Un año del fin de semana que cambió el rumbo de España

  • Viernes 7 de mayo de 2010. Después de dos años casi negando la crisis, Zapatero constata España será incapaz de devolver su deuda porque los inversores internacionales han dado la espalda al país. Europa le exige un drástico y urgente ajuste. Dos días después, el 9 de mayo, Salgado acuerda las bases del tijeretazo.
El Gobierno hará un recorte adicional del déficit de 0,5 puntos en 2010 y de 1 en 2011
El Gobierno hará un recorte adicional del déficit de 0,5 puntos en 2010 y de 1 en 2011
Ana P. Alarcos/R.Ugalde

Han pasado doce meses desde que nuestra economía fue operada a vida o muerte, después de que los mercados pusieron en tela de juicio la solvencia de España y su capacidad para reducir su déficit y su deuda pública.

Fue el 7 de mayo de 2010, en pleno ataque de pánico de los inversores por la quiebra de Grecia, cuando España constató que los mercados le habían cerrado a cal y canto sus puertas, lo que abocaba a nuestro país a una bacarrota ante la imposibilidad de hacer frente el macro vencimiento de 20.000 millones de julio.

Aquel día, durante la cena de los líderes del Eurogrupo en Bruselas, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero constató que nuestra economía estaba mucho más enferma de lo que había querido admitir hasta entonces.

Pero no fue el único en abrir los ojos a la realidad. Todos los líderes del Viejo Continente reconocieron que estaba en juego algo más que el rescate de Grecia: se trataba de salvar al euro. Este reto exigía la creación de un Mecanismo de Estabilización y sacrificios de todos los países, pero, sobre todo, de España y Portugal.

En la reunión del Ecofin del domingo 9 de mayo, los ministros de Economía del Viejo Continente aprobaron crear un fondo de rescate de 750.000 millones. Pero, a cambio, nuestro país se ve obligado a acordar un drástico y urgente ajuste.

Bofetada de realidad

No quedaba otro camino. Los mercados, conscientes de esta situación, habían castigado con dureza a la bolsa y los bonos nacionales, hasta dejarlos al borde del abismo. Entre el 2 y el 7 de mayo, el Ibex vivió su semana más horribilis desde la caída de Lehman Brothers, al perder un 13,8%.

Aquel 7 de mayo, viernes negro, también se vivió máxima tensión en el mercado de deuda. La prima de riesgo de España marcó su, hasta entonces, máximo histórico, al alcanzar los 164 puntos básicos. La cifra se situó un 60% por encima del nivel que había marcado una semana antes.

Este escenario estranguló aún más la capacidad de España para financiarse en los mercados y desembocó en una reacción europea. La Unión se dio cuenta de que, si nuestra economía no conseguía los fondos suficientes para hacer frente a sus pagos, estaba abocada a seguir los pasos de Grecia y entrar en default. Pero el peso de España en la zona euro es tal (es el cuarto país más grande) que no se le podía dejar caer.

Por eso, ese mismo fin de semana del 8 y 9 de mayo, Europa se puso manos a la obra. Después de intensas y largas negociaciones, la Unión Europea y el Gobierno, acordaron un paquete de medidas para encaminar la deriva económica de nuestro país y recuperar la confianza de los inversores.

El resultado de estos acuerdos fue el famoso tijeretazo, en el que el Ejecutivo incluyó medidas como el recorte del sueldo de los funcionarios, la congelación de las pensiones y el fin del cheque bebé.

Este plan de austeridad, presentado el día 12 de mayo, contó con el beneplácito del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien telefoneó personalmente a José Luis Rodríguez Zapatero para expresarle su aprobación... y garantizarse de que no iba a echarse atrás.

Todas estas medidas vinieron acompañadas por un pacto entre la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional para crear un fondo de 750.000 millones, dedicado a ayudar a los países con problemas y defender el euro.

De forma paralela, varios bancos centrales europeos, previo mandato del BCE, se comprometieron a comprar deuda pública de los países periféricos, los más arriesgados del Viejo Continente, para tranquilizar a los inversores.

La rápida respuesta de Europa tuvo un reflejo inmediato en el mercado español. De hecho, el lunes 10 de mayo el Ibex hizo historia al repuntar un 14% en esa sesión, lo que le permitió recuperar todo lo perdido en las cinco anteriores. Mientras, la prima de riesgo se redujo un 40%, hasta volver a la cota de los 100 puntos básicos, desde los 164 en los que empezó el día.

A pesar de que el paquete de medidas que tuvo que poner en marcha España levantó ampollas en la opinión pública, cumplieron su objetivo: frenar la sangría en nuestros mercados y permitir al Tesoro financiarse y tener cubiertos sus millonarios vencimientos de julio.

Hoy en día, un año después, España sigue teniendo pendientes muchas asignaturas en materia económica y no es inmune a los castigos de los inversores. Sin embargo, los expertos sí tienen clara una cosa: el mercado ya es consciente de que nuestra economía no se parece a las de la periferia europea.

 

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