OPINION

El telón televisivo en peligro de extinción: de Carson a Buenafuente

Buenafuente telón
Buenafuente telón

Ya no hay prácticamente telones en los platós de televisión. Ya no se llevan. Están en peligro de extinción. Mejor si hay una buena pantalla de led  que se abre y cierra con fruición. Aunque los decorados de todos los  programas parezcan el mismo. Porque todos alquilan la misma pantalla gigante. Es barata y práctica.

Lejos quedan ya aquellos grandes telones de glamourosa gala que lo mismo servían para tapar a la orquesta Alcatraz en 'Hola Raffaella' que para ocultar el desmontaje de un teatrillo en las 'Noches de Fiesta' de José Luis Moreno. 

Había telones de todo tipo: que si venecianos, que si con (mucha) brillantina, que si semitransparentes. Y es que las transparencias han estado planeando en la televisión de siempre. Y cada telón contaba con su papel. Aunque probablemente el telón más mítico era y será el multicolor de Johnny Carson, el maestro del late night norteamericano. 

Este telón, que se abría cada noche al paso de Carson y que guardaba su espalda en pleno monólogo, tenía cinco colores. Naranja, amarillo, azul, verde y rosa. Vestía un punto hortera, pero también atesoraba una elegancia de postín. Como Carson, que primero hizo el programa en la urbe del Rockefeller Center y, más tarde, en los antiguos estudios de la NBC en Burbank, Los Ángeles, platós que ya no pertenecen a la histórica compañía televisiva. Pero siempre con su telón, que le daba esa entidad  que identificaba el espectador.

En España ha sido Andreu Buenafuente el que ha recuperado un buen telón como elegante icono que corona su plató. En este caso, un telón bicolor. Que también da caché, siguiendo la estela de los maestros de la comedia televisiva clásica.

El telón de 'Late Motiv' de Buenafuente ya es un sello del programa. Es un protagonista más del show. Está vivo, respira, se mueve y el espectador puede jugar a imaginar a pensar lo que está pasando detrás de él. A veces, incluso da pistas de que algo va a pasar. La profundidad de las escenografías y sus sombras por los resquicios del fondo de la imagen, tan importantes y tan olvidadas en la televisión de hoy. 

Cuando no están en plano general, prácticamente todos los decorados de programas de las diferentes cadenas parecen casi el mismo. Pocos formatos indagan en elementos rotundos que les distingan de verdad del resto y que, así, otorguen un carácter aplastante a su espacio.

La escalera del 'Un, dos, tres', el ascensor de 'Hola Raffaella', la nave espacial de 'Crónicas Marcianas' o el telón de 'Tonight Show' de Carson. De hecho, el este último siempre será el mejor ejemplo, esté presente en el formato que esté presente, ya que el telón representa la esencia del teatro. Y justo a los grandes decorados de la televisión actual les falta volver a los trucos del teatro clásico: en luz, en atrezo, en enseñas creativas, en recovecos. 

La escenografía no sólo es un elemento para envolver el desarrollo del formato, también debe potenciar artísticamente el contenido del formato que acoge. Con su suspense, con su efectismo, con su apoteosis, con su atmósfera. No todo puede ser una proyección de relleno en una gran pero plana pantalla de led, que encima ya tienen todos los programas de fondo. 

La artesanía tradicional del atrezo clásico enriquece el contenido, ayuda a ser único y destacar entre lo homogéneo gracias a los matices que calan en la memoria colectiva. Un recuerdo que cuaja porque el fondo escénico del programa hasta te permite descubrir si existe una sombra esperando para salir detrás del telón. Un telón que quizá es de baratillo, pero con la luz televisiva se siente mágico. 

Borja Terán.

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