La primera iglesia francesa de hormigón armado cumple años con achaques

  • Notre-Dame du Raincy, la primera iglesia francesa construida en hormigón armado y comparada por la belleza de sus vidrieras con la Sainte Chapelle de París, celebra su 90 aniversario con achaques de la edad y la necesidad de buscar nuevas fuentes de financiación para afrontar su deterioro.

Elvira Martínez

Le Raincy (Francia), 14 sep.- Notre-Dame du Raincy, la primera iglesia francesa construida en hormigón armado y comparada por la belleza de sus vidrieras con la Sainte Chapelle de París, celebra su 90 aniversario con achaques de la edad y la necesidad de buscar nuevas fuentes de financiación para afrontar su deterioro.

En una pequeña comuna de apenas 14.000 habitantes al noreste de París la iglesia que ideara el célebre arquitecto Auguste Perret padece las consecuencias de su historia: construida con un material innovador y barato, su mala calidad le valió 13 años de restauración en los años ochenta del siglo pasado y ahora la necesita de nuevo.

Su cronología comienza poco antes del fin de la I Guerra Mundial, cuando el domingo de ramos de 1918, el entonces cura de Le Raincy, el padre Nègre, recibió de un penitente anónimo una sustanciosa suma de dinero con la que decidió construir una nueva iglesia para el pueblo en un terreno que dos benefactoras cedieron.

Trescientos treinta mil francos era una cantidad nada desdeñable pero al mismo tiempo increíblemente escasa para el propósito del canónigo y en ese instante de carencia hizo su aparición estelar el hormigón armado, un material constructivo novedoso y muy barato.

En apenas un año las obras estaban finalizadas pero la mezcla de arena, agua y cemento tenía demasiada grava y quedó excesivamente porosa, lo cual pasado el medio siglo se hizo notar en forma de grietas a causa de los cambios de temperatura y los cambios de volumen del hierro, lo que obligó a repararla entre 1986 y 1999.

Apenas 15 años más tarde, este monumento francés necesita una nueva puesta a punto a causa de las goteras del campanario que además humedecen el órgano, cuya reparación sería inútil sin solucionar también las filtraciones, por el momento detenidas con precarios tablones de madera.

Así llegó este verano a su noventa cumpleaños, una celebración por todo lo alto que no alivió la angustia del actual párroco, Fréderic Benoist, que se lamenta en una entrevista con Efe de la carestía de las obras que sería necesario realizar.

"Me dicen que hay que arreglarla y yo contesto, 'pues vamos a buscar el dinero'", cuenta Benoist y explica que al estar considerada la iglesia como monumento histórico desde 1966, Patrimonio Nacional costearía el 40 % de la reforma pero aún serían necesarios 240.000 euros (unos 319.000 dólares) más para abordar todos los gastos.

Cuando en los años ochenta hubo que dar un repaso a la obra de los hermanos Perret (Auguste, el arquitecto, estaba asociado con su hermano Gustave en el estudio A&G Perret Architectes, y con su otro hermano, Claude, en la constructora Perret Frères Entrepreneurs) se creó la asociación R.E.S.T.A.U.R.E.R., un conjunto de ciudadanos del pueblo tanto creyentes como no creyentes que movieron cielo y tierra para conseguir el dinero necesario.

A aquello hace referencia el sacerdote cuando afirma que "hace falta gente que se apasione por esta iglesia, que se movilice para conseguir financiación como hace 27 años y no la hay", algo que no sabe a qué atribuir exactamente.

Los cincuenta metros del poroso campanario necesitan pasar una revisión urgente igual que en su día lo hicieron otros muros o las hermosas vidrieras diseñadas por Maurice Denis y realizadas a mano por Marguerite Huré, que permiten que se compare a este moderno templo con la gótica Sainte Chapelle.

Lo cierto es que a poco más de dieciséis kilómetros de la capilla parisina, los temas que abarcan sus vitrales son bastante diferentes pues la iglesia de Raincy está dedicada no sólo a la Virgen María sino también a los fallecidos de la villa que cayeron en las Guerras Mundiales, pues según cuenta Benoist "ni una sola familia quedó sin ser tocada" por los conflictos bélicos del siglo XX.

Construida bajo la necesidad económica y después de haber padecido múltiples reparaciones ahora se encuentra a un nuevo reto cuya aparente falta de solución enfada al párroco: "nos dicen que no hay dinero, pero no es cierto. Lo que ocurre es que está en otros bolsillos. Para cosas como el fútbol sí que hay dinero de sobra."

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