Punset: La única solución al desafío soberanista pasa por la negociación

  • El escritor y divulgador científico Eduardo Punset considera que "la única solución previsible" al desafío soberanista de Cataluña "pasa por una negociación sincera" y sostiene que no se debe subestimar el sentimiento de pertenencia.

Ximena Hessling

Madrid, 25 oct.- El escritor y divulgador científico Eduardo Punset considera que "la única solución previsible" al desafío soberanista de Cataluña "pasa por una negociación sincera" y sostiene que no se debe subestimar el sentimiento de pertenencia.

En una entrevista con Efe, Eduardo Punset (Barcelona, 1936) revela las claves de su nuevo libro "El viaje a la vida" publicado por Destino, en el que reivindica la intuición como fuente de conocimiento y aboga por la reducción del poder del Estado.

Punset opina que no puede aplazarse ni un día más la separación entre el poder político o del Estado y el judicial, puesto que, desde su punto de vista, lo contrario es la perpetuación de la corrupción imperante.

Pregunta: ¿Cuál es el mensaje central de "El viaje a la vida"?

Respuesta: Está en el subtítulo del libro que reza "Más intuición y menos Estado". Muy poca gente está dispuesta aceptar el papel preponderante de la intuición en lugar de la razón. Es el gran descubrimiento de los últimos años. El otro ha consistido en constatar que lo que nos ha hecho distintos del resto de los animales es nuestra familiaridad con las redes sociales.

P: ¿Qué podemos hacer para ser felices?

R: La esperanza de vida aumenta en dos años y medio cada diez años. Es algo insólito, que no ocurría en el pasado. En gran parte, se lo debemos a los grandes avances de la medicina. Solo el miedo y el estrés pueden alimentar ahora la infelicidad. Lo que a veces se olvida es que debemos aprender a lidiar con algo de miedo y algo de estrés para ser felices. El aprendizaje necesario solo se realiza cuando se experimenta un pequeño porcentaje de esos sentimientos.

P: ¿Por qué en su libro reivindica la intuición frente a la razón?

R: No hay más que la intuición. En el pasado se pensó que solo la razón nos ilustraba sobre la realidad. Los nuevos cimientos del conocimiento indican que a lo largo de la vida, en nuestro armario cerebral, se van acumulando un sinfín de intuiciones que acaban arrinconando lo poco que en nuestro cerebro hay de pensamiento racional.

P: ¿Qué reformas habría que implementar en educación?

R: Hoy, la escuela no contempla la enseñanza de la inteligencia emocional. Seguimos sin centrarnos en el tipo de competencias que son susceptibles de garantizar un puesto de trabajo en la sociedad del conocimiento. Ha llegado el momento de poner más atención en el poder de concentración y relajación; aprender a trabajar en equipo colaborando por fin con las redes sociales; aceptar que el futuro es multidisciplinar; profundizar en el lenguaje digital y las nuevas tecnologías.

P: ¿Cree que el Estado está obsoleto? ¿Cuál será la forma de organización social en el futuro?

R: El agobio de las redes estatales ejercido durante unos pocos siglos ha hecho que nos olvidemos de los milenios en que nuestros antecesores lograron vivir sin el alambicado y forzoso Estado. Caminamos hacia sociedades más descentralizadas y no grandes imperios.

P: ¿Qué opinión le merece el desafío soberanista de Cataluña?

R: Hace millones de años, nadie hablaba con los que no formaban parte de su propio territorio o especie. Hay una frase famosa que se refiere a las 150 personas que uno conocía, más allá de las cuales no existía el mundo amigo. No debe subestimarse este sentimiento de pertenencia. El escenario actual de insolidaridad y falta de conocimiento histórico es alarmante. La única solución previsible pasa por una negociación sincera.

P: ¿Qué reflexión hace ante los casos de corrupción en España?

R: Se ha olvidado que la transición a la democracia fue dirigida por la derecha de este país, que había sopesado muy bien la necesidad de aplazar determinadas reformas como la separación de poderes, en aras de la consecución de intereses más inmediatos como el fortalecimiento de los primeros partidos democráticos. Ahora no puede aplazarse ni un día más la sanción de aquellos poderes ineludibles en cualquier democracia moderna, como la separación entre el poder político o del Estado y el judicial. Lo contrario es la perpetuación de la corrupción imperante.

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