OPINION

Entrevista con el replicante

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Bina48 es una replicante en el sentido amplio del término. Es un robot de piel oscura y cabellos rubios (teñidos) que replica con singular precisión a Bina Rothblath, mujer afroamericana de mediana edad, a la sazón fundadora del Movimiento Terasem, un grupo de futuristas que apoya el posthumanismo, la inteligencia artificial y la “resurrección digital”, entre otras utopías futuristas, . Intrigada por el grupo, la periodista del New York Times Amy Harmon, solicitó una entrevista con Bina, pero quien le recibió fue Bina48, su inquietante clon digital. Salvo error u omisión, Amy y Bina protagonizaron la primera entrevista entre un humano y un robot.

Bina48 es una cabeza recubierta de un material gomoso que traduce en expresiones los movimientos de los cerca de 30 motores que propulsan sus “músculos”. Su mirada (“casi humana”, según Harmon) sitúan a Bina en el mismo centro del denominado “valle de la desazón” (“uncanny valley”). Su discurso procede de una base de datos con decenas de horas de entrevistas con la genuina Bina Rothblath, un software para dar coherencia y lógica a la cosmovisión del robot y la posibilidad de buscar en Internet las respuestas a las preguntas sobre datos puntuales.

La conversación entre la periodista y la replicante resulta trabada y confusa, aunque tiene momentos brillantes, como cuando, incapaz de entender la pregunta de la entrevistadora, Bina48 espeta: “Lo siento, estoy teniendo un mal día de software”. El robot asegura soñar, aunque los sueños “resultan tan caóticos y extraños que son como ruido para mí”. Aunque la periodista insiste en que el diálogo de besugos que mantiene con la cabeza parlante (¿y pensante?) no es tan diferente a otros tantos que ha tenido con gente de carne y hueso, no puede evitar afirmar que Bina “no sería el desconocido con la que le gustaría charlar en una fiesta”.

Bina48 fue construido gracias a las donaciones del marido de Bina, Martine Rothblatt, un empresario del sector de los satélites y filántropo, que donó 125.000 dólares para fundar Hanson Robotics y construir un eslabón hacia el futuro de posthumanidad esbozado por el Movimiento Terasem.

Visto en el Hub de la Singularidad.

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