Anatomía de un "tornado asesino"

  • En Estados Unidos se conocen como "killer tornadoes" (tornados asesinos) por su capacidad de destrucción. La última oleada en los estados del sur ha dejado más de 300 muertos. Las técnicas de predicción y alerta han mejorado en los últimos 50 años, pero el fenómeno aún sigue siendo impredecible.
Cómo se forma un tornado
Cómo se forma un tornado
A.M. Ron / C. Esteban / D. Tesouro
Antonio Martínez Ron | Videográfico: Chiqui Esteban, David Tesouro

Stuart Mitchell, de 23 años, estaba tumbado en su apartamento de Tuscaloosa (Alabama) cuando escuchó una especie de zumbido en el exterior. Un minuto después estaba agazapado en el baño mientras parte de la casa se derrumbaba sobre su cama. A unos kilómetros de allí, en Birmingham, William Canon recibía la llamada de su hermana: "La televisión dice que un tornado se dirige hacia allí". El teléfono se cortó y William contempló cómo el viento arrancaba el techo de su casa. "Me sentí como Dorothy en El Mago de Oz", asegura Sharon Blue, otra de las supervivientes de la ola de tornados que arrasó el sur de EEUU hace unos días. "Pensé que la casa entera iba a despegar".

La ola de tormentas y tornados vivida en el sur de EEUU a finales de abril ha dejado más de 300 muertos y es el peor temporal de este tipo ocurrido en el país desde 1974. A diferencia de otras ocasiones, las tormentas atacaron esta vez por decenas de frentes: al menos 155 tornados sembraron la destrucción en áreas bastante pobladas y barrieron todo a su paso en menos de tres días. Sus huellas, como zarpazos sobre la superficie terrestre, son visibles desde el satélite. En la localidad de Tuscaloosa, una de las más dañadas, este "monstruo silencioso" dejó cerca de 40 muertos y un reguero de destrucción de más de 10 kilómetros de largo y un kilómetro de ancho.

¿Por qué se produjeron tantos tornados a la vez y tan letales? Joshua Wurman lleva cazando tornados desde hace 15 años y es uno de los mayores especialistas del mundo en este fenómeno. "No es solo que hubiera más de cien tornados", explica Wurman en videoconferencia con lainformacion.com, "es que muchos de ellos eran muy violentos". "Se producen más de mil tornados al año en EEUU y la mayoría no mata a nadie", asegura. "Pero estos "aplasta-casas" que dejan una línea de cuarenta kilómetros de destrucción son el problema más grave".

"Lo que ha ocurrido es una pequeña sorpresa", nos cuenta Miguel Gayá, meteorólogo jubilado de AEMET y el mayor especialista español en tornados. "Desde que se usan los nuevos mecanismos de detección", asegura, "el número de muertos ha descendido vertiginosamente. La tecnología nos advierte con tiempo suficiente. Pero, claro, no todo el mundo tiene la radio puesta y, aunque se den avisos, no siempre se hace caso".

En opinión de Wurman el sistema de alerta funcionó correctamente y no se puede atribuir la alta mortalidad a una falta de previsión. "La mañana del evento", afirma, "se predijo una tormenta muy fuerte y se lanzaron muchos avisos sobre la posibilidad de tornados. Una cosa que nos interesa es por qué, a pesar de los avisos, hubo todas esas muertes". La mayoría de los fallecidos, como en otros tornados, estaban en el interior de sus casas y murieron aplastados por los objetos que el viento lanzó o las estructuras que se derrumbaron sobre ellos.

Sistemas de detección y alerta

Para entender cómo se forma un tornado debemos partir desde lo más general hasta lo más particular. Los tornados más letales, los que alcanzan una fuerza F4 o F5 en la escala de Fujita, están asociados a un tipo muy concreto de tormentas llamadas "supercélulas". El choque de los vientos a diferentes temperaturas y humedades provoca una gran inestabilidad y la tormenta empieza a enroscarse sobre sí misma. Algunas regiones del planeta, como el denominado "callejón de los tornados" en EEUU, son particularmente propicias para la formación de este tipo de monstruos en rotación. En primavera, los vientos fríos y secos del norte contactan con la atmósfera cálida y húmeda del sur. "Cuando estas corrientes penetran en la zona", explica Wurman, "la diferencia de velocidades y dirección del viento provoca la rotación de las tormentas".

Una vez formada la tormenta, en ocasiones se forman nuevos vórtices de aire de diferente amplitud, en los que el viento empieza a girar y ascender en una especie de tubo vertical, pero que aún no toca el suelo. Se llaman mesociclones. Con los años, los científicos han aprendido que éste es el principal indicador de que en la zona puede producirse un tornado. "La gran 'ventaja' que tienen estas tormentas", asegura Gayá, "es que dan una señal que podemos detectar. Todas esas gotas girando dentro el mesociclón son detectables por un radar especial, conocido como radar Doppler, similar al de policía para medir la velocidad de un coche". A través de estos radares, los meteorólogos pueden ver que una zona del vórtice se aleja del radar y otra se acerca.

