Bankia: de la "cuestión de Estado" al rescate de la banca española

    • Salgado y Rato movilizaron a los poderes fácticos del país ante una salida a bolsa que la ministra calificó como una "cuestión de Estado".
    • En 2011, el sistema financiero español ya era un polvorín y Bankia era la punta del iceberg, la entidad a la que se dirigían todas las miradas.
Bankia se desploma casi un 6% tras el informe de los peritos del Banco de España
Bankia se desploma casi un 6% tras el informe de los peritos del Banco de España

En 2011, el sistema financiero español ya era un polvorín y Bankia era la punta del iceberg, la entidad a la que se dirigían todas las miradas. Ninguna gran entidad española había gestionado peor su negocio crediticio, que le explotó en las manos tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Con Rodrigo Rato al frente de un grupo recién nacido de la fusión de siete entidades, Bankia afrontaba a la desesperada una salida a bolsa que era a todo o nada.

Cuando en 2012 fue interrogado por el juez Fernando Andréu, Rato no asumió error ni responsabilidad alguna en la situación de Bankia, y culpó al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapaterode obligarle a dar el salto a la bolsa. Era la solución que el Ejecutivo, junto al Banco de España, había ideado para recapitalizar a las entidades que por tamaño si podían afrontar una salida a bolsa. Y, al menos en parte, no le faltaba razón.

La operación fue vendida por la entonces ministra de Economía, Elena Salgado, como una "cuestión de Estado". El Gobierno quería dar un golpe en la mesa con Bankia, demostrar que el gran icono de la crisis (nadie podía sospechar lo que vino después) sería capaz de levantar en el mercado más de 3.000 millones de euros y acallar las afirmaciones de quienes afirmaban que una parte del sistema financiero español estaba podrido.

Salgado y Rato movilizaron a los poderes fácticos del país. El Corte Inglés, Juan Abelló o Alicia Koplowitz pasaron por caja y sólo algunos grandes como BBVA se negaron a participar de una operación política por la que pasaba, según el Gobierno, la credibilidad del sistema financiero español.

Sin historial en el mercado (el grupo acababa de nacer), con unos estados financieros cogidos con alfileres (ahora se ha certificado que falsos) y con el apoyo del Gobierno y el visto bueno del Banco de España y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Bankia daba el salto a la bolsa sin convicción alguna. Ya había testado la falta de interés de los inversores institucionales, que exigieron enormes descuento para participar en la oferta.

Lo que vino después fue la historia de un desastre, la confirmación (plasmada en el rescate financiero solicitado por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2012) de que una buena parte de los grupos formados por las viejas cajas de ahorros ya no se tenían en pie. Y Bankia se convirtió en el icono absoluto de la crisis bancaria en España, en el muerto que hubo que resucitar a golpe de dinero público, en el gigante salvado y monitorizado por Bruselas.

Quienes urdieron la salida a bolsa realmente estaban poniendo a Bankia en el peor escaparate posible, porque la patada hacia delante de aquella oferta pública duró apenas un suspiro. Quienes pensaron que aquella OPV era la puerta de salida de la crisis del sector financiero español realmente estaban encendiendo la mecha de una estafa masiva que dejó pillados a miles de inversores.

Un error histórico que ilustra muy bien la situación de los mercados en general y del sector financiero en particular cuando Bankia dio el salto al parqué. Por entonces, los bancos españoles sanos del Ibex cotizaban (como la mayoría de los europeos) por debajo de su valor en libros y la prima de riesgo alcanzaba niveles insoportables. Pero había que sacar adelante la "cuestión de Estado" al precio que fuese. Un error histórico que muchos españoles siguen pagando a precio de oro.

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