OPINION

La televisión como centro de la campaña: los candidatos esquivan la sobreexposición en prime time

Imagen de Atresmedia del plató del 'debate decisivo'
Imagen de Atresmedia del plató del 'debate decisivo'

Por primera vez, la audiencia española ha asistido a dos debates políticos consecutivos. Un nuevo escenario que plantea un desgaste para los candidatos y la propia audiencia televisiva.

Tras la primera vuelta en el Estudio 1 de TVE, Atresmedia ha optado por un debate final con un planteamiento más sencillo en realización visual que, en principio, ha intentado jugar la baza de la pregunta y repregunta del periodista como sello diferencial. Así el grupo de comunicación privado de Antena 3 y La Sexta ha pretendido focalizar la atención de un espectador medio que está resabiado de los discursos prefabricados, que emocionan a las parroquias de cada partido, pero que no trascienden al voto del resto de la población. En realidad, son proclamas repetitivas y vacías a las que el público masivo está inmune. Más aún si vienen repetidas ya de otro prime time consecutivo.

Como consecuencia, las preguntas de Vicente Vallés y Ana Pastor eran claves para apretar más las tuercas a los cuatro líderes y que no se fueran por los rodeos de la telepromoción de su puñado de estudiados titulares. 

Pero Pablo Casado, Pablo Iglesias y Albert Rivera están muy curtidos en platós de televisión. Parece que ni siquiera les impone demasiado una cita de estas características y han ido arrastrando con habilidad el debate al monólogo que va por libre y dialoga lo justo para intentar debilitar al adversario. Pedro Sánchez,  con menos práctica en el show televisivo pero con la seguridad de ir primero en las encuestas, también ha ido resistiendo. Nadie ha perdido el norte de su estudiado guion.  

Al final, esa previsibilidad del discurso ha ido en contra de abrazar más la atención de potenciales votantes, ya que el debate ha sido plano para los candidatos.  Sin gran evolución. Televisivamente hablando, Pablo Iglesias ha sido el que mejor ha aprovechado el choque para plasmar su mensaje y utilizar a su favor las proclamas del resto. Lo ha hecho con un lenguaje tranquilo que ha dejado en evidencia al más sobreactuado, Albert Rivera.  

Atresmedia marcó un antes y un después en 2015 con la organización del primer debate a cuatro. Aquella vez sin atriles, para dejar más vulnerables en la puesta de escena a los candidatos. En esta ocasión, la escenografía ha sido más convencional, con menos realización multipantalla que ayer en RTVE y con un fondo protagonizado por una gran pantalla que ha ido cambiado de tonalidad durante la noche.

Ese cambio de imagen de fondo del decorado es una buena idea de Atresmedia para intentar dar más riqueza visual al debate. Aunque quizá al grafismo que se ha proyectado en este set le ha faltado una mayor movilidad para otorgar más ritmo interno a la profundidad del plató. Y la emisión lo necesitaba, ya que Pablo Casado, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Albert Rivera han estado monótonos para un prime time de dos largas horas. Han ido sembrando pequeños golpes de efecto -como el momento en el que Rivera sacó su tesis a Sánchez-, pero han faltado más giros que favorecieran repuntes de interés durante una extensa franja que hubiera ganado fuerza con más intervención de los moderadores y más planos de contexto, valiosos para dotar de más riqueza el relato de la tensión de la retransmisión. 

Terminan los debates electorales de una carrera a la Moncloa en el que el debate ha llegado a ser centro del debate -valga la redundancia- y, como causa-efecto, nadie ha querido exponerse demasiado en el prime time. No han arriesgado de verdad, aunque lo parezca. Porque saben que la televisión sigue siendo el medio de comunicación más poderoso y un mal paso al frente puede descolocar la campaña.

'El Debate Decisivo' de Atresmedia ha arrasado en audiencias: 27.2% y 5.2 millones en Antena 3 y 21.6% y 4.1 en La Sexta

La televisión tradicional se juega su porvenir en saber producir acontecimientos que otorgan a las emisoras la credibilidad de acompañar al espectador en su día a día. Atresmedia tiene claro esta circunstancia y ha construido una marca referencial como factoría de información. La organización de este debate representa a esa televisión en directo que crea citas destacadas con su público, ya sean creativas o informativas. Aunque, esta vez, la política de laboratorio haya ganado a la pasión del carisma que deja huella terrenalizando los discursos electorales. 

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