"Se puede dejar de leer, pero no de comer". La cultura da por hecho que pagará la subida del IVA

  • La flecha apunta en su dirección. El Gobierno se verá obligado a subir la recaudación por el Impuesto del Valor Añadido si no quiere que Bruselas apriete más la soga del déficit y escritores, editores, músicos o libreros saben que están en la primera línea de fuego de la próxima subida fiscal del Partido Popular.

La Feria del Libro de Madrid batalla contra la crisis
La Feria del Libro de Madrid batalla contra la crisis
Ylenia Álvarez / Álex Medina R.

Un coche o un zapato sufre un IVA del 18%; un libro o un periódico, del 4%. Un fontanero cobra un 18% por arreglar un grifo mientras que un músico factura un 8% por su actuación, lo mismo que soporta una entrada al cine o al teatro.

Ejemplos como éstos son los que le duelen a la Unión Europea cuando lamenta la escasa recaudación que España presenta año tras año sobre el principal impuesto al consumo.

Así se queja Bruselas en las recomendaciones oficiales que esgrimió ante España hace un par de semanas: "Existe margen para ampliar la base imponible del IVA procediendo a una revisión de la frecuente aplicación de exenciones y tipos reducidos".

El Ejecutivo comunitario añade dos datos demoledores: el porcentaje del PIB que suponen los ingresos del IVA es el más bajo del continente y España apenas aprovecha el 42% de la capacidad normativa en estos momentos.

Con lo que la subida del IVA se da por segura y, siguiendo el camino trazado por la UE, todo apunta hacia los tipos reducidos y superreducidos que se aplican en España, del 8% y del 4%, y entre los que se encuentran la mayoría de servicios culturales.

Juan Casamayor, de la editorial Páginas de Espuma (los libros soportan un IVA del 4%), resume el sentir mayoritario del sector hacia cuál pueden ser las preferencias de Moncloa: "Se puede dejar de leer, pero no de comer".

Porque, además de los libros y revistas, el 4% de IVA superreducido (esta versión del impuesto apenas se da en otros países, donde sólo hay general y reducido) se aplica sobre alimentos básicos como pan, leche, huevos, hortalizas o frutas; así como medicamentos, vehículos y aparatos para personas discapacitadas o, desde mediados del año pasado, la compra de vivienda.

Con lo que, si exceptuamos el trato de favor a la construcción (que no le gusta tampoco en absoluto a la UE), la cultura es el grupo más evidente de ataque. Casamayor admite de antemano la situación pero advierte de que un incremento de la carga fiscal generará problemas no sólo a la hora de vender dentro de España, sino en el exterior.

Páginas de Espuma incide en que el negocio editorial depende en gran medida de las ventas a Iberoamérica y el distribuidor del otro lado del Atlántico no va a aceptar tan fácilmente un aumento de los costes. Además del daño que va a suponer un cambio de las condiciones para la imagen de marca de España.

"Para salir de una crisis en la que no sabemos muy bien lo que nos pasa necesitamos ser más listos, no más tontos; necesitamos tener más información, no menos formación; en ese aspecto soy bastante intransigente", explica el escritor leonés José María Merino, quien cree que se está socavando el futuro con medidas como ésta.

Más a salvo se sienten desde la Confederación Española de Libreros. Su presidente, Fernando Valverde, considera que cuando se habla estos días de subir al IVA, el superreducido está fuera de discusión, que ésta se centra en el tipo general y en el reducido.

En todo caso, si el sector se va a sentar con el Gobierno a hablar de impuestos, la patronal lo tiene más que claro: plantearán la necesidad de equiparar la imposición sobre los libros digitales (del 18%) a la del resto del mercado editorial.

Los chinos sí saben quién es Cervantes

Vicente Guisbert es secretario de comunicación de la Unión de Actores y Actrices (desde los técnicos a los directores, el IVA que se paga en el mundillo es del 8%) y no olvida que Zapatero ya les incrementó la presión fiscal cuando elevó el tipo reducido en 2010. "Ya hemos sufrido esos recortes", apunta.

Han padecido, de hecho, más de uno, como demuestra que en los Presupuestos Generales del Estado a las partidas relacionadas con la cultura se les propinó rebajas por encima de la media. Guisbert sostiene: "Desde el chino más arrinconado sabe quién es Cervantes o quien es Almodóvar y a eso es a lo que se le ha quitado el 35%".

El problema, en el fondo, es que la cultura es de las que más aporta "a la propaganda de esa marca España a la que apela toda la producción industrial exportadora".

De la imagen a la libreta de cuentas, Ernesto González, director de Comunicación del Festival Internacional de Benicassim (FIB), explica que "la subida del IVA afectaría a todos los precios, empezando por la entrada para el público, pero también nuestros pagos a terceros y proveedores, que también incrementarían la cantidad" (los conciertos tributan al 8%).

¿Qué puede hacer la cultura, excepto alertar de los efectos adversos de convertirse en un lujo? Poco, la verdad. El violinista Ara Malikian no sabe cómo encajar otro problema más en un sector tan castigado, pero se lo toma con humor y reconoce dónde está el enemigo: "Ahora estoy justo en Berlín y todos mis amigos me dicen: 'Oye, ya que estás allí, vete y dile a Merkel que nos deje en paz".

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