En mi molesta opinión

El viraje al centro que quiere Sánchez y no se cree Gabilondo… ni nadie

El candidato socialista al 4M, Ángel Gabilondo, y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez
El viraje al centro que quiere Sánchez y no se cree Gabilondo… ni nadie.
EP

Las elecciones del 4-M caminan lentas pero inexorables. Mientras llegan, los españoles solo piensan en salvarse con la vacuna que es como salvarse por la campana del boxeador. Pero las dosis llegan en cuenta gotas y España ya vacuna menos que Marruecos. Así que la fantástica historia de salvar el verano con la inmunidad de rebaño es otra 'fake new' de la factoría Sánchez. Aquí, lo único que se salva es el ‘Sálvame’ de Rocío Carrasco contra las “flores del mal”. No sé si veremos en el programa de T-5 al candidato Pablo Iglesias dando consejos, pero de momento ayer ya asomó la cabeza la ministra de Igualdad que entró en directo para impartir justicia televisiva con el argumento de que “los niveles de audiencia justifican que hable”.

Estamos en la España del mucho ruido y las pocas luces. De los políticos con alma de charlatanes de feria que hoy te prometen la luna -no la de Carglass sino la del Apolo XI- y mañana si es preciso le hacen una moción de censura a su propio padre, con tal de retozar cinco minutos en el lodazal de la telebasura. Demasiado ruido para poder escuchar lo que dicen los demás. Demasiado ruido para poder pensar. “En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.

Machado sigue más vivo que algunos políticos de Ciudadanos. “Déjennos morir en paz”, gritaba el portavoz naranja en las Cortes de Castilla y León; después de que el socialista Tudanca -el zorro que desprecia las uvas porque no las alcanza- sacara a pasear el exprimidor ante la derrota de su moción de censura: “Ustedes son (C’s) como el protagonista de ‘El sexto sentido’, todo el mundo sabe que está muerto menos él”. Proverbios y cantares, y mucha política de baja estofa en una España que se desangra por la pandemia y la economía, y que cada día está peor, la mires por donde la mires, aunque en Moncloa estén todos -incluido Pedro Sánchez- más entretenidos y ocupados en conseguir desplumar al PP las cuatro gallinas autonómicas que le quedan, sobre todo la de los huevos de oro, la de Madrid.

Hay que destruir el centro derecha -una vez desvencijado Unidas Podemos- para ampliar las garantías electorales del PSOE, que ya ha iniciado las maniobras de viraje para ir situándose en el centro de cara a las futuras elecciones: primero las de Madrid, después las generales. “First we take Manhattan, then we take Berlin”. Aunque Ángel Gabilondo sea “Soso, serio y formal”, como dice su lema de campaña, y pueda cantar como Leonard Cohen, le va a costar mucho dar el pego y ‘tomar’ Madrid desde ese centro de gravedad que no se cree ni él. De entrada, a Gabilondo y Errejón les perseguirá durante toda la campaña el fantasma de esa falsa moción de censura, que cada uno presentó por su cuenta, y que intentaron colar en fraude de ley para frenar -oh, paradojas- unas elecciones que ahora quieren ganar.

Ángel Gabilondo no tenía ganas de ser el candidato socialista, su alma ya pasea por el palacio de Bermejillo, sede en Madrid del Defensor del Pueblo, pero Sánchez se empeñó porque no tenía tiempo de inventarse un ‘efecto Illa’. Así que Gabilondo, de tripas corazón, ha empezado su campaña para conquistar Madrid para Sánchez, con Sánchez de teleoperador, y haciendo lo mismo que hizo Sánchez en su momento, cuando había que tomar el poder al precio que fuera y abrazarse a Iglesias después de repudiarle. El objetivo es presentarse ante el electorado como si fuera Platero, tierno y suave, y evitar así el rechazo que provoca el presidente del Gobierno en Madrid. Gabilondo utiliza el mismo truco que Sánchez: “Con Iglesias, no. Con este Iglesias, no”. ¿Pues con cuál? Porque el que cambia de criterio cada dos por tres no es el líder de Podemos, que persiste incluso cuando se equivoca; el que no para de moverse es Sánchez, que hoy te dice una cosa y mañana la contraria.

A ver si me aclaro: el vicepresidente que Sánchez tiene en el Gobierno, no lo quiere como socio el candidato socialista a las elecciones autonómicas de Madrid. Y para ello Gabilondo dice que “me preocuparía que alguien extremista y radical formara parte del Gobierno”. ¿Lo que es bueno para España no lo es para Madrid? ¿Cómo se come eso? Pero hay más. En este ortopédico viraje del PSOE al centro político, el candidato ha pedido que en dos años no se toque la fiscalidad, después de que Sánchez exigiera con insistencia la armonización fiscal de Madrid. Pero no sólo Sánchez, el propio PSOE madrileño intentó forzar en la Asamblea ¡hace menos de un mes! un aumento fiscal. El ministro Ábalos, que no se cansa de acertar, nos recuerda que “estamos en campaña electoral y ya se sabe”. Pues eso, ya lo saben, lo único que vale es lo que hacen los políticos y no lo que dicen.   

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