"Cuando aparece el mesociclón", explica Gayá, "tenemos todavía del orden de unos 20 minutos para reaccionar, pero con la tormenta ya en marcha. No quiere decir que vaya a haber un tornado, sabemos que hay violencia en marcha, viento y granizo muy fuertes, y la probabilidad de que se forme un tornado". El problema, desde el punto de vista científico, es que no conocemos aún cuál es el detonante que hace que un mesociclón provoque un tornado o no lo haga.

"Conocemos los ingredientes para que se forme una tormenta supercélula", explica Joshua Wurman, "pero no conocemos el ingrediente final que hace que una tormenta produzca un tornado". "Sabemos que la rotación baja hasta el suelo y se intensifica con una rotación muy estrecha y violenta que es el tornado. Pero las condiciones exactas que causan ese estrechamiento y ese aumento de intensidad no se conocen. Es como tener un montón de piezas del puzle pero no saber cómo colocarlas".

Viaje al interior de un tornado

A diferencia de los mesociclones, los tornados no son detectables a distancia y no suelen aparecer con tiempo suficiente en el radar. Es por ello que los científicos tienen que acercarse cada vez más al fenómeno para estudiar cómo se produce. "La razón por la que nos acercamos al tornado es la misma por la que mandamos robots a Marte", asegura Wurman, "porque estando cerca podemos hacer mejores fotos y tener mejores datos". Eso sí, la manera en que un científico como Wurman se acerca a un tornado es muy diferente a lo que hacen algunos cazatormentas aficionados que tratan de obtener la mejor instantánea. "Trabajamos con mucha seguridad", asegura. "Sabemos cuánto tiempo podemos permanecer en un lugar y después movernos hasta el siguiente punto. Tienes 45 segundos para terminar y salir de ahí. Estás muy ocupado dentro de un tornado".

El hecho de desconocer con certeza si una tormenta supercélula va a provocar un tornado obliga al servicio meteorológico nacional a avisar de cada tormenta. "Esto tiene una consecuencia", asegura Wurman, "y es que la mayoría de avisos terminan siendo falsas alarmas". La intención de los expertos es rebajar el número de falsas alarmas y, lo que es más importante, aumentar el tiempo de predicción, de forma que más gente pueda ponerse a salvo. "La media de tiempo de aviso para los tornados es de 13 minutos", explica Wurman, "y es mucho mejor que la media de hace unos años que estaba en tres minutos. Pero queremos aumentar el tiempo de aviso hasta al menos 30 o 45 minutos para que la gente tenga tiempo de protegerse y buscar refugio".

La comunidad de investigadores sobre tornados se ha unido en los últimos años en una iniciativa llamada Vortex 2, "el mayor y más ambicioso estudio sobre tornados que haya hecho nunca", según Wurman. "Hemos recogido datos en 25 tormentas supercélulas que sí han provocado tornados y en 25 tornados que no los han provocado. Tenemos alrededor de 50 vehículos, más de un centenar de científicos en plantilla, estaciones meteorológicas, aviones, globos aerostáticos... todo para cazar y rodear a estas tormentas. Puede que nos lleve tres o cuatro años, pero los científicos pueden aprender las claves de la formación de tornados. Cuando el próximo aluvión de tornados suceda, espero que tengamos mejores alarmas que tuvimos hace unos días".

Cómo sobrevivir

La mayoría de los supervivientes al impacto directo de un tornado se refugiaron en sótanos o en las habitaciones más interiores, como los baños. "Si estamos en casa, hay que alejarse de los cristales, la primera tontería que vuele los romperá y estos son proyectiles como cuchillos", asegura Gayá. "En el peor de los casos, si pasase por encima de nosotros, habría que lanzarse al suelo y ocupar la mínima superficie hacia el aire, y no mirar ni siquiera a ver qué es".

"Mi consejo es que si ves un tornado te asegures de que tienes suficiente tiempo para llegar hasta un buen refugio", nos dice Wurman. "Si no eres un experto, no sabes hacia dónde se mueve el tornado, y estos tornados se mueven muy deprisa, a unos 70 km/h. Si hay previsión por la zona yo elegiría irme de casa. Mucha gente muere intentando escapar en el último momento, además tienes una tormenta muy severa encima y es muy fácil tener un accidente de tráfico mortal".

¿Podría suceder algo así en España? En nuestro país la zona más activa es la costa mediterránea, donde se producen frecuentes trombas marinas. "Un tornado como estos es posible en España", explica Gayá, "pero mucho más improbable que en EEUU". Sin embargo, en la historia se han registrado importantes tornados que dejaron muchos muertos.

Gayá ha documentado bien el tornado que afectó a Madrid en 1886 (ver PDF) y destrozó edificios y árboles, pero el más importante en cuanto número de muertos, recuerda, se produjo en 1671 en Cádiz. "Probablemente fue un F4 y hubo, según las crónicas, del orden de 500 muertos, por lo que estaríamos hablando de uno de los tornados más letales del mundo. El puerto estaba lleno de barcos y los marinos de entonces no sabían nadar. Muchas de las muertes ocurrieron en el puerto".

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