Las bolsas sanan sus heridas tras bajar la marea de Grecia e Italia

  • Es hora de hacer recuento, elaborar el parte de bajas y reagrupar a las fuerzas. El sprint final que han protagonizado las bolsas europeas el viernes, con subidas generalizadas del 3%, devolvieron a los índices la alegría que habían perdido a lo largo de una semana repleta de incertidumbres y castigos severos. El próximo lunes comienza una nueva vida.

El susto ha sido de los que dejan arrugas. No es para menos: mediada la semana, el euro parecía a punto de estallar por los aires cuando la prima de riesgo que soporta la deuda italiana (en su comparación con el bono alemán) se acercó a los 600 puntos básicos y, lo que es más importante, rebasó el 7% de interés que debía ofrecer a sus inversores.

Porque el 7% fue la barrera que atravesaron en su día Grecia, Portugal e Irlanda inmediatamente antes de ser rescatados.

Los mercados se dejaron arrastrar sin contemplaciones y las bolsas acumularon pérdidas. Pero la razón de sus cuitas, que venían tanto de Grecia como Italia, se volvieron en satisfacción el viernes y los acelerones de última hora permitieron restañar las heridas anteriores y devolver a las plazas europeas al lugar del que partieron el mismo lunes.

Hablando de lunes: la semana arrancaba con un nuevo latigazo de la crisis dedeuda soberana, aunque con un protagonista totalmente diferente.Si la semana pasada la tensión la desatóel entonces primer ministro griego, YorgosPapandreu, por querer someter a referéndum las medidas de austeridad queexigía Bruselas para poner en marcha el segundo rescate del país, en losúltimos cinco días la atención la ha centrado Silvio Berlusconi. El lunes, el rumor de que el primer ministro italiano podíadimitir provocó todo un ataque de nervios a los inversores, que veían cómosurgía el fuego transalpino antes de que se apagara el heleno. De nada sirvió que Il Cavaliere desmintiera su adiós y queel BCE anunciara que había disparado las compras de deuda soberana: ya había empezadola nueva tormenta. El día siguiente, el capitán de la política italiana logrósacar adelante un voto de confianza en el Parlamento, aunque la noticia no fuesuficiente como para animar a las bolsas. El mercado estaba buscando su cabezay, al no recibir noticias sobre cambios en el equipo de Gobierno, decidiómantener la presión hasta que Berlusconi anunció que se marcharía después deaprobar las medidas prometidas a la Unión Europea. Pero lo peor estaba por llegar. A pesar de esta buenanoticia, el miércoles el pánico se propagó por todo el Viejo Continente,después de que la deuda italiana entrara en zona de rescate. En concreto, suprima de riesgo se desbocó hasta el record de 575 puntos básicos, mientras quela rentabilidad de los bonos rompió el nivel crítico del 7%, el mismo que forzóel rescate de Grecia, Irlanda y Portugal.Por si fuera poco, las previsiones de un estancamiento de laeconomía francesa, el retraso de la llegada del nuevo primer ministro en Greciay las advertencias del FMI augurando una década perdida de la economía globalpor culpa de la crisis de deuda terminaron de rematar al mercado.Y aún quedaban malas noticias. El jueves, Bruselas confirmóel estancamiento de la economía europea en 2012, al tiempo que avanzó que elparo en España, el más alto del continente y de toda la OCDE, no empezará abajar hasta 2013. Todo ello, unido a los máximos históricos que llegaron abatir las primas de riesgo de España, Francia y Bélgica, asestó otro golpe almercado. Con este contexto tan negativo arrancó la última sesión dela semana, la más tranquila de todas en los primeros minutos. Y es que, después de que Grecia hayanombrado por fin a su líder político y a la espera de que pase lo mismo enItalia este fin de semana, las bolsas aprovecharon la tregua sobre la deuda y poco a poco se fueron viniendo arriba.Las sensaciones fueron mejorando según avanzaba la jornada y se conocía que el Senado italiano ratificaba las medidas de ajuste de Berlusconi. Poco después, se presentaba el nuevo Gobierno griego. Y todos, incluídas las bolsas, contentos. El Íbex cerraba la cotización con un avance del 2,95% y saldaba la semana con un pequeño tropiezo del 0,46% (pequeño, teniendo en cuenta todo lo anterior) que suena a gloria.O, por lo menos, que restablece la normalidad.

