El principal terremoto tuvo lugar el pasado 4 de septiembre, con epicentro entre Santa Coloma de Farners y Riudarenes (Girona), y que tuvo una magnitud de 3,6 grados en la escala Richter, y al que siguieron un total de 190 réplicas hasta el pasado jueves.
Anteriormente, entre principios de agosto y el 3 de septiembre, se produjeron un total de 90 terremotos, que no llegaron a ser percibidos en su mayoría por los vecinos, ya que sólo 10 de ellos tuvieron una intensidad superior a los 1.5 grados Richter.
El ICGC ha asegurado que las magnitudes registradas forman parte de la normalidad sísmica de la zona porque se encuentra en un cruce de dos sistemas de fallas: el de dirección noreste/suroeste, paralelo a la costa, y el de dirección noroeste/suroeste, que atraviesa desde el Empordà (Girona) hasta Osona (Barcelona).
Catalunya registra anualmente una media de 800 terremotos, la mayoría imperceptibles: en 2015, solo tres seísmos fueron percibidos (el del 9 de abril en Tarragona, de 3,4 grados, el del 20 de octubre en Roses (Girona), con una magnitud de 4,3 y el del 18 de noviembre en Cerdanya (Lleida), de 3 grados de magnitud.
IMPERCEPTIBLES
Según los datos históricos, cada año se producen en Catalunya cinco seísmos de escala superior a tres, cada dos años uno superior a 4 y cada 30 años uno de magnitud superior a 5, y el seísmo más grave de los últimos años fue en 2004 en Ripollès (Girona), de magnitud 4.
El ICGC dispone de 16 estaciones sísmicas y 18 acelerómetros para monitorizar la sismicidad y la aceleración del terreno causada por los terremotos, y la información recopilada permite a Protección Civil activar, si es necesario, el plan Sismicat de emergencias sísmicas en Catalunya.
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