Anonymous, la fuerza de los usuarios frente a grandes empresas y gobiernos en el caso WikiLeaks

  • Voluntarios de todo el mundo pasan a la acción en protesta por la persecución sufrida por esta organización y su fundador, Julian Assange
Wicho / Microsiervos

Dentro de la camapaña de acoso y derribo contra WikiLeaks varias empresas como Amazon, EveryDNS, PayPal, MasterCard, Visa o el banco suizo PostFinance han decidido dejar de prestar sus servicios a la organización.

Esto ha hecho que se hayan tenido que enfrentar a problemas técnicos que han dificultado -pero de ninguna manera impedido- el acceso a su web, que se les haya dificultado el recibir donativos a través de las citadas tarjetas de crédito o de PayPal, o que varios miles de euros que iban a ser usados para la defensa legal de Julian Assange hayan quedado bloqueados por el citado banco.

Todas estas empresas se han escudado en que WikiLeaks incumple las condiciones de sus respectivos servicios, llegando incluso a decir que sus actividades son ilegales sin que ningún juez haya intervenido en el asunto, pero en realidad detrás de todo esto hay presiones muy poco veladas del gobierno de los Estados Unidos al respecto.

Y esto ha provocado la reacción del colectivo Anonymous, formado por numerosos usuarios de Internet que sin pertenecer a ninguna organización oficial ni oficiosa se han coordinado para lanzar ataques contra los sitios web y servicios de las empresas en cuestión dentro de la Operación Payback (venganza) como apoyo a WikiLeaks.

La Operación Payback es una campaña de ataques de denegación de servicio que arrancó en septiembre de este año para devolver ataques similares de la industria audiovisual contra sitios web en los que se comparten torrents, un tipo de archivos cada vez más populares en las redes P2P, actividad que en España, al menos, ha sido calificada una y otra vez por los jueces como no delictiva.

Un ataque de denegación de servicio consiste en enviar un número ingente de peticiones a un servidor de tal forma que este termina por quedar bloqueado ante la imposibilidad de atenderlas a todas o tan siquiera de discriminar cuales son buenas y cuales no lo son.

Es, por ejemplo, como si de repente un montón de personas se coordinaran para llamar a la centralita telefónica de una empresa, lo que la dejaría bloqueada por muchas líneas y telefonistas que tuviera si llama un número suficientemente grande de personas.

Pero aunque en principio los ataques de la Operación Payback en principio fueron dirigidos contra los sitios de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA), de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica, a Industria Fonográfica Británica (BPI), entre otros, así como contra las webs de firmas de abogados contratadas por la industria discográfica para actuar contra las redes P2P y sus usuarios, ahora su principal objetivo están siendo las empresas citadas y algún que otro organismo más también involucrado en la persecución a Assange y WikiLeaks.

Así, los primeros sitios en caer han sido el blog de PayPal, la web de PostFinance, la web de la fiscalía sueca, EveryDNS, la web del abogado que representa a las dos mujeres por cuya denuncia ha sido encarcelado Assange, la web de Sarah Palin, que llamó a la “caza” de este, la web del senador Joe Liebermann, uno de los más activos en la persecución contra la organización, y la página web de MasterCard.

Pero después los ataques empezaron a concentrarse en los sistemas que procesan los pagos a través de Internet de MasterCard y Visa, lo que sin duda les está causando pérdidas económicas importantes, ya que por cada transacción que no se puede completar dejan de ingresar su correspondiente comisión.

El último objetivo que está en el punto de mira es ahora mismo Amazon, que durante unas horas albergó la web de WikiLeaks para luego echarlos aduciendo la consabida violación de las condiciones del servicio.

En Panda Labs están siguiendo la evolución de la campaña prácticamente al minuto, incluidos los previsibles contraataques contra anonops.net, la página desde la que se están coordinando las acciones de Anonymous junto con diversas cuentas de Twitter que están siendo cerradas según son detectadas, lo que probablemente hará que más bien pronto que tarde este servicio también sea atacado.

Lo curioso del caso es que no hace falta ningún tipo de habilidad informática para unirse a los ataques de Anonymous más allá de la de saber instalar un programa, en concreto el bautizado como LOIC (Low Orbit Ion Cannon, Caón de Iones en Órbita Baja), que disponible en versiones para Linux, Mac OS X y Windows funciona sin ningún tipo de configuración más allá de decirle qué sitio hay que atacar.

E incluso esto es tampoco necesario, ya que LOIC se puede poner a funcionar de tal modo que se deja su control a un usuario remoto que puede lanzar ataques coordinados de miles de copias de este programa corriendo en otros tantos ordenadores.

El usuario que decida unirse a Anonymous en estos ataques corre, de todos modos, el peligro de que la dirección IP de su ordenador quede registrada de cara a futuras reclamaciones, aunque siempre puede alegar que su ordenador formaba parte de una botnet y que no tenían control de este.

Además, dada la naturaleza global de Internet y la local de las leyes y sistemas jurídicos, parece muy poco probable que estas hipotéticas acciones legales tengan muchas opciones no ya de prosperar sino siquiera de producirse.

Un debate importante que abre este tipo de actuaciones es si son una forma de defensa lícita por parte de la comunidad de usuarios de Internet o si, como decía John Perry Barlow al respecto en un tuit, «no se puede defender el derecho a saber haciendo callar a nadie».

En cualquier caso, parece claro que las últimas filtraciones publicadas por WikiLeaks y la hipócrita y desmedida reacción de los gobiernos occidentales es una señal de que un cambio radical está teniendo lugar.

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