El triple reto de Griñán: atajar el déficit, pagar a proveedores y mantener el gasto social

  • El presumible segundo Gobierno de José Antonio Griñán en Andalucía se la jugará con un triple salto económico: la autonomía debe cumplir con el déficit del 1,5% que le impone Madrid si quiere acceder al programa de proveedores y tiene que hacerlo manteniendo al gasto social a salvo de los recortes. La única posibilidad pasa por elevar la deuda pública, en estos momentos por debajo de la media autonómica.
José Antonio Griñán
José Antonio Griñán
Raúl Arias
Álex Medina R.

¿Es posible tenerlo todo? A esta pregunta de anuncio de seguros tendrá que responder la Junta de Andalucía en las próximas semanas e incluso en pocos días si no quiere quedarse fuera de la escena económica nacional.

Si se cumple el guión, será el socialista José Antonio Griñán el que, con el apoyo de Izquierda Unida, encaje todas las piezas de un puzzle endemoniado que exige conjugar cumplimiento del déficit (ahora mismo por encima del 3%, más del doble de lo permitido) con el pago a sus proveedores... y no ser la única autonomía que se queda al margen del programa especial de Hacienda.

De paso, todo lo anterior habrá que hacerlo manteniendo la promesa de no reducir el gasto social cuando toque hacer ajustes extraordinarios. En estos momentos, Andalucía destina el 83% de su presupuesto a educación, sanidad y servicios sociales.

Así que,¿cómo afrontará el nuevo Gobierno de izquierda unas cuentas que le exigen terminar el año con un 1,5%de déficit respecto a su PIB, desde el 3,22% con el que terminó 2011? Pues a través de deuda y más deuda.

Para establecer el escenario, lo primero que hay que decir es que la brecha entre el déficit prometido y el real es de más de 2.000 millones de euros.

Habrá que recortar de algún lado y no hay que olvidar que Andalucía votó en contra de ese objetivo general en el último Consejo de Política Fiscal y Financiera. Fue la única en oponerse porque reclama un reparto no lineal del objetivo, es decir, que no todas tengan que cuadrar el 1,5% exacto y se tengan en cuenta otros criterios como una menor deuda.

Aun así, y pese a aquella maniobra política (que parecía pensada bajo la certeza de que iban a perder las elecciones), Griñán ha repetido por activa y por pasiva que su Gobierno cumplirá con sus obligaciones durante la campaña y fuentes socialistas lo han confirmado pasado el domingo electoral.

Ya le vale, porque si no ajusta las cuentas andaluzas al boceto impuesto por Hacienda, los proveedores de esa región se quedarían sin cobrar sus facturas. El ministro Cristóbal Montoro cifró en 3.000 millones lo que la Junta debe a sus acreedores. El mecanismo establece que toda región que quiera adherirse tiene que presentar un plan de saneamiento que, a su vez, debe ser aceptado por el Ministerio.

El 15 de abril termina el plazo para presentar las facturas por parte de las autonomías y el 30, el periodo para elevar sus ajustes. Desde Andalucía se baraja el 19 de abril como la fecha para constituir el Parlamento.

Pero, al mismo tiempo, se muestran seguros de llegar a tiempo, pese a que ahora empieza la siempre complicada época de negociciones para formar Gobierno. Izquierda Unida, el eventual socio de Gobierno, no permitirá que la tijera entre en el gasto social y Griñán ha dejado más que claro que Andalucía acatará el límite de déficit (aunque le gustaría que Hacienda abriera la mano como Bruselas ha hecho con España).

La seguridad del presidente en funciones radica en que aún tiene el comodín del endeudamiento. Andalucía suma un debe financiero del 9,5% del PIB, frente al 12,6% de media de todas las autonomías, según cifras del Banco de España a septiembre de 2011.

En una región con un Producto Interior Bruto de 150.000 millones (algo así como el 15% del total nacional), ese margen entre la deuda propia y la media dan para cubrir los primeros apuros.

Ya lo hizo el PSOE en la elaboración de los Presupuestos autonómicos para este 2012. Jactándose de ser la única región que subía el gasto social, recurrió al endeudamiento desesperadamente, de forma que lo elevó a 3.233,6 millones de euros, un 44,4% más que en 2011.

Del mismo modo, el volumen destinado sólo a la amortización de deuda del ejercicio asciende a 1.443,4 millones de euros, con un incremento del 22,4% respecto de 2011. ¿La razón? Que la financiación en los mercados de los últimos meses ha sido muy cara y muy a corto plazo.

Partiendo del plan de saneamiento que la Junta andaluza presentó en otoño al anterior Ejecutivo central, la comunidad sureña prevé terminar el año 2013 con unos 24.000 millones de deudas... Nada menos que el 16% de su PIB. O, lo que es lo mismo, pasaría de estar tres puntos por debajo de la media a rebasarla en casi cuatro.

Aunque eso ya será lo de menos. A día de hoy, Andalucía presume de su bajo endeudamiento y lo pone como atenuante para que Hacienda no le exprima tanto en lo que respecta al déficit. La teoría es que no es lo mismo un déficit incumplido con una deuda por debajo que la media que una mezcla de ambos factores desbocados, como ocurre en Cataluña.

La práctica, es decir, cuando llegue el momento de endeudarse para rebajar el déficit y así poder acceder al pago de proveedores, echará por tierra todas las cuentas actuales. Pero, al menos, se habrá mantenido la promesa electoral del gasto social.

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