OPINION

La desinformación perdió las elecciones europeas, pero volverá con más fuerza

Putin
Putin
EFE

Se pueden hacer muchos balances diferentes sobre las elecciones europeas del pasado 26 de mayo. Se puede hablar de la subida de los liberales y de los verdes, se puede recordar que el Partido Popular Europeo vuelve a ser el más votado, se puede señalar el auge del nacionalpopulismo, o bien subrayar que al final no ha sido para tanto. Hay muchas lecturas posibles. Pero hay un aspecto en concreto en el que creo que sólo hay una enseñanza que extraer: ante el desafío que suponía la amenaza de la desinformación, la Unión Europea ha sabido reaccionar, prepararse y controlar los daños.

Recordemos que la desinformación (denominación más completa y certera del fenómeno que la sobreutilizada “fake news”) ya llevaba años siendo una pesadilla en cada acontecimiento político y electoral en Europa y en otros lugares del mundo. Consta la manipulación en los últimos comicios presidenciales franceses, que estuvieron cerca de dar la victoria a Marine Le Pen. También sabemos que hubo serios intentos de interferir en Países Bajos o en Alemania. Y, aunque esto siempre es difícil de afirmar con total certeza, es muy posible que la desinformación fuera decisiva en el resultado del referéndum del Brexit y en la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos.

Todo esto ha sucedido en los últimos años ante nuestros ojos, en un primer momento atónitos. No sabíamos qué hacer, ni siquiera teníamos claro a qué nos enfrentábamos. Tocaba cuestiones muy sensibles como la libertad de expresión, pero también era un problema de seguridad. Por suerte, la Unión terminó por reaccionar y en diciembre puso en marcha el Plan UE contra la Desinformación, que incorporaba recursos, creaba herramientas e implicaba a todos los gobiernos nacionales.

El 26 de mayo era la prueba de fuego, y podemos decir que la hemos superado. No es un brindis al sol ni una victoria contra un hombre de paja: consta que se han empleado técnicas de desinformación para influir en los resultados y en la participación. Y sabemos de dónde han llegado los ataques: principalmente de Rusia. Vladimir Putin está empeñado en usar estas herramientas para desestabilizar a la Unión Europea. Es una lástima esta hostilidad. Rusia es parte de Europa y, a pesar de los desencuentros históricos, en ningún lugar está escrito que debamos ser adversarios.

El comisario de Seguridad Julian King ha revelado que se descubrieron 600 páginas de Facebook operando en varios países de la Unión (entre ellos España) destinadas exclusivamente a difundir informaciones falsas y a extender el discurso del odio. En nuestro país, algunas de estas páginas estaban vinculadas a Vox y subían contenidos islamófobos. Algo que ya había ocurrido en ocasiones anteriores en otros países de nuestro entorno.

Lo paradójico (o no tanto) es que esto coincida con el cierre por parte de Twitter de 130 cuentas vinculadas a ERC, dedicadas a intoxicar en relación con el 'procés' y con la imagen de España en el exterior. En realidad, la implicación de Moscú en la propaganda sobre el intento de golpe de Estado en Cataluña tiene un largo recorrido y es sobradamente conocida. El Kremlin no tiene un interés particular ni en la causa secesionista ni en el triunfo de Vox. Sólo quiere desestabilizar a las democracias europeas como forma de debilitar Europa. El premio que espera conseguir está en Ucrania, en Oriente Medio e incluso en el Mediterráneo.

No podemos dormirnos en los laureles. La desinformación no es un fenómeno nuevo, pero la tecnología lo ha hecho especialmente peligroso. Y la innovación tecnológica lo mantendrá vivo, y nos obligará a detectar nuevas amenazas y articular nuevas soluciones para neutralizarlas. El ensayo y error deberá ser nuestro modo permanente de combatirlas. El deep fake -los vídeos en los que vemos a alguien decir con su voz cosas que nunca dijo -resulta preocupante, pero tiene algo positivo: al menos sabemos a lo que nos enfrentamos. Lo realmente alarmante es que, sin ninguna duda, en este momento alguien está diseñando una nueva forma de manipular que ni siquiera conocemos.

Ni complacencia ni pesimismo: la Unión Europea está capacitada para enfrentarse a la desinformación y derrotarla, como el enemigo reconocido que es. Lo importante es que todos seamos conscientes de lo que significa y lo esencial que es nuestra participación activa.

* Beatriz Becerra es vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos en el Parlamento Europeo y eurodiputada del Grupo de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE). Es autora de Eres liberal y no lo sabes (Deusto).

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