Soraya bailó con piel del cordero tras una legislatura donde mordió como lobo

    • Pablo Motos no es Ana Pastor. No tiene por qué serlo. Él cumple su función. Pero habría que ver si Soraya sería capaz de ponerse a bailar a mitad de legislatura, no dos meses antes de las elecciones.
    • Para hacer el payasete, vamos al Hormiguero. Para dar rendir cuentas de nuestras promesas electorales, sacamos el plasma. Pues qué quieren que les diga...

Pablo Motos es un tipo divertido. Su programa entretiene. A las diez de la noche, a muchos les apetece ver espectáculos como el suyo. Es decir, cumple su función: divertir, amenizar, distraer, complacer, agradar... No informa sobre las grandes cuestiones ni estimula el espíritu crítico. No es su misión. Por eso los políticos acuden entusiasmados al ‘Hormiguero’.

Celebro que los políticos se diviertan. Aplaudo que lo puedan hacer en público y nos muestren una dimensión de su personalidad menos conocida. Me parece genial que Esperanza Aguirre baile un chotis, que Pedro Sánchez tire a canasta, que José Bono cuente sus batallas del abuelo o que Albert Rivera juegue al tiro al blanco. A veces, hasta yo me divierto escuchando sus comentarios y viendo sus reacciones.

Pero como esto es un blog, y no un programa de varietés, voy a echarle un poco de espíritu crítico.

Ya he dejado claro que me parece bien que los políticos disfruten en este tipo de programas.

Me parece peor que traten de proyectar una imagen que no se corresponde con su trayectoria pública. Soraya ha sido de todo menos cercana con el pueblo. Hasta sus lágrimas por lso parados, sinceras o no, provocaron risa en una ocasión. Entre las virtudes públicas que se pueden reconocer la portavoz del Gobierno no se encuentra ni la espontaneidad ni la compasión. Comprendo que intente convencernos de lo contrario, porque todos queremos parecer mejor de lo que somos (y más antes de las elecciones), pero me resulta difícil de digerir. Sobre todo después de tanto tiempo. No sé cómo explicarlo. Quizá este vídeo de Granados criticando a los corruptos puede ayudarme a expresar lo que siento.

Pablo Motos no pone en aprietos a su entrevistados. No es su función ejercer de Ana Pastor. El problema es que este tipo de políticos se plantan en el prime time para hacer el payasete dos meses antes de las elecciones y no suelen tener agallas para hacer lo mismo a mitad de legislatura, cuando sus promesas electorales se han convertido en polvo que se lleva el viento. Para explicar qué hay de lo prometido.

Para hacer el payasete, vamos al Hormiguero. Para dar rendir cuentas, sacamos el plasma. Pues qué quieren que les diga...

El Partido Popular quiere vendernos la ficción que, después de una época de vacas flacas, las cosas van tan bien que toca aflojarse la corbata. Es su ‘leivmotiv’ de campaña. Pero hay un inconveniente: que no es verdad. Que la corbata se la pueden aflojar ellos, y quizá un sector de los trabajadores cuyo salario depende de decisiones políticas, pero no es el caso de la mayoría de los españoles. Ni siquiera los que acaban de encontrar empleo, que probablemente lo ejercerán en unas condiciones considerablemente peores que hace cuatro años.

Soraya Sáenz de Santamaría es una política muy capaz, no lo dudo. Habría que definir capaz de qué, pero quizá en otro artículo. De momento, ya sabemos que es capaz de incumplir sus promesas, anunciarlas con rostro impávido y ejecutar recortes a diestro y siniestro. Quizá en la próxima legislatura nos enteremos de más cosas.

Ah, y también sabe bailar dos meses antes de las elecciones.

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