OPINION

El morbo del vestido de Pedroche: el motivo por el que nos ha vuelto a enganchar en las uvas

Vestido de Pedroche 2019
Vestido de Pedroche 2019

Ya un vídeo calentaba motores. Cristina Pedroche aparentemente desnuda en la Puerta del Sol. Todo perfectamente medido: la gente observa a la presentadora e interactúa con ella en la vía pública. Unos píxeles ocultan un cuerpo que pretendía dar a entender que no lleva ni una pieza de ropa.

Pedroche estaba protagonizando lo que fue una publicación en Instagram para seguir alimentando la expectación alrededor del vestido que llevaría en la emisión de las doce campanadas de fin de año en Antena 3. Es más, parecía que jugaba a insinuar que, esta vez, incluso podría aparecer completamente desnuda. "No es cuestión de atreverme. Es cuestión de ser libre y de elegir lo que me de la gana. Os vais a quedar de piedra", escribía la presentadora en su cuenta. Y así fomentaba más y más la especulación facilona y los dimes y diretes de un espectador al que ya todo esto le empieza a parecer repetitivo. Como un déjà vu de cada final de diciembre.

Y lo cierto es que Pedroche ni siquiera ha innovado en esto del destape en la Nochevieja española, que viene de lejos. Ya en una gala de Nochevieja de 1985, Cicciolina protagonizó el primer desnudo integral en TVE. Fue en la última noche del año. Fue en directo. Y en los ochenta.

Treinta y cuatro años después, este 31 de diciembre, Antena 3 ha vuelto repetir el protocolo: Cristina Pedroche ha aparecido cubierta con una capa que escondía el vestido de marras y, de esta forma, la cadena se ha asegurado el hecho de retener a los curiosos más tiempo e ir acrecentando la audiencia del canal a medida que se acercaba el punto álgido de la emisión, las doce campanadas.

Pedroche tapada nochevieja 2019
Pedroche tapada nochevieja 2019

Como quien te enseña un regalo envuelto y te impide abrirlo hasta el momento convenido. Justo en el instante exacto para pulverizar el share, Pedroche se ha destapado y, oh, sorpresa, ha intentado rizar el rizo con su vestido-escultura de Jacinto de Manuel que juega con las curvas y la silueta de su cuerpo.

Pedroche vestido Nochevieja 2019 2020
Pedroche vestido Nochevieja 2019 2020

A su lado, Alberto Chicote demostrando que no es sólo chef. También es presentador de variedades. Aunque se ofenda cuando bromean con él y le preguntan si llevaría calzoncillos durante la emisión, como ocurrió hace unos días en 'Espejo Público'. Su compañera casi desnuda en los últimos años, pero con él, ni una broma al respecto, que le parece "poco elegante". Hay situaciones que con los hombres son poco elegantes, pero con las mujeres resultan muy "divertidas". Saquen sus propias (y machistas) conclusiones al respecto con la estampa: un hombre abrigado con su traje junto a una presentadora que atrae a la audiencia a base de especulaciones con lo que cubrirá (o no) su cuerpo.

Existen temas en los que quizá no hemos avanzado tanto como creemos. En una sociedad con una cultura tan marcadamente machista, tenemos interiorizados roles donde la mujer tradicionalmente ha sufrido unas exigencias físicas que no se demandan al hombre en las mismas circunstancias. Pero Pedroche sigue defendiendo que nadie la obliga a este juego, que ella hace con su cuerpo lo que le da la gana.

Show pensado para subir el share

Empoderamiento femenino para algunos, frivolidad para otros. Incluso pueden ser las dos cosas, o todo lo contrario. En cualquier caso, el momento del vestido de Cristina Pedroche es objetivamente un show que levanta el share porque crea una cita que no deja indiferente a la audiencia. Y todos a coger el mando para sintonizar Antena 3, aunque en el último segundo se vuelva a tomar las uvas en La 1 por aquello de la tradición de verdad.

De esta forma, Antena 3 ha alcanzado hasta ahora los mejores resultados en audiencia en las campanadas de su historia. Pedroche lleva pasando el fin de año en Sol desde 2014, cuando La Sexta apostó por ella y disparó el interés por su vestimenta. Pero ¿por qué despierta tanto debate la piel de Pedroche en un especial de fin de año en el que siempre han existido presentadoras con espectaculares vestimentas?

Pedroche no es una guapa de manual. Su carácter y su trayectoria representan a la chica de barrio con un accesible grado aspiracional con el que la audiencia se puede identificar. Llegó a la tele con una difícil papeleta: ser la sustituta de Pilar Rubio. Nueva reportera en la redacción de 'Sé lo que hicisteis' con la complicación añadida de hacer olvidar el recuerdo de un rostro que se había alzado como toda una revelación mediática. Tomaba el testigo con todos los boletos para que las odiosas comparaciones hicieran mella en su trabajo. Sin embargo, Pedroche rápidamente se hizo hasta más popular que Rubio, reconvertida en fichaje estrellado de Telecinco.

Porque Pedroche era más que una reportera telegénica. Y ahí está el secreto de su éxito, que pilló a todos por sorpresa. Era una chica normal, de barrio, exactamente de Entrevías en Madrid, que estaba formándose en la universidad pero, además, que venía de una escuela callejera llamada Vallecas. De la humildad a la prosperidad con un as en la manga y clave de su triunfo: más que demostrar su solvencia, se instaló en La Sexta con una intuitiva capacidad para aprender que ha ido demostrando en formatos como 'Otra Movida', 'Zapeando', 'Los Viernes al Show', 'Pekín Express' o 'Dentro De'.

Ya en el primer casting, derrochó ese instinto a la hora de comunicar y camelar al personal de la productora, Globomedia. No era sólo una chica atractiva, apuntaba olfato y dotes para dar riendas suelta a las cualidades de una comunicadora nata. No era la más perfecta, no era la mejor, pero sí contaba con lo más importante en televisión: personalidad con capacidad de evolución y crecimiento. Y mucha pasión para jugar, reírse de sí misma... y apuntarse a un bombardeo si hace falta.

Y así ha sido. Tanto que quizá se le he terminado por ir de las manos. Porque ahora el morbo por ver qué se pone o no encima ya nubla cualquier posibilidad de sorprender por talento. Porque, lo haya planeado o no, sea por voluntad propia o por hacer lo que cree que se espera de ella, Pedroche se ha dejado arrastrar por la fórmula fácil de la expectación por vía del morbo más primario del espectador.

Y lo que es peor: la Nochevieja está engullendo cualquier atisbo de esa evolución profesional de Pedroche que hace unos años apuntaba maneras, atascándola en la efímera especulación de cuánto más se desnudará o no la próxima vez. Viva la libertad de ser como quieras ser, actuar o vestir, pero el problema surge en el instante en el que esa libertad se malentiende hasta torcerse en un boomerang que frena la proyección del talento y lo reduce a un cotilleo de usar y tirar.

Sea como sea, lo que salta a la vista es que esta fórmula ya cansa, redunda y no tiene mayor recorrido para su protagonista. ¿Cuántos años más se jugará con el atuendo de Pedroche en las campanadas? Poco puede dar más de sí este asunto que no sea un incómodo y empañado espejo en el que reflejarnos ya en 2020.

Borja Terán.

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