Liz Taylor, la agitada vida de una estrella

  • Elizabeth Taylor fue una diva en toda regla. Como tal, tuvo grandes éxitos y variados amores, se casó ocho veces, fue protagonista de continuos escándalos y luchó durante toda su vida por controlar sus achaques y sus demonios.
Liz Taylor, la agitada vida de una estrella
Liz Taylor, la agitada vida de una estrella
Getty
Laura Pintos

Elizabeth Taylor (Londres, 27 de febrero de 1932 - Los Ángeles, 23 de marzo de 2011) tuvo la vida que se espera de una gran estrella de Hollywood. Belleza exquisita y única, niñez truncada por la fama, ocho matrimonios, siete divorcios, hijos propios y adoptados de distintos padres, lucha eterna contra el sobrepeso, adicciones más o menos confesadas y sonados problemas de salud acompañaron sus casi siete décadas de carrera como actriz.

Aunque nació en Inglaterra debido al trabajo de su padre como marchante de arte, pocos años más tarde su familia regresó a su país de origen, Estados Unidos. Allí se estrenó en un plató de cine cuando solo era una niña, empujada por una madre que había visto en aquellos ojos violetas de su hija un pasaporte directo a la fama que ella no pudo alcanzar tras abandonar su carrera actoral al casarse.

No se equivocaba. Si bien Universal Pictures solo la contrató para debutar en There's One Born Every Minute, en 1940, MGM la fichó enseguida para La cadena invisible, estrenada tres años después, y comprobó el acierto de su apuesta con la repercusión que alcanzó Fuego de juventud, de 1944.

Fue el comienzo de su éxito y también de su leyenda. A la par que se erigía en una de las figuras más importantes del cineestadounidense (con títulos como La gata sobre el tejado de zinc, Gigante, Una mujer marcada o ¿Quién le teme a Virginia Wolf?) y era catalogada como una de las mujeres más bellas del mundo, se convertía también en la encarnación perfecta de unagran diva por sus escándalos personales.

Liz, como era llamada por todos, se casó ocho veces, dos de ellas con el mismo hombre, y poco antes de morir a los 79 años se había llegado a hablar de un noveno matrimonio.

Su primer marido fue Conrad Hilton, hijo del fundador de la cadena hotelera homónima, con quien estuvo solamente un año, entre 1950 y 1951. Poco después se unió al actor inglés Michael Wilding, con quien tuvo dos hijos, y luego al productor Michael Todd, padre de su hija Liza y el único que la hizo enviudar al fallecer en un accidente de avión.

En 1959 se casó con Eddie Fischer, después de un tiempo en el que ocupó todas las portadas de las revistas del corazón por el triángulo amoroso que integraba con la mujer del cantante, la también actriz Debbie Reynolds, quien siempre la acusó de haberle robado el marido. Se divorciaron en 1964.

En 1961 Liz conoció al que fue su gran amor, Richard Burton, su coprotagonista en Cleopatra. Con él adoptó a su cuarto hijo, una niña llamada Maria, trabajó en once películas y vivió diez años de tórrido matrimonio no exento de escándalos, peleas y románticas reconciliaciones. Las cosas acabaron en un nuevo divorcio, aunque fugaz, ya que la pareja de actores volvió a dar el "sí, quiero" en 1974, pero en este caso solo por un año más.

Luego le llegó el turno al senador John Warner, su marido durante seis años, y más tarde al obrero Larry Fortensky, a quien conoció durante una de sus numerosas permanencias en una clínica de rehabilitación. Incombustible, hasta poco antes de morir en un hospital de Los Ángeles por problemas cardíacos aireaba su amor con el representante de artistas Jason Winters.

Fue una de las personas más cercanas al músico Michael Jackson. La muerte de otro de sus grandes amigos, el actor Rock Hudson, en 1985, la impulsó a iniciar una tenaz campaña contra el sida que la llevó a participar y organizar numerosos eventos para recaudar fondos y abrir conciencias respecto de esta enfermedad.

Además de su adicción al alcohol, sufrió decenas de problemas de salud, ingresos hospitalarios y achaques, entre ellos un tumor cerebral, un carcinoma y varias fracturas de huesos, lo que había deteriorado mucho su imagen en los últimos años.

Con la muerte de la dos veces oscarizada actriz se extingue una época dorada del cine estadounidense.

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