Una investigación pone nombre y apellidos al sacerdote-terrorista del IRA

  • En 1972 tres coches bomba estallaron en Claudy (Reino Unido) matando a nueve personas. Pese a que la policía sospechaba del padre James Chesney decidió no implicarla por el temor a una escalada de violencia todavía peor.
Conor O'Clery | GlobalPost

(Dublín, Irlanda). Un ministro británico y un cardenal estaban seguros de que un sacerdote católico fue responsable de una de las mayores atrocidades del IRA durante el conflicto de Irlanda del Norte, pero decidieron permitirle continuar su tarea predicando el Evangelio.

Esta es la impactante conclusión de un informe difundido la pasada semana por la Policía de Irlanda del Norte, lo que ha generando una serie de preguntas sobre el papel de los sacerdotes católicos en el conflicto que se desarrolló entre 1968 y 1998.

El 31 de julio de 1972 tres coches bomba estallaron en el pueblo de Claudy, cerca de Derry (Irlanda del Norte). Murieron nueve personas, cinco católicos y cuatro protestantes, incluida la niña de nueve años Kathryn Eakin, que estaba limpiando el escaparate de la tienda de sus padres.

La policía sospechaba que el párroco local, el padre James Chesney, lideró el comando del IRA responsable del atentado, pero temía que si lo detenían y esposaban se produjese un baño de sangre a gran escala. En lugar de eso, Chesney fue discretamente trasladado a una parroquia al otro lado de la frontera, en la República de Irlanda, en donde murió de cáncer ocho años más tarde.

Los agentes del Royal Ulster Constabulary (RUC) en el momento del atentado identificaron a Chesney como líder del comando del IRA en South Derry, y quisieron arrestarle, pero sus jefes les dijeron que es estaban "tomando medidas sobre el asunto" y que no hicieran nada.

La extraordinaria secuencia de eventos que convirtieron al sacerdote-terrorista en intocable se relata en el informe difundido por el Defensor del Pueblo de la policía, Al Hutchinson.

El investigador relata en su informe cómo el comandante de la policía había escrito al gobierno británico preguntando qué se podía hacer para "convertir en inocuo a un párroco peligroso".

En respuesta, el 5 de diciembre de 1972 el secretario británico de Estado, William Whitelaw, planteó el asunto en una conversación secreta con el cardenal William Conway, jefe de la Iglesia Católica de Irlanda.

En el informe oficial de esa reunión figura que Conway dijo estar al corriente de que el sacerdote era "un hombre muy malo" y mencionó la posibilidad de trasladarle al otro lado de la frontera, a una parroquia en County Donegal. Dicho informe fue enviado al jefe de la RUC, Graham Shillington, que puso sus iniciales en el mismo y escribió: "Visto. Hubiese preferido Tipperary", y archivó el caso (Tipperary está a unos 160 kilómetros al sur de Derry).

Las revelaciones del Defensor del Pueblo han confirmado lo que la gente en la tranquila población de Claudy siempre había sospechado.

"La vida del padre Chesney era más importante que las víctimas", dice Mary Hamilton, una concejala unionista que es propietaria del hotel Beaufort en el pueblo. Según declaró a la radio irlandesa, recuerda claramente ver "a un hombre muriendo a mi lado, con la cabeza reventada y los intestinos colgando". La Iglesia sabía que era peligroso "pero le permitieron predicar y seguir como sacerdote", lamenta.

El sucesor de Conway, el cardenal Seán Brady, negó cualquier encubrimiento por parte de la Iglesia Católica. En un comunicado conjunto emitido tras la difusión del informe del Defensor del Pueblo, Brady y el obispo de Derry,  Seamus Hegarty, dijeron que las acciones del cardenal Conway no evitaron la detención del sacerdote.

Hasta su muerte en 1980 Chesney cruzó regularmente la frontera, "pero nunca fue arrestado, interrogado o investigado por el RUC en conexión con las bombas de Claudy u otra actividad terrorista".

Brady y Hegarty también han subrayado que durante el conflicto norirlandés, la Iglesia Católica siempre fue constante en su condena de la violencia. "Es por lo tanto asombroso que se sospechase que un sacerdote estaba implicado en tal violencia. El caso se debería de haber investigado adecuadamente y resuelto mientras el padre Chesney aún vivía".

Adrian Eakin, hermano de Kathryn Eakin, cree que Whitelaw participó en esa cobertura porque había estado negociando secretamente con el IRA y no quería que se detuviese al cura por temor a que otros sacerdotes católicos se pudiesen convertir en objetivo de los paramilitares lealistas.

Según el Defensor del Pueblo, los terroristas habían tratado de alertar a la RUC desde la cercana localidad de Dungiven, pero los teléfonos no funcionaban (porque el IRA había volado la centralita unos días antes). Cuando lograron alertar a la policía, ya habían explotado dos bombas.

El Sinn Fein, el brazo político del ahora desmantelado IRA, ha pedido la creación de una comisión de la verdad para dar cierre al dolor de las familias que sufrieron durante el conflicto norirlandés. James Allister, líder del minoritario partido unionista Traditional Ulster Voice, ha acusado a su vez a la Iglesia Católica de ser cómplice de "tapar el asesinato en masa de Claudy".

El sucesor de Whitelaw, Owen Paterson, ha dicho que el gobierno británico "lamenta profundamente" que el papel de Chesney en los atentados no fuese investigado correctamente.

Conway, Whitelaw y Shillington ya han muerto.

La atrocidad cometida hace casi cuatro décadas ha sido recordada por el poeta irlandés James Simmons en un trabajo titulado "Claudy", en el que se incluyen estos versos:

"Una explosión demasiado fuerte para vuestros tímpanos;

y todos los rostros blancos como la tiza y con vetas de un rojo intenso,

y el vidrio y el polvo y los muertos atroces..."

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