Comienza la legislatura con más incógnitas de la democracia

    • Ya nos hemos dado cuenta de la capacidad de espectáculo de Bescansa, ahora se trata de cuidar al niño.
    • Hay nuevos inquilinos en el Congreso que no serían nada sin los medios, y lo saben.
Left wing party Podemos' leader Pablo Iglesias (L)
Left wing party Podemos' leader Pablo Iglesias (L)

Es de esperar, y de desear, que Carolina Bescansa no lleve más a su bebé a los escaños del Parlamento, porque eso denotará que piensa en el niño y no en la foto. Un error es suficiente. Ya nos hemos dado cuenta de su capacidad para el espectáculo. Ahora se trata de cuidar al niño, de no someterlo al padecimiento de los flashes, de los ruidos, de los sobresaltos, de las carantoñas y de los cambios de regazo. La queja de las feministas es acertada: no se debe utilizar a los niños con tales “postureos”. La crítica de las madres de familia es ajustada: a los bebés hay que protegerlos de las amenazas del ambiente. La recomendación de los parlamentarios es procedente: el lugar de los niños es la guardería magnífica que tiene dispuesta el Congreso de los Diputados. No hay razón alguna para exponer al bebé.

Pero no confiemos en que la exhibición mediática de los nuevos parlamentarios se habrá consumado con la foto de la madre/que/no/deja/a/su/hijo/donde/debe/estar –que sí puede dejarlo pero no ha querido- porque hay nuevos inquilinos en el Congreso que no serían nada sin los medios, y lo saben. Ahí están Pablo Iglesias a la salida del pleno llorando lágrimas, políticos de la nueva hornada exhibiendo bicicletas y compañeros espectadores quejándose de que en el Congreso haya medidas de seguridad que incluyen cacheos. Todo sea por concitar a los gráficos y ocupar espacios en los medios. Como no podía ser de otra manera en los nuevos tiempos genuflexos a los principiantes, han conseguido su objetivo y la noticia de la constitución de las cámaras se ha desviado hacia la vistosidad de la puesta en escena.

Cuando, en realidad, la verdadera noticia del arranque parlamentario es que por primera vez en la democracia española nadie puede apostar sobre seguro que se alcanzará estabilidad, porque lo que se abre ante el inmediato futuro es un panorama de incógnitas. La principal incógnita radica en la formación del Gobierno. Mariano Rajoy lo va a intentar, pero le va a resultar imposible porque Pedro Sánchez se ha comprometido públicamente a negarle el apoyo del Partido Socialista. Pedro Sánchez quiere gobernar, a pesar de haber conseguido el peor resultado histórico para su partido, pero choca con los históricos socialistas que le harán imposible pactar con Podemos, que continúa queriendo jugar con la unidad de España. En medio queda Ciudadanos, dispuesto a prestar sus votos, que son insuficientes sin la complicidad de otros partidos.

La incógnita consecutiva es la duración de la legislatura iniciada. Si no hay Gobierno no hay legislatura, y habrá que ir a nuevas elecciones. Lo que empieza ahora es una sucesión de intentos con la finalidad de convencer a unos y a otros para evitarlas. Mimbres para conseguir esa cesta hay de sobra porque los tres partidos constitucionalistas- PP, PSOE y C’s- ocupan más del 70 % del Parlamento (hay que recordarlo continuamente mientras algunos trabajen para que se olvide) y sería un atentado contra al pueblo soberano que no aprovecharan la oportunidad de rendir tributo a la seguridad y la solidez políticas. Pero lo peor puede esperarse, a la vista sobre todo de la tozudez con que Sánchez se empeña en evitar que gobierne el Partido Popular de Rajoy, que ha ganado las elecciones, para gobernar él. Como ya es un lugar común desde la noche electoral, todos saben que la pelota está en el campo del PSOE.

Mientras tanto, pasan las horas y la respuesta del Estado al paripé de juramento del presidente de la Generalitat de Cataluña se hace esperar. El Gobierno dice que reaccionará, pero pasan las horas y la respuesta sigue siendo el silencio. Los independentistas consuman su reto y los funcionarios encargados por el Estado estudian. El secesionismo avanza, el Parlamento ofrece espectáculo, pasan las horas… Este impasse es otro modo de alimentar incógnitas.

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