Un programa para ayudar en el desciframiento de lenguas perdidas

Microsiervos

Para poder hacer su trabajo, el software parte de unos presupuestos básicos: que existe una lengua conocida emparentada con aquella que se quiere traducir, que hay una correspondencia entre los alfabetos de ambas lenguas, así como una relación entre los vocabularios de ambas (como pueda suceder entre el frances homme y el castellano hombre), y que la estructura de formación de las palabras sea similar; por ejemplo, que ambas utilicen prefijos y sufijos, y que éstos realicen funciones similares (como los castellanos sub- y -ción, y los ingleses under- y -tion, respectivamente).

Partiendo de estas premisas, el programa establece hipótesis en cada uno de esos niveles (alfabético, semántico y morfosintáctico), de modo que el éxito al establecer vínculos entre símbolos alfabéticos permite refinar la detección de similitudes entre palabras, que a su vez ayudan en el análisis morfológico, etc.

El proceso se repite de forma iterativa, con los resultados de cada nivel influyendo en los demás, hasta alcanzar finalmente un estado estable en el que ya no se puede deducir nueva información.

Naturalmente, para probar que el programa responde a las expectativas es necesario tener con qué comparar. Por ello, en un artículo que se presentará en breve [PDF] se detalla la aplicación del programa a la traducción del ugarítico, una antigua lengua semítica, hoy extinta, emparentada con el hebreo y previamente traducida con éxito por los filólogos, lo cual permite utilizarla como piedra de toque para evaluar el funcionamiento del sistema.

Los resultados son esperanzadores: veintinueve de las treinta letras del alfabeto fueron correctamente identificadas, así como un sesenta por ciento del vocabulario común entre ugarítico y hebreo.

Además de ayudar a los lingüistas a resolver enigmas del pasado, esta tecnología podría tener aplicación en la traducción automática entre lenguas vivas, similar a la que llevan a cabo Google Translate o Babelfish.

No obstante, y como apuntan algunos críticos y los propios autores reconocen, el programa tiene limitaciones, entre otras que hoy por hoy tendría que ajustarse a mano para adaptarse a las peculiaridades de cada lengua que se quiera descifrar. De momento, los traductores pueden respirar aliviados; ningún software los va a sustituir a corto plazo.

(Fuente: MIT News.)

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