OPINION

«El bueno, el feo y el malo» sin el bueno ni el feo ni el malo

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Es un tópico decir que el paisaje (o la ciudad o un edificio) es un personaje más en ciertas películas. En los spaguetti westerns que rodó Sergio Leone durante los 60 el desierto de Almería era un personaje impostado: un remedo de ese otro paisaje de Texas, Nevada o Arizona que quedaba demasiado lejos como para rodar allí. Un tocayo de Leone, el fotógrafo Sergio Belinchón ha convertido a ese personaje impostado en el protagonista único de «El bueno, el feo y el malo», una versión del clásico en la que no se ve ni a Lee Van Cleef ni a Clint Eastwood ni ningún otro humano ni caballo ni bicho vivente, salvo las espinosas plantas almerienses.

Belinchón ha reconstruido plano por plano las 2:42 horas que dura el western crepuscular (tenía que utilizar la frase) de Leone. El artista, que nació cinco años antes de que se rodara la película, ha mantenido la banda sonora original, de modo que podemos escuchar las voces de los actores, los relinchos de los caballos y, sobre todo, la estupenda música de Ennio Morricone. El resultado puedes verlo al pasar la página (tuve que grabar el vídeo a escondidas, así que puede que YouTube lo suprima por quítame allá esos derechos de autor) pero mucho más largo. Interesante a la par que inquietante.

«El bueno, el feo y el malo» forma parte de la exposición Desplazamientos, que puede verse en La Casa Encendida de Madrid hasta el 24 de octubre.

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