Mujeres sin sueldos ni vacaciones: "Si nos tuvieran que pagar no habría dinero"

    • Mujeres que trabajan en casa sin remuneración a cambio ni vacaciones se identifican como mujeres trabajadoras y reivindican el reconocimiento de su labor por parte de la sociedad.
    • Enriqueta Burgos se convirtió hace 12 años en la enfermera de su hija, quien padece esclerosis múltiple; Mari Carmen García trabaja en las tareas de su casa desde las 5:15 de la mañana y Leticia Serra se encarga de asear, alimentar y cambiar de postura a su abuela que necesita una silla de ruedas para desplazarse.
Mujeres sin sueldos ni vacaciones: "Si nos tuvieran que pagar no habría dinero"
Mujeres sin sueldos ni vacaciones: "Si nos tuvieran que pagar no habría dinero"
Marta Bardón

Vestir de etiqueta o uniforme y acudir todos los días a una oficina no convierte a una persona en más trabajadora que la que se queda en casa cuidando a un padre enfermo o haciendo todas las tareas del hogar. Muchas personas trabajan en casa y desempeñan labores que requieren en algunos casos más dedicación y responsabilidad que cualquier otro, y por el que no reciben ninguna remuneración.

Hace 12 años Enriqueta Burgos, de 79 años, dejó de cocinar y servir en la casa de una familia adinerada cuando le detectaron a su hija Teresa esclerosis múltiple, en octubre de 2004. Entonces no había pastillas que frenaran la enfermedad en su primera fase y los brotes comenzaron a mermar las capacidades de su hija, atacando especialmente la movilidad de las piernas, las manos y el equilibrio."Cuidar a un familiar es la mayor responsabilidad"

Enriqueta madruga cada día, sea o no festivo, para llegar a las 8:15 de la mañana. Antes de que se levante Teresa, arregla la mayor parte de la casa para, después, levantar con mucho esfuerzo físico a su hija.

Desayuno, aseo y cambio de la silla de ruedas a un sillón más cómodo, son actividades que exigen toda la fuerza de una mujer de 79 años que no recibe a cambio ningún tipo de remuneración. Se trata de un trabajo harto exigente y más para una mujer que se encontraba al borde de la jubilación cuando comenzó a trabajar de nuevo y a aprender el oficio de enfermera. “Cuidar a un familiar requiere más responsabilidad que cualquier otro trabajo”, afirma Enriqueta."Si es o no festivo es irrelevane, trabajo todos los días"

“La gente que va a una oficina tiene días libres y de descanso pero en mi caso si es o no festivo es irrelevante, yo acudo todos los días”.

A las 15:00, tras siete horas de intensa actividad, deja la mesa puesta y la comida hecha para que coman su hija y su marido, quien pasa a cuidarla el resto del día con gran empeño.Mari Carmen, en pie a las 5:15 para hacer las tareas de la casa

Mari Carmen Garcia Gonzalvez, de 49 años, se levanta cada mañana a las 5:15 de la mañana. Desde esa hora no para de limpiar, cocinar, lavar, planchar y demás hasta las 15:30 por norma general, aunque admite que incluso cuando está sentada piensa cómo organizar las compras para que no falte de nada y programa las comidas.

“Hacemos muchas cosas y no nos lo reconocen mucho, ni siquiera la familia”. Carmen pone de relieve el poco valor del trabajo que realizan las amas de casa. La sociedad tiende a desprestigiar el hecho de que una mujer trabaje en casa haciendo todas las tareas del hogar, sin embargo, estudiantes universitarios e hijos no tan jóvenes recogen cada semana gustosamente el tupper lleno de comida preparada por su madre.

Los hijos de Carmen no ayudan a su madre a hacer todo aquello que consideran que es su trabajo. “Se piensan que podemos con todo. Mi marido está conmigo en casa y hace cosas, pero no de la casa, da por hecho que es un trabajo para mí”, señala Carmen."Si nos tuviesen que pagar lo que hacemos no habría dinero"

“Hacemos mucho y si nos tuviesen que pagar por todo lo que hacemos no habría dinero”, señala Carmen sobre la profesión de ama de casa. “También es verdad que no tenemos jefe y nos podemos administrar el tiempo nosotras mismas”, apunta.

Carmen se levanta a las 5:15 de la mañana y comienza a planchar, hace los cuartos de baño. Después acompaña a su hijo mayor en su desayuno y disfruta de su compañía antes de que se vaya a la universidad.

Su familia no aprecia todo su trabajo.“Digo yo que valorarán lo que hago pero lo dan por hecho”, afirma Carmen.Cada mañana, levanta a su abuela, la asea, la vista y le cambia las sondas

Leticia Serra Cigudosa, de 33 años, acude cada día a cuidar a su abuela, quien no camina desde que se rompió una cadera.

A las 10 de la mañana levanta a su abuela antes de asearla y comenzar con el cambio diario de sondas y de ropa.

Tras el desayuno, la rutina incluye ver la televisión. Posteriormente, la joven prepara la comida y a las 14:30 comienza descansa mientras su abuela se echa la siesta hasta las 17:00. La merienda precede a un par de horas de descanso para Leticia antes de la cena, que prepara cada día a las 20:00 con su abuela.Leticia, como muchas, todo el día pendiente de su abuela

“Me considero mujer trabajadora”, afirma Leticia. Ella no recibe ningún tipo de remuneración pero es una rutina que la exige estar todo el día pendiente de su abuela, a la que también cuida su madre.

Éstas son sólo tres historias de las muchas que existen en nuestra sociedad. Relatos y vidas de personas que no tienen un sueldo pero que, sin embargo, realizan trabajos sin vacaciones ni festivos para que otros de su entorno puedan salir adelante. Desempeñan, por tanto, una labor esencial en la sociedad que tiene el mismo valor que cualquier otra profesión y exige el respeto de todos los ciudadanos.

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