Duelo a muerte en el OK Corral de Podemos: Iglesias contra Errejón

  • En el fondo, aunque ellos se besuqueen mientras se atizan, son dos líderes demasiado fuertes y demasiado antagónicos para resistir en un mismo corral.

    Íñigo y Pablo no se odian mucho, ni se desprecian como Aznar y Rajoy o Felipe González y Guerra pero en Podemos no hay ambiente y mentalidad para tanto debate personalista, ni sitio para dos gallos tan fecundos.

La vicepresidenta debatirá hoy con Iglesias sobre reforma constitucional y el referéndum que pide Podemos
La vicepresidenta debatirá hoy con Iglesias sobre reforma constitucional y el referéndum que pide Podemos
EUROPA PRESS
José Luis Roig / @joseluisroig
José Luis Roig / @joseluisroig

El duelo en el OK Corral de Tombstone se dilucidó en treinta segundos. El duelo en el corral de Podemos entre los dos gallos de pelea más fermosos y famosos, Iglesias y Errejón, durará más, pero también será a muerte, no sangrienta, pero si política.

A nadie se le escapa, que más allá de los argumentos organizativos que ambos esgrimen, esto es una clara pelea por el control del partido. Un partido que lidera Pablo Iglesias (P.I.), pero que Íñigo Errejón (I.E.) quiere compartir de manera más directa o más exclusiva.

En el fondo, aunque ellos se besuqueen mientras se atizan, son dos líderes demasiado fuertes y demasiado antagónicos para resistir en un mismo corral. A la larga veremos que no hay sitio para los dos. Los partidarios de Iglesias acusan a Errejón de “haberse montando un partido dentro del partido”. No obstante, los firmadores del manifiesto por “Recuperar la ilusión” –a favor de IE-  ya superan los 7.000, y eso tiene su peso político y eso es lo que más inquieta a Iglesias, que pretende contrarrestar los arrebatos de su amigo/rival.

Es cierto que Íñigo y Pablo no se odian mucho, ni se desprecian como Aznar y Rajoy o Felipe González y Guerra. Entre ellos aún hay respeto y cierta admiración. Pero el poder corroe los buenos sentimientos y las buenas intenciones, y en Podemos no hay ambiente y mentalidad para tanto debate personalista, ni sitio para dos gallos tan fecundos y tan dispares.

El enfrentamiento superficial, el que se anuncia en los medios y que tiene como coartada el congreso de Vistalegre, se limita a si primero hay que debatir las ideas y después discutir las personas que las liderarán –lo que propone Errejón-, o ambas cosas deben discutirse en un mismo paquete, versión Iglesias. Esta es la excusa para el toma y daca florentino de manifiestos, cartas, Twitters, facebooks, declaraciones en los medios, etc. En el fondo, lo que se está debatiendo es algo más profundo, es un doble modelo de partido que puede dividir en dos a Podemos. 

La esencia del conflicto queda resumida en esta sencilla cuestión: ¿Podemos tiene más futuro liderado por Pablo Iglesias o por Íñigo Errejón?  Son dos bellezas distintas, o al menos van de eso, y no parecen dispuestos a ser dos bellezas complementarias. De ahí que Iglesias le haya criticado a su amigo Errejón que él es la excusa-trampa para “descafeinar” Podemos: “El moderado errejonismo es el mal menor frente al radical pablismo”. Tesis que circula con fuerza en los últimos tiempos.

Este planteamiento –que es el que combate el propio Iglesias-  perjudica en teoría a Errejón y a su proyecto, ya que ser el “deseado” de los medios y de ciertos poderes no engrandece a nadie dentro de Podemos, más bien lo contrario. Sin embargo, Errejón, propenso al “posibilismo” político más que a la radicalidad activista, tiene claro que “Podemos es un instrumento no para resistir, ni para encauzar la indignación de una parte de la sociedad, sino para ganar y gobernar”. Errejón quiere un partido transversal, que pueda acoger a diversos sectores, y que no sea marcadamente anticapitalista o comunista.

Ante esta disyuntiva, y viendo que ninguna de las dos partes está dispuesta a ceder, no parece nada fácil que reine la paz en Podemos, ni ahora ni en un futuro que se promete bastante movido, en todos los sentidos. 

La única solución que yo le veo a este recio enfrentamiento político, para evitar un desenlace fratricida, es recurrir a un final de película: “El puente de los espías”, de Steven Spielberg. En plena Guerra Fría, la Unión Soviética y Estados Unidos intercambiaron espías. Ahora, en 2016, en plena guerra caliente en el partido morado, Podemos y PSOE pueden citarse en el Puente de Segovia, típico lugar de Madrid, para intercambiar líderes más afines a sus ideologías: Podemos entrega a Íñigo Errejón, y el PSOE da a cambio a Pedro Sánchez. Creo que todos estarían de acuerdo.

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