El 15% de la población padece el trastorno afectivo emocional. Es decir, les afectan emocionalmente los cambios de estación y el descenso en el número de horas de sol. Comienza en octubre y noviembre cuando las horas de luz se ven reducidas. Normalmente los síntomas disminuyen con la primavera aunque a veces es al revés y estos síntomas se presentan durante el verano. Los expertos dicen que está ligado a la producción de melanina y serotonina y por eso no afecta a todos por igual.
Los síntomas son:Estado de ánimo cambiante, normalmente alicaído en los meses más oscuros. Suelen tener sentimientos de desesperanza y son más irascibles, irritables y sensibles.Además no suelen disfrutar de las actividades habituales y pierden el interés por lo que antes les hacía disfrutar.También desciende la energía y notan que se van apagando poco a poco a lo largo del día. Se producen cambios en la alimentación, tanto la falta de apetito como la necesidad de comer más. Esto último puede ser potenciado por la ansiedad.Dificultad para concentrarse.Menos actividad social. En estos períodos prefieren estar solos.
Pero hay otros trastornos mucho más complejos y menos razonables que alteran notablemente las condiciones de vida de la población. Es lo que se conoce como fobias meteorológicas, auténticos trastornos que condicionan la vida de quien los padece como fobia al sol, a las tormentas o al frío.
Pueden ser hereditarias o estar causadas por una experiencia traumática ocurrida en la niñez, a los cinco años aproximadamente. Eso ocurre por ejemplo con el miedo a las tormentas, rayos o truenos. Incluso también con el miedo a la nieve o los tornados. Pero existen otros miedos mucho más irracionales. Astrafobia
Miedo a los truenos, relámpagos, rayos, y tormentas en general. A este miedo a todo lo que tiene que ver con las tormentas también se les puede dar otros nombres igual de extraños y con los mismos efectos. Estos nombres son astrapofobia, brontofobia, ceraunofobia o tonitrofobia. Es el más común de todos los miedos meteorológicos. Sin embargo, casi siempre todo tiene su contrario y aunque parezca increíble a algunos les relaja escuchar los truenos y mejo aún si pueden hacerlo desde la cama para echar una cabezadita.Pluviofobia u ombrofobia
Miedo a la lluvia. Parece increíble pero los expertos han determinado que hay personas a las que la lluvia les provoca un miedo tremendo llevándoles, incluso, a la parálisis física y mental. Suponemos que tendrán siempre un paraguas a mano.Psicrofobia o criofobia
Bajo este nombre se denomina a las personas que tienen miedo al frío extremo. Temen las heladas, la escarcha, y, en general, las temperaturas bajas. Eso les lleva a abrigarse más de lo necesario, por eso es fácil reconocerlos. Nunca los verás en la nieve pero aún así en su atuendo no faltarán los plumas, abrigos, bufandas y guantes.Quionofobia
Miedo a la nieve. Los quinofóbicos no soportan la idea de tocar la nieve, y en los casos más extremos no pueden no ver cómo caen los copos. Esta fobia suele estar muy relacionada con la criofobia, puesto que el frío extremo muchas veces va acompañado de nieve.Aurorafobia
Miedo a las auroras boreales. A pesar de que es una de las imágenes más espectaculares que nos puede regalar la naturaleza, lo cierto es que hay personas que se ponen tremendamente nerviosas cuando piensan en ellas y presenciarlas pueda hacer que la ansiedad se apodera de ellos. Increíble, pero cierto.Heliofobia
Ésta es una de las más preocupantes. Miedo al sol o a la exposición a él. Lo provoca, por lo general, la carencia de vitamina D, imprescindible para la formación de los huesos. Realmente es una de las peores fobias meteorológicas que se puede padecer.Selenofobia
Con este nombre se conoce el trastorno relacionado con el miedo a la luna llena. Quienes lo padecen sienten una gran ansiedad y nerviosismo cuando contemplan el satélite en su máximo apogeo y peor aún si se trata de una súper luna. Eosofobia
Con este nombre se denomina a la gente que tiene miedo al amanecer. Es una de las más extrañas e inexplicables, quizá esté relacionada con el sol o puede que lo esté con algún trauma infantil o trastorno ligado a al pereza y a la actividad, pero los expertos dicen que existe y que realmente hay gente que se pone de los nervios cuando va a amanecer.Anemofobia
Miedo al viento o a las corrientes de aire. No aclaran con qué intensidad tiene que soplar el viento para que lo que es un miedo o temor normal a salir volando se transforme en fobia de las que paralizan y hacen que sude todo el cuerpo. Tampoco dan más datos sobre si está relacionado con el sonido que genera o con los
efectos que puede provocar.Homiclofobia
Miedo a la niebla. ¿A quien no le da miedo una carretera o camino cubierto por una espesa niebla que no deja ver más allá de tus narices? Aunque es muy probable que en el caso de las personas diagnosticadas como homiclofóbicas el miedo sea de otro tipo y tendrá otras motivaciones.
Miedo a la nieblaNefofobia
Miedo a las nubes. Es otra de esas raras fobias a las que no se encuentra mucha explicación. El diagnóstico no especifica qué tipo de nubes son las que dan más miedo. Las grandes, las bajas, las negras, las brumas... Difícil vivir con este miedo. Lilapsofobia
Miedo a los tornados y huracanes. Este miedo es uno de los más razonables de todos los mencionados. Los tornados y huracanes pueden provocar graves daños materiales y personales a su paso.¿Cómo tratarlos?
Pero ¿Cómo tratar estos miedos? Los profesionales aconsejan la llamada terapia cognitiva, en la que el paciente recibe toda la información posible acerca del fenómeno concreto. Se consigue así que a través de la racionalización y el entendimiento desaparezca el miedo.
Otra fase del proceso de la llamada terapia cognitiva es la exposición gradual. Con ella se consigue acercar a l paciente de manera progresiva la objeto de su miedo para así ir controlando poco a poco sus miedos y temores. Un ejemplo, una persona que tiene fobia a la luna no puede enfrentarse de pronto a una luna llena o una súper luna, sino ir saliendo poco a poco por la noche acompañada de un profesional.
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