Tras un frío invierno los georgianos sufren una inusual oleada de calor

  • Tras el invierno más crudo de los últimos 50 años Georgia vive estos días una inusual oleada de calor que también amenaza con batir el récord de los últimos decenios.

Misha Vignanski

Tiflis 16 jun.- Tras el invierno más crudo de los últimos 50 años Georgia vive estos días una inusual oleada de calor que también amenaza con batir el récord de los últimos decenios.

El termómetro alcanzó su máxima de 39 grados en Kutaisi, ciudad situada a unos 240 kilómetros al oeste de Tiflis.

Aquí, en la capital de esta república ex soviética situada en el Cáucaso durante varios días misma la temperatura se mantuvo en un máximo de 35 grados.

"En julio-agosto el termómetro superará los 40 grados", dijo a Efe Svetlana Nioradze, jefa del Departamento de Pronósticos de la Agendia Nacional del Medio Ambiente.

Ya ahora las temperaturas superan en dos grados la media estadística y no se descarta que en las próximas semanas sea superado el récord de 1966, cuando en las regiones occidentales el termómetro alcanzó los 41 grados.

Al repostar sus automóviles, los conductores miran con horror los termómetros digitales de las gasolineras, que muestran bajo el sol los 50 grados y más.

Ante la oleada de calor los médicos recomiendan a los georgianos permanecer lo menos posible en las calles y evitar sobrecargas.

Con el mismo fin fueron reducidos los horarios de clases en las escuelas.

Habitualmente en verano los habitantes de Tiflis viven en la calle, conversando en los banquillos a la entrada de sus casas o jugando al ajedrez, que junto con el fútbol son los grandes deportes nacionales de Georgia.

Estos días, sin embargo, el calor les hace renunciar a la costumbre.

La céntrica avenida Rustaveli habitualmente inundada de multitudes, parece desierta: la gente prefiere los frescos sótanos y salas acondicionadas a sus famosas terrazas.

Casi todos los escasos transeúntes llevan en la mano botellas de agua y en pleno centro, frente a la Gran Sala de Conciertos en la Rustaveli, decenas de niños disfrutan en medio de una gigantesca fuente.

En los barrios periféricos, donde abundan las casas unifamiliares rodeadas de jardines, los dueños salen con las mangueras para regar el asfalto en busca de un poco de frescor.

También están abarrotadas las playas de los lagos y ríos que rodean la capital georgiana y sobre todo en el "mar de Tiflis", como llaman aquí el gigantesco embalse de nueve por tres kilómetros.

El calor disparó los precios de alquiler en los montes que rodean las ciudades georgianas, convirtiendo en todo un lujo el veraneo que antes estaba destinado a quienes no conseguían ahorrar para unas vacaciones en la playa.

La inusual oleada de calor es la segunda sorpresa que el tiempo depara este año a los georgianos.

En febrero pasado los termómetros en la sureña Georgia bajaron a menos de 10 grados bajo cero.

Por primera vez en los 60 años de su existencia el "mar de Tiflis" se congeló.

Por primera vez desde hace medio siglo el hielo también cubrió el pintoresco río Kurá, que cruza el centro de la capital georgiana.

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