OPINION

Goldman, las relaciones peligrosas de Nadal y el agujero negro de la CNMV

Jueves. 14 de septiembre. Las compañías eléctricas sufren un inexplicable desplome en bolsa, un varapalo que continuará en las siguientes jornadas. Según avanza el diario Expansión el viernes, todo se debe a Goldman Sachs, que en un informe restringido -solo para los ojos de sus clientes- subraya que el mercado “parece no estar teniendo en cuenta” los recortes que prepara el Gobierno en la retribución a las redes de distribución y las subvenciones. También advierte de la presión a la baja del precio de la luz, ante el aluvión de producción renovable que entrará en el mercado tras los últimos concursos. Demoledor. Pero, ¿de dónde viene esa información del banco de inversión? Pues... del propio Ministerio. La propia firma habla de altos representantes de la administración. Y la pieza que elabora el periódico económico apunta a un encuentro en Londres con el secretario de Estado de Energía, Daniel Navia. Blanco y en botella.

Pues bien, esta semana este diario publicaba que esa reunión no fue esporádica. Es más, fuentes gubernamentales admiten la celebración de una decena de esos encuentros reservados en todo 2017, presididos por el propio Navia y con el objetivo de explicar a fondo la evolución de la política energética a los BlackRock, Goldman, UBS o JP Morgan. Se trata de foros, además, que continuarán -al menos así lo indican estas fuentes- durante el año que ahora arranca. Un escenario inminente que invita, cuando menos, a una reflexión sosegada sobre cómo dotar de certidumbre a los mercados sin perjudicar el nivel de acceso a la información del accionista minoritario -y, en este caso, incluso de las propias empresas-. O también sobre dónde fijar los límites de la transparencia cuando roza la información asimétrica -si no privilegiada- para algunos actores.

El Ministerio de Energía no solo actúa con las mejores propósitos, sino que tiene sus argumentos para defender el procedimiento. Y, desde luego, subraya que no se facilita en esos cónclaves ninguna información que no sea ya pública o que el ministro o su número dos no hayan compartido ya en el Congreso o en otros acontecimientos abiertos. Claro que, si eso fuera así, ¿por qué el informe de Goldman provoca un auténtico tsunami en las cotizaciones de las eléctricas, que llegaron a dejarse casi 2.000 millones de capitalización en apenas dos días? La propia reacción del mercado pone en cuestión la explicación buenista. Sin contar con que en un foro pregunta-respuesta, parece difícil pensar que ‘capos’ de Fidelity o Amber no aprieten al número dos de Energía en esa letra pequeña en la que, como de todos es sabido, se esconde el diablo.

Dicho esto, si como se apunta desde el Ejecutivo, el loable objetivo de fondo es “introducir certidumbres y evitar no estar sujetos a los vaivenes del mercado”, a priori sería mejor que el café fuera para todos. Y en esas… ¿dónde están las actas de esos diez encuentros, para que sea del dominio público todo lo que allí se trató? ¿Alguien ha visto al menos una presentación a inversores destinada a esos foros? ¿Comunicó Energía la celebración de esas reuniones? Parece lógico pensar que las agendas y ese tipo de encuentros sensibles deben ser públicos. Ni siquiera las empresas sabían lo que se les venía encima con el ‘affaire Goldman’. “El cabreo fue enorme. Al menos, saberlo -explica un alto ejecutivo de una de las compañías-. Si te vas a reunir con bancos de inversión para contarles tus planes antes que con nosotros, por lo menos avisa”.

Más complejo -pero mucho más necesario- es plantearse la posición del minoritario. Ya se entiende que, de cara a la proyección internacional de España, para el ministro es más interesante contentar a los fondos foráneos, por mucho que su complicidad debería trabajarse más desde el Ministerio de Economía que aún dirige Luis de Guindos. Pero, dicho esto, también es comprensible que un inversor se pregunte por qué el número dos de Energía se sienta con el señor de Goldman y contesta a sus preguntas... y no con él. El argumento no es ni naif ni demagógico. En aquellos días de pasión en septiembre, decenas de inversores se dirigieron a las eléctricas para que les explicaran esos cambios regulatorios. Además, hay posiciones en compañías que no son de largo plazo, que no son de inversores de calado que pueden mirar esos vaivenes con más distancia. Es decir, que las garantías que pueden generarse sobre la regulación, puede perderse por la vía de los mercados.

Y es ahí donde, en apariencia, algo tendría que decir la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). No en vano y según reza la propia web del supervisor, su objetivo es “velar por la transparencia de los mercados de valores españoles y la correcta formación de precios, así como la protección de los inversores”. Más de 2.000 millones de caída de la cotización de un sector tras una reunión auspiciada por el Ministerio, minoritarios llamando a las compañías, otros diez encuentros similares y más en perspectiva…  y silencio. Al menos eso es lo que ha recibido este diario del organismo que encabeza Sebastián Albella pese a dos llamadas telefónicas y un correo electrónico la semana pasada preguntando por esta concreta cuestión. La opinión de su presidente, consumado experto él mismo en conflictos de intereses, no podría ser más pertinente. En suma y admitiendo que todo el mundo tiene coartadas y razones, también conviene recordar que el camino al infierno está pavimentando con las mejores intenciones. Mejor darse cuenta mientras se transita.

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