En mi molesta opinión 

Y usted que prefiere ser: ¿seleccionador de fútbol o presidente de Gobierno?

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Y usted que prefiere ser: ¿seleccionador de fútbol o presidente de Gobierno?. 
Amaya Diaz-Emparanza/ Europa Press

Siempre se ha dicho que en todo español hay un seleccionador nacional de fútbol capaz de hacer la alineación ideal y la táctica de juego perfecta. Sobre el papel y a toro pasado todos metemos goles y ganamos partidos. Sin embargo, desde que la sociedad se ha polarizado y politizado hasta grados extremos y poco recomendables, se dice lo mismo acerca de las aptitudes políticas de los individuos: dentro de cada español hay un perspicaz estadista, un gobernante de inteligencia preclara, capaz de ver y ejecutar todas las claves económicas y sociales del sistema y del Estado, y de llevar a cabo las necesidades fundamentales que requiere el bien común.

Quizá no sea tan exacta esta propuesta, y la mayoría de los mortales que habitan en España no sepan cómo se organiza realmente un Gobierno y, mucho menos, toda la infraestructura del Estado. Pero no se apuren, los políticos -al menos los actuales- tampoco son unos linces y no parecen muy capaces de resolver los problemas de este país, más bien lo contrario, suelen liar las cosas mucho, y no hablo de nadie en concreto, ni de Irene Montero, ni de Pedro Sánchez. Los que realmente resuelven las dificultades del Estado son los criticados funcionarios que pase lo que pase, gobierne quien gobierne, intentan siempre sacar adelante las múltiples necesidades públicas de una sociedad cada vez más desorientada y acomplejada.

Expongo toda esta cuestión en defensa de esos anónimos ciudadanos que están sometidos a todo tipo de presiones y exigencias por culpa de unos gobernantes que lo que realmente pretenden no es servirles a ellos sino servirse de ellos, a través de los impuestos, o a través de sus votos. Por ejemplo. ¿Saben ustedes cuántas leyes hay hoy en día en España de obligado cumplimiento? Se lo digo yo que lo he buscado: más de 120.000 normas establecidas por la autoridad y de acuerdo con el sistema de Justicia. Y lo que es radical en esta cuestión: “Ignorantia juris non excusat”, un principio del propio Derecho (“la ignorancia de las leyes no le exime”) que te obliga a conocer todas las normas aunque sean más de cien mil. Si no las conoces es tu problema, haberte ido a vivir a una isla desierta.

Pero el quid de la cuestión y de la situación nos lleva a defender la “ignorancia” elemental y sustancial de estos millones de ciudadanos que no serían capaces de dirigir correctamente un Gobierno (por mucho que Zapatero dijera en su día que cualquiera puede ser presidente), aunque también haya otros cientos de miles que no sólo serían muy capaces sino que serían mucho mejores que los actuales gobernantes, dada su preparación y su inteligencia. No obstante, estos mismos ciudadanos, unos y otros, son idóneos para distinguir con claridad que las cosas no van bien en España, que las contrariedades crecen todas las semanas más de la cuenta, que la prensa no es la responsable de este caos político, que la oposición no es la que inventa los errores ni los líos habituales, que detrás de todo ello hay, aunque se quiera ocultar y negar, una responsabilidad directa de un Gobierno que hace aguas por mucho que Sánchez lo disimule y niegue los hechos. La soberbia del gobernante siempre acaba por negar la realidad y la verdad.

“El Gobierno camina hacia un final trágico”. Esta frase lapidaria y muy dura no es mía, es de uno de los ‘amigos’ del presidente: Iván Redondo. El ex colaborador directo de Sánchez que ejerció como jefe de gabinete en La Moncloa ha dejado escrito en ‘La Vanguardia’ este lunes pasado que la “coalición progresista PSOE-UP (…) arroja una estampa muy pesimista: la coalición está rota. Así de claro. Aunque la crisis viene de largo, en el 2021 se demolieron puentes e intangibles que la unían, la herida hoy es tan profunda que el Gobierno camina hacia un final trágico que puede llevarse por delante a toda la izquierda española en el siguiente ciclo electoral”. Fin de la cita, y fin de este pronóstico escalofriante.

Para la inmensa mayoría de ciudadanos y para el propio Redondo, el gran error es la división y la guerra permanente en campo propio que viven las tres partes de esta coalición malavenida. Sánchez quiere flotar por encima de la situación pero no consigue que los ciudadanos se olviden de que él es el responsable último de todos los agravios: de las urgencias y omisiones de Irene Montero, de los amaños legales de la sedición o de los malos datos económicos que afectan a todos los bolsillos. Hay que añadir que las leyes mal hechas, aunque puedan pretender aspectos positivos, provocan cierta alarma y grandes escándalos sociales que no favorecen al funcionamiento de la Justicia ni de la sociedad.

Quizá la mayoría de ciudadanos no sea capaz de presidir un Ejecutivo, pero viendo el plantel de ministros que circula por Moncloa tampoco parece una misión imposible, y además estos ciudadanos sí son muy capaces de distinguir gato por liebre, de darse cuenta de los muchos problemas que plantea este Gobierno, por mucho que luego quieran disimular echando las culpas a los demás. Los jueces ahora se han convertido en los “fachas y culpables” de los errores de la ministra Irene Montero y del propio ministerio de Justicia, que preside la socialista Pilar Llop, la misma que escucha en el metro los susurros de los transeúntes hablando del CGPJ y del Tribunal Supremo. Qué les pregunte ahora la señora ministra, sobre todo a las mujeres afectadas, qué opinan de esta maravillosa Ley del “Sólo sí es sí” y de su inoportuna aplicación. Como dijo el científico alemán y escritor, George Lichtenberg: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.

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