OPINION

'La Sexta': sus cuatro virtudes para sobrevivir como modelo de negocio en la televisión que viene

Ferreras
Ferreras

La Sexta ya lleva 20 meses consecutivos por delante de su principal rival, Cuatro. Este febrero, la media de cuota de pantalla del canal verde se ha situado en un 6.7 por ciento de share frente al 6,2 por ciento de cuota de pantalla de la frecuencia roja de Mediaset, que ha subido gracias a la táctica de traspasar a Cuatro contenidos rompe-audiencias de Telecinco como son 'La isla de las tentaciones' o 'Supervivientes', también con el infalible fútbol. 

Pero La Sexta sigue atesorando cuatro virtudes que definen cómo debe estructurarse una cadena de televisión tradicional para sobrevivir competitivamente en tiempos de multitud de oferta audiovisual, tanto en directo como en plataformas bajo demanda. 

1. Orden

La programación de La Sexta mantiene un orden constante. Su parrilla se estructura a través de grandes pilares de programación que el espectador tiene interiorizados. Se crea rutina con las citas. No se cae en la trampa de la contraprogramación que despista. El espectador interioriza, por ejemplo, que los domingos por la noche es tiempo para la relevancia informativa con 'Lo de Évole', 'El Objetivo' o 'Salvados'. Además, toda la red de programación diaria también está bien diseñada con franjas que no se mueven. Del gran carrusel matinal de 'Al rojo Vivo' a la tira de 'El Intermedio'. Programas que huyen de la temporada corta. Al contrario, crean hábito: el espectador sabe que existen en su horario, aunque no los vea.

2. Paciencia en las apuestas

Una de las grandes virtudes de La Sexta a la hora de consolidar su programación está en la paciencia en aguantar las grandes apuestas del canal durante los últimos años. No sólo es importante lanzar un producto, también es crucial que el espectador cuente con tiempo a conocer dicho contenido. Más aún en tiempos de sobredosis de oferta audiovisual. La Sexta maneja bien los márgenes para afianzar. Es lo que pasó con 'Zapeando', incluso con 'Al Rojo Vivo' o 'El Intermedio'. Estos dos últimos, nacieron en otros horarios, pero se creyó en su cometido y fueron graduando su contenido hasta que encontraron su nicho. También ha pasado con el morning show de Alfonso Arús que ha encajado en su hueco en la franja más madrugadora del canal gracias a cierta perseverancia para permitir ese rodaje que acopla el tono del show a su ecosistema.

3. Pegados en directo

De hecho, el programa de Alfonso Arús ha servido de engranaje para estirar las horas de directo de La Sexta. Porque La Sexta es un canal que ha definido su marca como frecuencia pegada al directo. Es un canal vivo como contraoferta a la televisión bajo demanda. Su imagen de marca se ha asentado en acompañar al espectador interesado en el frenesí de la actualidad política y social. Si sucede algo, el público entiende que La Sexta está lista para emitirlo con su particular autenticidad.

4. Autoría

Lo de incidir en la 'particular autenticidad' no es baladí. Porque para acompañar de verdad al espectador, hace falta cierta capacidad autoral con una personalidad propia que no despierte indiferencia. La Sexta recuerda que el futuro de la televisión se construye con autores con cierta osadía narrativa. Ferreras, Évole, Pastor, Wyoming, Mendizabal, López, Pardo, Chicote... Todos la tienen, cada uno a su manera. Son nombres propios que el espectador conoce y reconoce. Es un canal con primeros espadas peleones, hasta para intentar ir más allá en los lenguajes y protocolos televisivos como consigue 'Lo de Évole' en estas semanas, rompiendo con las mentiras preestablecidas sobre lo que funciona o no en la tele. Todos son narradores, sus miradas son diversas e indentificables y se enriquecen entre sí dentro de un canal que ha acotado su personalidad como sello propio reconocible, detalle clave para perdurar en el porvenir mediático que ya está aquí. O trasciendes. O te invisibilizas. O eres osado y sin complejos. O te esfumas.

La Sexta ha construido una parrilla de programación que no depende tanto de alimentar golpes de efecto como de un público fiel, que ha ido sumando durante años porque ha confiado en una estrategia de largo plazo. Y lo ha hecho aprendiendo que en televisión es importante ser ordenado para que el público no se pierda y también dar a ese público margen para entender e interiorizar unas propuestas que siempre serán más consistentes si intentan no ir a rebufo de nadie. Es más, trascienden más si cuentan con ese arrojo de tratar a su espectador potencial sin condescendencias.  Así La Sexta ha abierto un camino con mucho recorrido aún por andar... y experimentar. 

Mañana el análisis de Cuatro.

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