ESTUDIANTES INDIOS CON DISCAPACIDAD AUDITIVA, VISUAL Y MOTORA, JUNTOS EN LAS ESCUELAS INCLUSIVAS DE LA FUNDACIÓN VICENTE FERRER

Estudiantes con diversas discapacidades físicas, auditivas y visuales, niños huérfanos y alumnos sin ninguna discapacidad estudiarán y convivirán juntos en las nuevas escuelas inclusivas que la Fundación Vicente Ferrer impulsa en el distrito de Anantapur, en el estado indio de Andra Pradesh, donde la ONG trabaja en la erradicación de la pobreza desde 1968.
Así lo declaró este lunes a Servimedia Dasarath Ramudu, director del sector de personas con discapacidad de la Fundación Vicente Ferrer(conocida en India como RDT, por las siglas en Inglés de Rural Development Trust).
Ramudu se refirió a este proyecto como “un experimento maravilloso, en el que sin duda cometeremos errores de los que aprenderemos, pero en el que hemos depositado grandes esperanzas”.
Hasta la fecha, la fundación mantenía tres escuelas residenciales en Motukupalli, Bukkaraya Samudram y Kanekal para personas con discapacidad: una centrada en alumnos ciegos, otra en estudiantes con diversos grados de sordera y una tercera que atendía a chicos con diversas discapacidades físicas y parálisis cerebral.
“La idea es unir estas tres en un gran centro”, explicó, “y eso es lo que hemos empezado a hacer este año, aunque de momento de forma experimental”. Poco a poco, el proyecto se extenderá al cien por cien de los alumnos atendidos en dichas instituciones.
El ejemplo en el que se miran es el de la Escuela Inclusiva de Secundaria de Anantapur, donde desde 2007 alumnos ciegos y sin discapacidad estudian juntos con un gran éxito, tanto académico como personal.
Con una tasa de aprobados del cien por cien en los exámenes finales de Secundaria, este centro escolariza a unos 250 adolescentes entre 11 y 16 años, hombres y mujeres con discapacidad visual y sin ella, lo que en su día supuso toda una revolución en India. “Todos estudian, juegan y conviven juntos”, manifestó.
El curso pasado se abrió un centro gemelo para estudiantes de Primaria, que actualmente acoge a 63 alumnos.
30.000 USUARIOS
El número de personas con discapacidad que se benefician de los distintos proyectos (educativos, deportivos, culturales y de intermediación laboral) de la Fundación Vicente Ferrer asciende a más de 30.000, de los que 1.135 son estudiantes. ”Todo un logro si se tiene en cuenta que su primer colegio para niños ciegos empezó en 1995 con apenas tres alumnos”, destacó Dasarath Ramudu. “Había muchas reticencias por parte de las familias, que no creían que sus hijos pudiesen recibir educación”.
Hasta entonces, los jóvenes con discapacidad de la provincia de Anantapur eran enviados a un centro del Gobierno, que “más que una escuela era una residencia asistencial”.
“Allí apenas estudiaban, y muchos de ellos volvían a casa en malas condiciones de salud, deprimidos y sin haber aprendido demasiado”, continuó. "Por eso es normal que al principio los padres desconfiasen, pero poco a poco les fuimos convenciendo”.
En la actualidad, la fundación gestiona 18 centros en la región: seis escuelas de discapacidad intelectual, cuatro para alumnos con discapacidad auditiva, tres centros destinados a niños con parálisis cerebral, tres de Primaria dedicadas a chicos ciegos y dos colegios de Secundaria (la Escuela Inclusiva de Anantapur y la de sordos de Bukkaraya, que en breve será cien por cien inclusiva también).
Asimismo, promueve programas deportivos como el Special Olimpics para niños y jóvenes con discapacidad intelectual; judo de ciegos (que dirige un monitor de la ONCE de Valencia), y los equipos de críquet de jóvenes con discapacidad auditiva y visual.
“El gran reto pendiente es el empleo”, confeso Ramudu, pues “muchas empressas todavía son reticentes a contratar personas con discapacidad”.
A su juicio, “la educación inclusiva es el camino a seguir y la única respuesta posible si de verdad se quiere una integración social de las personas con discapacidad en India".
“En nuestras escuelas vemos todos los días a niños ciegos llevar a sus compañeros en silla de ruedas; a alumnos sin discapacidad que transcriben exámenes en braille, y a estudiantes con y sin discapacidad jugar y crecer juntos. Aprenden unos de otros, y esto les ayuda a entenderse a sí mismos, a reconocer sus limitaciones y a respetar a los demás. Es la única respuesta”, manifestó.

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