Brasil recuerda a Orlando Villas-Boas, el hombre que dignificó a los indios

  • Brasil celebra mañana el centenario del nacimiento de Orlando Villas-Boas, explorador de las regiones centrales del país que dedicó su vida a dignificar y proteger la vida de los indios y que, por su labor, fue propuesto dos veces para el premio Nobel de la paz.

Aitor Álvarez García y Gonzalo Domínguez Loeda

Río de Janeiro, 11 ene.- Brasil celebra mañana el centenario del nacimiento de Orlando Villas-Boas, explorador de las regiones centrales del país que dedicó su vida a dignificar y proteger la vida de los indios y que, por su labor, fue propuesto dos veces para el premio Nobel de la paz.

Nacido en Botucatu, en el interior del estado de Sao Paulo y fallecido en 2002, Orlando siempre trabajó mano a mano con sus hermanos Cláudio, Álvaro y Leonardo con el objetivo de conocer el interior de Brasil y a las tribus indígenas que allí viven, muchas de ellas desconocidas antes de sus viajes.

Estos tres hermanos se alistaron en la expedición Roncador-Xingu, impulsada por el Gobierno, que comenzó en 1943 y que pretendía explorar los vastos territorios hasta entonces desconocidos y alejados de los litorales, donde se concentraba la población.

La expedición, que estaba integrada por cerca de 40 hombres y acabó siendo liderada por los Villas-Boas, supuso el mayor éxito en la investigación geográfica de Brasil.

Los tres hermanos y sus acompañantes consiguieron abrir 1.500 kilómetros de rutas y exploraron 1.000 kilómetros de ríos, incluidos seis que eran desconocidos y se encontraron con los indios.

Contra el pronóstico de muchos, Orlando Villas-Boas y sus hermanos entraron en contacto con catorce pueblos indígenas que permanecían aislados en plena selva amazónica y vivían en sociedades de cazadores-recolectores mientras el mundo encaraba la modernidad, se desangraba en los campos de batalla de Europa y erigía un telón de acero.

Los casi 50 poblados en los que vivían los indios estaban situados en las orillas del río Xingu, afluente del Amazonas, y nunca habían tenido contacto con sociedades externas pese a que portugueses y castellanos llevaban ya cinco siglos en el continente americano.

Como si de una novela se tratase, los hermanos Villas-Boas hubieron de negociar con los líderes indígenas para que estos permitieran a la expedición seguir su camino.

Antropólogos que posteriormente utilizaron las notas de Villas-Boas, entre ellos la reputada Carmen Junqueira, afirmaron que su exploración rompió con la tradición desarrollada hasta entonces en Brasil y abrió espacios para la convivencia pacífica con los indios.

Hasta entonces el exterminio de los indígenas era la norma y aquellos que se aventuraban en la selva, fundamentalmente hacendados que roturaban grandes terrenos para establecer sus explotaciones agrarias, les consideraban salvajes con los que no cabía la misericordia.

"He vivido 40 años entre indios y nunca vi a ninguno de ellos siquiera abofetear a otro, pero nosotros éramos los que teníamos que civilizarles", comentó Villas-Boas en una ocasión, resaltando que entre sus acompañantes de la expedición, algunos de ellos había terminado con la vida de hasta ocho hombres antes de unirse al grupo.

Fue entonces, conscientes de que sobre las sociedades indígenas se avecinaba la civilización a través de las rutas que ellos mismos habían abierto, que decidieron establecer mecanismos de protección.

Orlando, junto con su hermano Claudio, el antropólogo Darcy Ribeiro y el médico Noel Nutels impulsaron la creación del Parque Nacional de Xingú, un espacio de 26.000 kilómetros cuadrados en los que los indios podían permanecer protegidos y que les permitiese mantener su forma de vida.

En ese espacio, la primera tierra reservada para los indios en Brasil, aprendieron a convivir las quince tribus que antes solo coexistían y guerreaban y que debieron aprender a regir ese espacio.

Hoy el parque del Xingu es un ejemplo de coexistencia pacífica y 53 años después de su fundación los pueblos indígenas que allí habitan aún mantienen sus tradiciones y el contacto con el hombre blanco, atenuado por el tiempo, no ha mudado sus costumbres radicalmente.

Bajo el control de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) y con acceso vedado si no es por invitación de los pueblos que allí moran, el Parque Nacional de Xingú mantiene vivo el sueño de Orlando Villas-Boas.

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