Donald Trump promete en su toma de posesión una presidencia para la gente

  • Los paraguas se abrían y cerraban en grupos aislados. Nunca se entendió mejor el refrán “nunca llueve para gusto de todos” que este viernes.

    Trump no se complicó la vida e hilvanó un discurso que parecía un resumen de su propia campaña, un relato simple, ‘Made in USA’, de villanos y héroes.

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Las mejores imágenes del día en que Trump se convierte en presidentes
Las mejores imágenes del día en que Trump se convierte en presidentes

La lluvia intermitente durante la toma de posesión parecía evocar la incertidumbre del clima político alrededor de este 20 de enero de 2017, cuando Donald Trump se convirtió en el 45º presidente de los Estados Unidos.

Los paraguas se abrían y cerraban en grupos aislados entre los centenares de miles de personas que abarrotaban los alrededores del Capitolio. Nunca se entendió mejor el refrán “nunca llueve para gusto de todos” que este viernes. En su primer discurso, el nuevo presidente quiso puntualizar que durante su mandato sólo le interesaba regar el jardín estadounidense, vallado por estadounidenses, cultivado por estadounidenses… y protegido de miradas e incursiones foráneas.

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Tras agradecer la amabilidad de Obama durante el traspaso de poderes, pasó a fustigar con frases inequívocas lo que describió como un funesto legado: “No estamos transfiriendo el poder de un Gobierno a otro o de un partido a otro, sino que lo estamos devolviendo a vosotros, el pueblo”.

Al igual que ha ocurrido en otras partes del mundo, Trump ha hecho suyo el mensaje de que en la globalización ha habido ganadores y vencedores. A los ganadores los ha identificado con una ciudad, Washington, la Sodoma y Gomorra que el estadounidense medio identifica unas veces con la burocracia, otras con la componenda, las más con la corrupción y siempre con el peor pecado que se puede cometer en la nación más rica del mundo, el despilfarro.

“Durante demasiado tiempo un pequeño grupo se ha quedado con la recompensa mientras que el pueblo ha soportado el coste. Whashington florecía pero el pueblo no compartía esa riqueza. Los políticos prosperaban, pero el trabajo y las fábricas se iban y cerraban. Se protegían a sí mismos pero no a los ciudadanos del país. Sus victorias no han sido vuestras victorias y sus triunfos no han sido los vuestros. Y mientras lo celebraban, había muy poco que celebrar entre las familias que luchaban en todo el país”.

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Trump describió a la misma casta parasitaria cuya denuncia caló en las bases republicanas que le entregaron, contra todo pronóstico, una candidatura que parecía destinada al fracaso.Un discurso de buenos y malos, de villanos y héroes

A partir de ahí, Trump no se complicó la vida. Hilvanó un discurso que parecía un resumen de su propia campaña, un relato simple de buenos y malos, de villanos y héroes, de patriotas y traidores.

-Un discurso que promete pan y trabajo para “los olvidados

-Un discurso que ensalza el papel del pueblo no como elector sino como controlador.

-Un discurso que apela al color de la misma "sangre roja” que une a los ciudadanos con independencia del color de su raza.

-Un discurso con una advertencia a los especuladores e inversores: “América primero”.

-Un discurso que establece los principios que presiden su política exterior: los países deben relacionarse pacíficamente, pero en el entendido de que cada uno defiende sus propios intereses.

-Un discurso que mencionó, por si a alguien le cabía algún atisbo de duda, al mayor de los villanos de su cosmovisión: el terrorismo islamista internacional.

-Y un discurso que, al igual que el resto del evento, invocaba la protección de Dios como último inspirador de los principios fundacionales de la Nación.La importancia de los símbolos

La toma de posesión, como tantas otras que han precedido con increíble regularidad desde tiempos de George Washington, incluso en épocas de guerra, y que Ronald Reagan se atrevió a calificar de “milagro”, ha rezumado de la simbología y los rigodones al uso en este tipo de actos.

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Sorprendía quizá a la mentalidad española las sucesivas plegarias que elevaron ministros de distintas confesiones cristianas, pidiendo la protección de Dios para la nueva singladura política que comenzaba.

Y así lo hizo Donald Trump, como los presidentes anteriores, pronunciando la siguiente fórmula de juramento, con su mano derecha levantada solemnemente, y con su mano izquierda apoyada en dos Biblias, una que perteneció a Abraham Lincoln, y otra a su propia madre.

"I do solemnly swear that I will faithfully execute the Office of President of the United States, and will to the best of my Ability, preserve, protect and defend the Constitution of the United States. So help me God"

"Juro solemnemente que ejerceré fielmente el cargo de presidente de Estados Unidos, y que pondré toda mi capacidad para preservar, proteger y defender la Constitución de Estados Unidos. Que Dios me ayude".

Le sostenía los dos ejemplares de la Biblia una mujer, Melania, destinada a convertirse en el centro de todas las miradas. Y de eso sabe, por su antigua profesión de modelo. La elección de un vestido que remite a la imagen de Jackie Kennedy, la primera dama más admirada en la historia de EEUU, parece toda una declaración de intenciones. Ahora bien, ¿podrá asemejarse a ella esta mujer de origen esloveno, que ya levantó los primeros recelos por plagiar un discurso de Michelle Obama?

La apoteosis de Trump tenía su reverso en la cara de Hillary Clinton. Su gesto transmitía una tristeza difícilmente mesurable, y que encontraba su eco en las protestas de los disconformes que salpicaron los alrededores de la toma de posesión. Buena parte de EEUU, y también del mundo, sentía que este 20 de enero se estaba proyectando la película equivocada. Pero no. Todo era 'Made in USA' el 20 de enero de 2017.

Sigue @martinalgarra

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