Comprueban con proteínas que la temperatura afecta a la estructura del genoma

Barcelona, 16 sep.- Investigadores liderados por Josep Vilardell, investigador ICREA en el Instituto de Biología Molecular de Barcelona del CSIC, han descubierto en células de levadura que la temperatura afecta a la estructura del genoma y genera proteínas diferentes, un mecanismo que también podría darse en los mamíferos.

En el hallazgo, que se publica hoy en la revista Molecular Cell y en el que también han participado investigadores del Grupo de Genómica Computacional de la Universidad Pompeu Fabra, se ha comprobado que el ácido ribonucléico (ARN) controla qué partes de la secuenciación genética le interesa utilizar.

Según informa en un comunicado el CSIC en Cataluña, los trabajos se han hecho en células de levadura Saccharomyces cerevisiae, que tienen un genoma pequeño y bien caracterizado, con un número pequeño de intrones.

Los intrones son una parte del ADN que está presente en un gen pero que no codifica ningún fragmento de la proteína, y que se eliminan en el proceso de maduración del ARN.

Los investigadores han visto que en un rango de temperaturas de 23 a 37 grados centígrados, algunos ARNs de levadura cambian su estructura, ocultando o mostrando, según los casos, segmentos particulares, lo que da lugar en último término a dos proteínas diferentes.

Las mimas fuentes han señalado que ya se sabía que la temperatura afecta a la estructura de ARN, pero no que esto se pudiera verificar en la codificación de diferentes proteínas.

Vilardell ha explicado que ahora quieren averiguar qué pasa en organismos más complejos, porque no hay ningún motivo para pensar que esta estrategia no se da en mamíferos, donde los efectos pueden ser mas relevantes desde el punto de vista de la salud.

El ejemplo más evidente de que nuestro organismo varía su temperatura, y de que exista un mecanismo que permite a un gen codificar diferentes proteínas en función de las necesidades celulares, es la fiebre.

También hay procesos biológicos que necesitan una temperatura específica, como la generación de espermatozoides, que requiere menos de 37 grados.