El susto ha sido de los que dejan arrugas. No es para menos: mediada la semana, el euro parecía a punto de estallar por los aires cuando la prima de riesgo que soporta la deuda italiana (en su comparación con el bono alemán) se acercó a los 600 puntos básicos y, lo que es más importante, rebasó el 7% de interés que debía ofrecer a sus inversores.

Porque el 7% fue la barrera que atravesaron en su día Grecia, Portugal e Irlanda inmediatamente antes de ser rescatados.

Los mercados se dejaron arrastrar sin contemplaciones y las bolsas acumularon pérdidas. Pero la razón de sus cuitas, que venían tanto de Grecia como Italia, se volvieron en satisfacción el viernes y los acelerones de última hora permitieron restañar las heridas anteriores y devolver a las plazas europeas al lugar del que partieron el mismo lunes.

Hablando de lunes: la semana arrancaba con un nuevo latigazo de la crisis dedeuda soberana, aunque con un protagonista totalmente diferente.Si la semana pasada la tensión la desatóel entonces primer ministro griego, YorgosPapandreu, por querer someter a referéndum las medidas de austeridad queexigía Bruselas para poner en marcha el segundo rescate del país, en losúltimos cinco días la atención la ha centrado Silvio Berlusconi. El lunes, el rumor de que el primer ministro italiano podíadimitir provocó todo un ataque de nervios a los inversores, que veían cómosurgía el fuego transalpino antes de que se apagara el heleno. De nada sirvió que Il Cavaliere desmintiera su adiós y queel BCE anunciara que había disparado las compras de deuda soberana: ya había empezadola nueva tormenta. El día siguiente, el capitán de la política italiana logrósacar adelante un voto de confianza en el Parlamento, aunque la noticia no fuesuficiente como para animar a las bolsas. El mercado estaba buscando su cabezay, al no recibir noticias sobre cambios en el equipo de Gobierno, decidiómantener la presión hasta que Berlusconi anunció que se marcharía después deaprobar las medidas prometidas a la Unión Europea. Pero lo peor estaba por llegar. A pesar de esta buenanoticia, el miércoles el pánico se propagó por todo el Viejo Continente,después de que la deuda italiana entrara en zona de rescate. En concreto, suprima de riesgo se desbocó hasta el record de 575 puntos básicos, mientras quela rentabilidad de los bonos rompió el nivel crítico del 7%, el mismo que forzóel rescate de Grecia, Irlanda y Portugal.Por si fuera poco, las previsiones de un estancamiento de laeconomía francesa, el retraso de la llegada del nuevo primer ministro en Greciay las advertencias del FMI augurando una década perdida de la economía globalpor culpa de la crisis de deuda terminaron de rematar al mercado.Y aún quedaban malas noticias. El jueves, Bruselas confirmóel estancamiento de la economía europea en 2012, al tiempo que avanzó que elparo en España, el más alto del continente y de toda la OCDE, no empezará abajar hasta 2013. Todo ello, unido a los máximos históricos que llegaron abatir las primas de riesgo de España, Francia y Bélgica, asestó otro golpe almercado. Con este contexto tan negativo arrancó la última sesión dela semana, la más tranquila de todas en los primeros minutos. Y es que, después de que Grecia hayanombrado por fin a su líder político y a la espera de que pase lo mismo enItalia este fin de semana, las bolsas aprovecharon la tregua sobre la deuda y poco a poco se fueron viniendo arriba.Las sensaciones fueron mejorando según avanzaba la jornada y se conocía que el Senado italiano ratificaba las medidas de ajuste de Berlusconi. Poco después, se presentaba el nuevo Gobierno griego. Y todos, incluídas las bolsas, contentos. El Íbex cerraba la cotización con un avance del 2,95% y saldaba la semana con un pequeño tropiezo del 0,46% (pequeño, teniendo en cuenta todo lo anterior) que suena a gloria.O, por lo menos, que restablece la normalidad.

A. P. Alarcos / A. Medina R.
A. P. Alarcos / A. Medina R.
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