OPINION

Sánchez y Casado se necesitan para reinventar el bipartidismo

Pablo Casado y Pedro Sánchez primer encuentro.
Pablo Casado y Pedro Sánchez primer encuentro.
EFE

Un poco más y Pablo Casado se queda a cenar en Moncloa. ¿Y por qué no te quedas? No, no me lo digas dos veces, Pedro. Casi tres horas de entrevista y confidencias en el sofá entre los dos líderes, Sánchez, presidente del Gobierno, y Casado, presidente del PP. Del odio al amor sólo hay un paso, y en política no dudas en cruzarlo cuando precisas de ambas emociones para lograr que te vaya mejor electoralmente.

Pedro ya cortejó a otro Pablo, al de Podemos, para urdir la moción de censura. Ahora, hay un nuevo Pablo en la oficina, y aunque está “casado”, Pedro lo necesita para perpetrar una infidelidad: arrinconar a los “nuevos” partidos y conseguir que vuelva el bipartidismo. Señoras y señores, la entente cordiale PSOE-PP ha regresado con intención de quedarse. El bipartidismo no estaba muerto, estaba de parranda o, tal vez, aparcado en la trastienda de las Cortes esperando una mejor ocasión, que parece que ya ha llegado.

Según declaraciones posteriores a la entrevista del jueves, la “satisfacción” en ambos líderes corrió a raudales y no se dejaron ningún asunto importante en el tintero, “fue una verdadera y exhaustiva reunión de trabajo”. Es más, ya que Pablo no se quedaba a cenar, el presidente Sánchez quiso evidenciar el buen rollo que hay entre ambos cediéndole la sala principal del edificio del Portavoz del Gobierno, donde se celebran las ruedas de prensa tras los Consejos de Ministros y también las comparecencias del presidente. Una manera de señalar su relación preferente, por delante de los otros, con el líder del principal partido de la oposición. Además, Sánchez quiere que Casado ejerza cuanto antes de líder de esa oposición, y se note de verdad quienes son –desde ideologías opuestas- los que ostentan el peso político real.

Y es que tanto PP como PSOE se han dado cuenta de que el tiempo de gracia de Podemos y Ciudadanos ha pasado, que ahora ya sólo son dos partidos más, y que con la llegada de Casado el partido naranja, y su líder, Albert Rivera, lo tiene más difícil dada la similitud en edad, físico, ideología, etc. Los “viejos” partidos, como los llaman sus rivales, han hecho su proceso de reinvención y regeneración, no tanto ideológico, aunque también, sino de liderazgo, y con ello pretenden cerrar la puerta y achicar espacios a Podemos y Ciudadanos. El objetivo es fortalecerse mutuamente como los dos referentes políticos principales.

Iglesias y Rivera prosperaron en su día porque Rajoy y Rubalcaba seguían en el poder y transmitían la imagen de políticos varados en el siglo XX. Superado este escollo generacional, Sánchez y Casado se ven en la obligación de reconquistar el bipartidismo perdido, que tan bien ha funcionado en España en los últimos cuarenta años. Quizá el papel que antaño jugaban los nacionalistas, de apoyo para alcanzar mayorías, lo jueguen ahora Podemos y Ciudadanos, si están dispuestos a sacrificarse en pos de la estabilidad. Ya veremos, no creo que sea tan fácil.

A su vez, tanto Casado como Sánchez tienen claro que más allá de la responsabilidad institucional en los temas de Estado, PSOE y PP deben ejercer de grandes rivales electorales directos. Que el gran antagonista para el PP siempre debe ser el PSOE, antes que Ciudadanos; y lo mismo para los socialistas con Podemos. Y que si saben jugar bien sus opciones, ambos se repartirán el poder, basta con transmitir la imagen de un bipartidismo responsable y eficaz. Y eso, a partir de ahora, será lo que intenten demostrar. Un nuevo tiempo político ha empezado, y los “viejos” partidos reformados intentarán acapararlo.

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