda sacan a la luz la asombrosa historia de esta mujer y los vanos intentos de sus padres por conseguir que regrese a casa.

“¿Cómo puede ser que una chica del norte de Europa opte por lograr la justicia social tomando las armas con uno de los movimientos revolucionarios más crueles del mundo?”, se pregunta Liduine Zumpolle, que trabaja con guerrilleros desmovilizados en Colombia y es coautora del libro “Tanja: a Dutch Woman in the FARC" [“Tanja: una holandesa en las FARC”].

Nijmeijer no es la primera persona extranjera que es seducida por la revolución.Desde la década de 1960 un goteo constante de personas de izquierdas ha viajado a América Latina para unirse a los grupos guerrilleros. Pero la mayor parte de esas milicias acabaron siendo desarmadas o derrotadas, y algunos de sus colaboradores extranjeros murieron o terminaron en la cárcel. El mes pasado un juez en Lima concedió la libertad condicional a la neoyorquina Lori Berenson, que pasó 14 años detrás de las rejas por colaborar con rebeldes peruanos.

No obstante, muy pocos extranjeros se han unido a las FARC, un grupo ampliamente rechazado en Colombia debido a su implicación en el narcotráfico y por sus violaciones contra los derechos humanos, secuestrando a cientos de personas a cambio de un rescate.Nijmeijer, que ahora tiene 32 años, es una de las contadas excepciones.

Tanja creció en una pequeña ciudad holandesa en una familia de clase media. Cuando era estudiante universitaria vivió como okupa en casas abandonadas y salía con los radicales del campus. Le interesaron los rebeldes zapatistas mexicanos, y fue brevemente encarcelada por participar en manifestaciones contra las masacres de paramilitares en Colombia.

En 1999 viajó a Colombia, en donde se dedicó a enseñar inglés y aprender español, y se sintió abrumada por las abrumadoras diferencias sociales entre ricos y pobres. “Cuando ves por primera vez tanta pobreza es inevitable que te preguntes ¿qué puedo hacer para ayudar a esta gente?”, dijo la madre de Tanja, Hannie Nijmeijer, en una entrevista concedida a la revista colombiana Semana. “Pero no sé por qué acabó uniéndose a la guerrilla”.

Poco a poco Nijmeijer se fue convenciendo de que la causa de las FARC era justa, y en 2002 se unió a la guerrilla en Bogotá. Según informes de la inteligencia militar, Nijmeijer participó entonces en ataques con bombas a autobuses públicos y a una comisaría de policía.

“También habla inglés, alemán y algo de francés, así que resulta muy útil para traducirles mensajes a los comandantes”, explica Edwin Koopman, un periodista holandés que ha escrito sobre ella.Deseando participar más activamente en la guerra, Nijmeijer se unió en 2003 a una unidad de las FARC en la selva al sur del país. Por entonces los rebeldes estaban sufriendo una intensa ofensiva militar que eventualmente produciría deserciones masivas y reduciría el tamaño de las FARC de 18.000 a 8.000 efectivos.

“Tenía grandes esperanzas de que las FARC tomarían el poder”, afirma Zumpolle. “Pero justo cuando ella se sumó, la guerrilla sufrió algunas de sus mayores derrotas”.

Nijmeijer, que ha adoptado el alias de Alexandra, se comenzó a desilusionar rápidamente. Apenas la llamaban para participar en misiones importantes y se pasaba la mayor parte del tiempo en entrenamientos, caminando por la selva o haciendo guardia.

En sus diarios, que fueron encontrados por soldados del ejército en un campamento rebelde abandonado tras un ataque de junio de 2007, Tanja habla de su aburrimiento, de la promiscuidad sexual entre los guerrilleros y del cinismo y egoísmo de los comandantes machistas de las FARC.

“¿Cómo será cuando tomemos el poder?”, se preguntaba. “¿Las mujeres de los comandantes en Ferraris, con implantes en los pechos y comiendo caviar?”En otro apartado de sus diarios escribía: “Esto valdría la pena si supiésemos por qué luchamos. Pero la verdad es que ya no creo en esto”.También se preguntaba si alguna vez logrará salir viva de la selva, apuntando que “uno aquí es más o menos como un prisionero”.De hecho, unirse a las FARC es como una cadena perpetua. A los desertores se les castiga con la muerte.

Nijmeijer comenzó a echar tanto de menos su casa que los rebeldes permitieron que su madre la visitase en un campamento en julio de 2005. “No dejo de darle vueltas a dos cosas: si está viva o si está muerta”, confiesa Hannie Nijmeijer en el documental "Closer to Tanja" [Más cerca de Tanja] del director holandés Leo de Boer. Las autoridades colombianas, mientras tanto, sostienen que Nijmeijer participó en varios atentados con bombas en Bogotá en 2002 y 2003.

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