Barcelona, 20 sep.- Una nonagenaria catalana ha rescatado del olvido la historia del campo de internamiento de Miellin (Francia), donde ella y su familia pasaron varios meses en 1939, y ha conseguido que las autoridades del país vecino reconozcan oficialmente su existencia.
Aurèlia Moyà-Freire recoge su investigación, que escribió tras su jubilación, en una autobiografía titulada "Vinc d'Arbeca. Una infància travessada per la guerra i l'exili" (Vengo de Arbeca. Una infancia atravesada por la guerra y el exilio), que ha editado ella misma.
En una entrevista concedida a Efe, Aurèlia Moyà-Freire explica que, cuando se jubiló, quiso visitar el lugar en el que las autoridades francesas internaron en 1939 a unas 600 personas, la mayoría mujeres y niños y algún hombre discapacitado, todos ellos españoles republicanos que huían del final de la Guerra Civil.
Entre esas 600 personas, se encontraban ella misma y su madre, hermanos, tías y primos, procedentes de la localidad leridana de Arbeca, que habían llegado a Francia tras un penoso viaje hacia el exilio francés.
Tras pasar un tiempo en las poblaciones francesas de Le Boulou y en Plancher-Bas, un tren con refugiados españoles los trasladó hasta una fábrica abandonada situada en un paraje cercano a Miellin, en la Alta Saboya, en el norte de Francia.
Moyà-Freire recuerda las penalidades que sufrieron ella y su familia en ese lugar, el hambre, el frío intenso, con temperaturas de 20 grados bajo cero y una única estufa de leña por dormitorio, la escasez de higiene que causó sarna a muchos niños y enfermedades graves que precisaron hospitalización.
Sin medicamentos, las madres "nos inundan el cuerpo con lejía, y el remedio parece peor que la sarna. El dolor es insoportable" y añade: "la sarna para mí tiene un solo aspecto positivo: el calvario consigue relegar a un segundo plano el hambre que me atenaza el estómago", rememora.
Tras conseguir salir del campo en febrero de 1940, Aurèlia Moyà-Freire consigue rehacer su vida junto a su familia en el sur de Francia, donde vive actualmente y donde ha formado una familia propia tras casarse con un ciudadano francés.
Cuando ya jubilada decide recordar aquel episodio de su adolescencia y viaja a Miellin, se percata de que no existe ningún recuerdo del campo y de que nadie, ni siquiera el alcalde de la localidad, tiene conocimiento de que a finales de los años 30 del siglo pasado habían estado internados centenares de niños y mujeres españolas en la fábrica abandonada.
Junto con su amigo Ramon Safon, y asesorados por la profesora de Historia Colette Gaidry, Moyà-Freire emprende entonces una investigación por diversos archivos franceses, especialmente el de la Alta Saboya, y consigue elaborar una lista de unas 600 mujeres y niños que estuvieron confinados en Miellin, y crea el Amical del Campo de Miellin.
Actualmente, una gran piedra irregular con la bandera republicana está erigida en Miellin recordando la existencia del campo y su historia.
Aurèlia, que asegura que en su libro "he hablado con el corazón", recuerda también en el mismo la anécdota de que su prima Maria Sans inspiró y sirvió de modelo al escritor Ernest Hemingway cuando escribió su libro inspirado en la Guerra Civil "Por quien doblan las campanas".
Su joven prima enamoró durante la Guerra Civil a un miembro de las Brigadas Internacionales, Stig Berggren, de Suecia, con quien vivió una imposible historia de amor de la que Aurèlia fue 'correo' cuando tras la Segunda Guerra Mundial acudió a Estocolmo al Congreso Mundial de la Paz, donde ejerció de traductora y se encontró con Berggren a petición de su prima.
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