Operación reconstrucción para Rusia a dos años de 'su' Mundial

Dos años es el tiempo que tiene Rusia desde ahora para reconstruir su selección y presentar un equipo competitivo en 'su' Mundia-2018, después del fiasco de la Eurocopa-2016, de la que se marchó sin nombres para recordar salvo el de algún hooligan como Alexandre Chpryguine, expulsado de Francia por participar los disturbios de Marsella.

"Agonía", "impasse", "crísis del fútbol ruso": la prensa de Moscú usó esos términos para reflejar el fracaso de su selección en Francia-2016, después de ser castigada el lunes por Gales (0-3) en Toulouse, desde donde se despidió del torneo por la puerta trasera. Antes, le había arrancado un empate 1-1 a Inglaterra sobre la hora y perdido 2-1 con Eslovaquia.

"No esperen milagros en el Mundial-2018", escribió el diario Sport Express con ruedos.

Tras la segunda eliminación consecutiva en primera ronda de Eurocopa, después de ser semifinalista en 2008 de la mano de Arshavin, el trabajo parece duro para la Federación de cara a su Mundial.

"La selección, para el torneo más importante, forma a 11 jugadores que parece desconocerse entre ellos, el responsable es el entrenador", analizó Sport Express.

"Líder de la Eurocopa en materia de desorganización téctica" para el periódico Sovietski Sport, el seleccionador Leonid Slutski no esperó leer las ácidas críticas del día siguiente al despiste de Toulouse para tirar la toalla.

El entrenador que sucedió al italiano Fabio Capello presentó sus "disculpas" en la conferencia de prensa por el pobre "fútbol mostrado" y se apuró a decir que era "necesario que otro técnico dirija a la selección para las competiciones siguientes", arrancando por el Mundial-2018.

Slutski llegó a la "Sbornaya" en agosto de 2015 desde su cargo de entrenador del CSKA Moscú para enderezar el barco y logró sellar el boleto de clasificación para la Eurocopa, antes de que el buque se hunda en Francia.

Sovietski Sport llegó a pedir disculpas este martes a Capello, quien había sido despedido. "Bajo sus órdenes no hubiéramos pasado esta vergüenza".

Sin embargo, a dos años de su Copa del Mundo los rusos han descubierto que tienen varios frentes por atacar. El equipo es un tema neto, pero también el comportamiento de sus hinchas dentro y fuera de los estadios.

De hecho, la imagen con la que se marcha Rusia es la de aquella 'Batalla de Marsella' del 11 de junio, en la que sus hooligans salieron a "cazar ingleses" y los incidentes acabaron con 35 heridos, dos de ellos aún en coma en un hospital francés.

Ese caos le valió a la Federación rusa una suspensión condicional, que implicaba una exclusión del torneo en caso de nuevos incidentes por parte de sus aficionados.

Tras los disturbios, la policía francesa había logrado detener y finalmente expulsar a 20 sujetos, entre ellos el ultranacionalista Alexandre Chpryguine, presidente de la asociación de hinchas, quien tras ser deportado, el sábado, volvió a tierra gala el lunes y se instaló en las gradas del estadio de Toulouse, antes de ser arrestado. Fue un desafío más a las reglas de Francia y la UEFA. En dos años, los encargados de controlarlo serán las mismas autoridades rusas.

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